7

630 66 0
                                    

La casa de su madre estaba igual que como la recordaba, el papel tapiz con flores en una pared sosteniendo unas repisas con pequeñas piezas de animales de porcelana, el sillón verde increíblemente cómodo, la mesita de café, la cocina, su cuarto, todo estaba igual. Excepto el rostro de su madre.

Curvaba sus cejas con preocupación, se tapaba la boca con la mano y miraba a su pequeño niño con lágrimas en los ojos.

"¿Que te pasó, Cameron?" le preguntó en un hilo de voz.

"Una pelea con unos idiotas, no importa" mintió. Le mintió a la mujer que más lo quería en este mundo.

"Déjame ponerte algo en esas heridas" la mujer se puso de pie y fue al baño.

Le aplicó un ungüento y le dio un vaso de agua. Se sentó con él a hablarle de todo lo que había pasado desde su última visita. Y el le habló sobre su maravilloso novio que lo amaba con toda su alma.

Esa tarde su madre lo obligó a ir a misa. Fue y de mala gana se sentó en una banca. Conocía al padre, solía ir al grupo de jóvenes cuando era pequeño y solía hablar de cómo se sentía confundido sobre los niños y niñas. El padre Rick lo había ayudado mucho, y a pesar de todo lo había apoyado.

Por eso sintió que el reverendo conocía su situación al oír el sermón.

"¡Ámense los unos a los otros! Esto es lo que dice la palabra del señor" exclamó alanzando los brazos "Si eso dice Dios ¿por qué no le hacen caso? Hay tanta violencia, tantos niños molestados en las escuelas, tantas parejas que se lastiman el uno al otro" los ojos juzgadores del padre se toparon con la mirada triste de Cameron.

Cuando la misa acabó se separó de su madre para ir a hablar con el hombre que tanto lo había ayudado antes.

"¡Padre!" exclamó cuando por fin el hombre se desocupó.

"¡Cameron! Hace mucho que no te veía por aquí" luego reparó en su rostro "¿Pero que te pasó, hijo de Dios?"

"¿Podemos hablar en privado?"

La oficina del Padre Rick era no muy grande, con un enorme librero que ocupaba toda la pared de atrás. El padre se sentó en un sillón a un lado de la puerta y Cameron se posicionó junto a él.

"¿Que pasa Cameron?"

"El sermón que dio... yo... sentí que..."

"¿Estás saliendo con alguien?"

"Sí, desde hace dos años."

"¿Él fue el que te hizo esto?"

Cameron agachó la cabeza y asintió mientras sentía sus ojos aguarse. El padre le puso una mano en el hombro y Cameron lloró, gritó, lanzó cosas. Casi durante una hora sacó todo lo que tenía guardado, lo que no le había contado a nadie, cosas que ni él sabía que sentía. Habló sobre lo mucho que amaba a Jonas a pesar de lo que le hacía, de lo mucho que lo necesitaba, como sentía que tanto él necesitaba a Jonas como Jonas a él. Se completaban. Él curaba los problemas de Jonas, Jonas curaba los suyos. Él hacía sentir bien a Jonas y viceversa.

Pero no estaba bien. Él sabía que su relación era tóxica, mala, que solo se hacían daño el uno al otro. Pero no podía dejar de amar a Jonas. Sabía que tenía que dejarlo, pero temía que sin él Jonas no pudiera sostenerse a sí mismo y volviera a las peleas, las pandillas, las drogas, la carcel, y temía que él sin Jonas no tuviera propósito, ni había quien lo guiara por donde ir y que hacer, lo que estaba mal o bien.

"Haz lo que sabes que es correcto, Cameron."

Esa frase se quedó marcada en él como un tatuaje.

Watch me burnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora