16

495 52 0
                                    

Habían pasado tres meses desde que había dejado a Jonas solo. Cameron habia vuelto a vivir con su madre y le habia explicado todo a pesar de haberla hecho llorar. Y es que lo amaba, lo amaba tanto que no podía pasar ni un minuto sin pensar en él, en cómo estaba, o si estaba comiendo bien o si se había hecho daño, si seguía en las peleas. Todos los días miraba sus contactos deteniéndose en Jonas, con el dedo a milímetros de marcar. Pero nunca lo hacía. No lo hacía porque no iba a poder soportar oír su voz sin soltarse a llorar. Lo amaba tanto. Dios, dolía amar a alguien como Jonas.

Se sentía egoísta, sentía que lo que había hecho estaba mal. Que maldito era por haberlo dejado solo.

Ya no trabajaba con Max. Ahora se dedicaba totalmente a la escuela. Había cortado toda comunicación con Tyler, a pesar de que este lo buscaba bastante. Tenía tanto tiempo libre que se dedicaba a escribir. Había comenzado a hacer pequeños cuentos y aunque no eran buenos lo ayudaban a desahogarse. La mayoría hablaba de Jonas. También hacía poemas. Malos, cursis y repetitivos poemas que no rimaban. También sobre Jonas. Sobre su cara, sus ojos, sus labios, su cabello, sus tatuajes, su voz, sus cicatrices, su ira, su calma, su temperamento.

Todos los domingos iba a misa con su madre. Y a veces ayudaba a organizar pequeño eventos de caridad. O a decorar la parroquia. O hablaba con el padre como una pequeña sesión terapéutica. A veces salía con Max y Johana o solo con Max. Pero nunca solo. No le gustaba estar solo. Si no tenía nada con qué distraerse se soltaba llorando.

En una ocasión camino a la escuela, tomó una desviación y pasó por la casa de Jonas. Todo se veía en orden. Y él estaba en orden, con los ojos llorosos. Y se desbordaron de agua cuando vio a Jonas salir de la casa. Fumaba un cigarro con parsimonia, llevaba su vieja sudadera negra y una bolsa de gimnasio al hombro. Su cabello estaba más desordenado que de costumbre, sus ojos cargaban con dos bolsas y su labio tenía sangre seca. Era obvio que no la estaba pasando nada bien. Conocía a Jonas mejor que nadie. Era obvio que la noche anterior a esa había estado tomando, tenía esa mirada perdida de resaca y su frente estaba sudada. Lo amaba tanto. Por eso no le habló, porque sabía que sería más difícil. Corrió de ahí sin que él lo viera.

Watch me burnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora