Karma

Capítulo 5: Historias familiares

Los rayos del sol traspasaron mis párpados cerrados, interrumpiendo mi agradable sueño. Intenté girarme para evitar la luz y choqué contra un cuerpo. Vaya, parece que me lo pasé bien anoche, después de todo. Intenté volver a dormirme, porque la resaca no me hacía desear otra cosa pero...¡un momento! ayer solo bebí... 3 chupitos ¿y por tre chupitos  tenía esta resaca de narices?. Comencé a abrir los ojos lentamente. Lo primero que vi fue al chico acostado a mi lado. Tenía el pelo revuelto, sus labios formaban una sonrisa traviesa y sexy, un cuerpo MUY musculoso y por lo que vi, alto también. Di un vistazo rápdo a la habitación. Había dos botellas vacías tiradas por el suelo. Vale, ahora iba entendiendo por qué tanta resaca. Reconocí la habitación, era la de Jenn. Localicé mi ropa y me vestí. Rebisé mi bolso, no era la primera vez que alguien, aprovechándose de que estaba borracha, me había robado.

Salí de la habitación y me encontré con un salón lleno de restos de comida, personas desmayadas, líquidos por el suelo... un desastre. Marqué en mi móvil el número del chófer y apareció en unos quice minutos. Cuando me dejó en casa le pagué, tenía que sobornarle para que no dijera nada de mis fiestas hasta altas horas de la madrugada a mis padres. Con Hanna no tenía problemas, me apreciaba lo suficiente como para no decir nada.

Fui hacia la cocina, donde estaba Hanna y le dije que ya había vuelto. Ella me dijo que mis padres volverían hoy,para celebrar el aniversario. Ella lo dijo con una sonrisa, apreciaba de veras a mis padres, pero yo no tenía ganas de que volviesen, que volviese para interpretar su papel de padres perfectos, que se preocupan por su hija, que la protegen de la fama,  es todo una farsa. Si fuesen responsables de verdad, si realmente me amasen como ellos dicen, no me abandonarían para irse de viaje de negocios o, por lo menos no le harían eso a una niña de 6 años. Sí,comenzaron a irse cuando me encasquetaron en el colegio. Estaba interna y así mataban dos pájaros de un tiro, se libraban de estar con su hija y educarla y ellos podían hacer sus viajes con mayor frecuencia y más tiempo. Claro que, por ese entonces, yo no era consciente de ello.

Cuando Hanna dijo lo del aniversario, no se refería a su aniversario de bodas, o a una forma distinta de nombrar un cumpleaos; no, se refería al aniversario de éxito de mis padres. Ellos son famosos y ricos por su gran cadena de restaurantes de lujo.

La historia más o menos es así. Mi padre y mi madre eran muy amigos y luego fueron aciéndose más y más cercanos hasta que se hicieron novios (vamos, lo de siempre) mi abuelo paterno murió y mi padre se quedó destrozado, mi madre fue su gran apoyo en esos momentos.

Tras un tiempo, mi padre pasó de la depresió por la muerte de su padre a el cabezonerío de querer hacer algo por él, algo por lo que su padre se sintiese orgulloso de él en el más allá. Decidió montar un bar/restaurante, fue siempre el gran sueño de su padre y a él se le daba muy bien cocinar así que mi madre era camarera, mi padre cocinero y luego cogieron a otro cocinero y a dos camareros más. Montaron el negocio en el pequeño pueblecito donde vivían y tuvo bastante éxito. Ganaban más de lo que invirtieron en el negocio y el pueblo se les venía pequeño. Comenzaron a ir para comer a su restaurante, gente de pueblos y ciudades cercanas, el boca a boca los subió de nivel. Mi madre, en un acto de locura, decidió trasladar el negocio a una ciudad grande y como su gran sueño fue vivir en NY, convenció a mi padre para mudarse allí.

Montaron el negocio y les iba bien, pero no tenían tanta clientela. Mi madre tenía una hermana allí y ésta era periodista bueno, era directora del New York Times. Mi tía les hizo publicidad y fue acudiendo cada vez más gente. Al igual que con el otro negocio, el boca a boca los lanzó a la fama solo que ésa vez fue mayor debido al enorme tamaño de la ciudad que nunca duerme. Como a los dos les gustaba mucho la música, decidieron dar un paso más allá e incluyeron música en directo las noches de los sábados y las noches de los viernes ambientaban el local para los jóvenes.