Capítulo 15: Negro, piedras y ramos de flores

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CAPÍTULO 15:

Ya había pasado una semana desde mi ingreso en el hospital,  desperté del "sueño reparador" en el que me encontraba (según los médicos) hace cuatro días, los expertos decían que era muy probable que destro de un par de días me diesen el alta. En todo ese tiempo, mi tía Johanna siempre estubo allí, sentada en la aparatosa silla situada en la esquina de la habitación.

   No le gustaba dejarme sola, creo que pensaba que iba a desmoronarme de un momento a otro. No me explicaba como es que no lo había hecho ya., porque me sentía tan rota por dentro como por fuera.   Johanna me contó la verdad hace poco, cuando se aseguró que estaba bien consciente. Bueno, en realidad fue cuando le pregunté por ellos.

   Me sentía incapaz de pronunciar sus nombres sin que un vacío llenara mi cuerpo, pero a la vez, sentía como si fuese una traición no nombrarlos.

***

   Ya me habían dado el alta, aunque hubiese preferido que no me lo diesen. Cualquier cosa por estar en cualquier lado, incluso atrapada entre cuatro desinfectadas paredes de un maldito hospital, daría cualquier cosa por estar donde sea, menos aquí.

   Rodeada de piedras rectangulares, que sólamente significaban el fin.

   Nunca me gustaron los cementerios, éstos siempre significan algo malo, tube la suerte de haber tenido que pisar pocos cementerios durante mi vida, sólo una vez, para "visitar" a mi abuelo paterno, era pequeña y recuerdo que me puse a llorar en el momento en el que entré. En ese moemento no sabía todo lo que englobaba la palabra cementerio, supongo que notaba algo siniestro en el ambiente y me asusté. Ninguno de mis padres quiso volvier a llevarme a sus visitas al abuelo.Ninguno de ellos está ahora a mi lado para consolarme el llanto que me desborda.

   Mi vestimenta completamente negra se oscurecía aún más con las gotas que caían sobre ella. Miré hacia arriba, intentando así, frenar las lágrimas y vi el cielo gris y revuelto, conjuntado con mi alma, oscura y confundida.

El cura que oficiaba la misa me llamó:

-Marie Denysse Green,  puede acercarse para dar el último adiós a sus progenitores.

   El camino hacia el altar en el que estaban situados los ataudes fue agobiante, las lápidas que se cernían a mi alrededor, parecían cerrarse sobre mí y tenía la impresión de que me quedaría allí y no vería a mis padres de nuevo. En cierto modo eso era cierto, no los volvería a ver de nuevo tal y como eran.

   Llegué el altar, no creí tener estómago para ver a mis padres magullados y heridos a causa del accidente, por lo que con voz entrecortada, pedí que cerrasen los ataudes. Me coloqué entre ambos y más lágrimas volvieron a caer. Allí tenía la respuesta a mi pregunta, no me rompí antes porque hasta ahora, no podía creer que fuese real, todo había pasado muy rápido y era muy injusto, ellos estaban muertos y yo sobreviví. ¿Por qué?.

Karma...   karma...   karma...

   Eso era lo que me susurraba algo en mi interior.
 ¿Podría ser eso posible? ¿que el karma hubiese actuado de una forma tan cruel para castigarme por mis actos?

   Dios mío... si fuese así.... mis actos y yo fuimos los culpables del accidente, los culpables de la muerte de mis padres. Deseaba morir, deseaba no haber sobrevivido, quizás fuese egoísta, puesto que muchas veces (y me arrepiento de todas ellas) deseé no haber tenido esos padres, muchas veces deseé cosas muy malas para ellos, pero ahora mi gran deseo era poder seguir estanto con ellos, borrar el pasado y empezar de cero, como la familia que antes éramos, me daba igual si mi deseo se cumplía en vida... o en el descanso eterno, pero no creía poder seguir viviendo así.

KarmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora