Capítulo 18: No siempre se puede salvar a todo el mundo

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Iba andando tranquilamente por el pasillo cuando comencé a escuchar unos tacones resonando por encima del intenso ruido generado por los estudiantes. De repente, un cuerpo me empujó contra la pared de costado y los gritos comenzaron a ser sustituidos por un leve murmullo.

Me giré hacia la persona que me había empujado brutalmente contra la pared y no me sorprendi en absoluto al ver los ojos azules de Crystal mirándome con odio. Sus uñas postizas se me clavaban en la piel, pero me negaba a mostrar que me dolia y le dirigí una mirada de indiferencia.

-Dije que me vengaría, estúpida. ¿Creiste que podías librarte? 

-¿Librarme de qué?-dije mirandola desafiante

-Librarte de mí, ¿eso es lo que quieres, verdad? quieres intentar hundirme. Me expulsaron por tu culpa, por tu estúpido intento de hacerte la valiente ante ese chico que te gusta, ese... Max. No querías que yo estuviese cerca porque sabes que obviamente, él nunca se fijaría en ti estando yo.

-¿Eso es lo que crees? Quédatelo, a mi no me importa, ni que fuese tan importante, pero ¿sabes de lo que me he dado cuenta? Puedes ser una autentica perra con las personas que no te importan, puedes decirles las verdades más dolorosas, puedes bombardearlos con palabras hirientes y puedes hacerles la vida imposible, pero seguirás siendo débil, seguirás teniendo miedo a que esa corona de papel que reposa sobre tu cabeza vuele hasta alguien mejor que tú.

También sé que seguirás mirandote en el espejo y seguirás encontrando fallos y que cuando salgas a la calle taparás con maquillaje y ropa corta las miles inseguridades que te azotan cada día.

Y sé que tapas tus sentimientos con indiferencia, que poco a poco tu corazón se está cubriendo de hielo perpetuo y que en secreto, deseas a alguien que sea capaz de derretir ese hielo.

Su expresión cambió al instante, en un rictus de dolor casi inperceptible que yo percibí al tener su rostro tan cerca. El enfado llegó rápidamente y una sonrisa malvada curvó sus rojos labios.

-¿Encima te pones chula? Sabes perfectamente lo que soy capaz de hacer y lo sabes porque tú antes eras igual que yo. 

Intenté que ella no notara lo que me habían afectado esas palabras, pero pero su expresión delató que ella sabía lo que había provocado en mi.Pero no podía ser, me negaba a creerlo. Ella no podía haberlo averiguado, yo misma me encargué de no dejar pistas evidentes. 

En condiciones normales no temería a Crystal, ella era la viva imagen del refrán "perro ladrador poco mordedor" o en todo caso huiría de los problemas; pero ahora, con esa mirada que decía que estaba segura de que me estaba haciendo daño, cuando ella tenía en su poder esa información, temía más que nadie lo que Crystal podría lograr con ella.

-Pero bueno, Denysse- dijo ella con maldad, sabiendo lo que me afectaría escuchar ese nombre después de tanto tiempo.- no te preocupes, no saldrás malherida con esto. Sobrevivirás, lo que es una suerte¿verdad? Porque tú sabes mejor que nadie que no se puede salvar siempre a todo el mundo.

Y se alejó, pero lo que no se deshizo fue el nudo en mi estómago, que volvió a aparecer tras mucho tiempo.

***

Max:

-¡Ya llegué, mamá!

Esperé un tiempo por la respuesta, como ya se había hecho costumbre, pero lo único que escuché fue un absoluto silencio. Fui pasando por todas las habitaciones hasta que al abrir la puerta de la cocina me encontré con mi madre sujetando entre lágrimas el teléfono.

-Ho-hola hijo- dijo ella ocultando el rostro y limpiandose rápidamente las lágrimas que surcaban sus mejillas.

-¿Qué ocurre mamá? Y no me digas que nada, porque te conozco. Eres fuerte, tú no lloras por cualquier cosa.

KarmaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora