Cap. 4

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*POV. YOONGI*

Jungkook no paraba de gritar, gruñir y pelear con los grilletes. Más bien... su lobo no paraba de gritar, gruñir y pelear.

Desde el salón, donde estábamos todos, se oían los fuertes golpes de mi hermanito... a este paso rompería la cama.

--No entiendo cómo es que se ha puesto así. Cuando salimos de la habitación estaba mucho más tranquilo-- me reí entre dientes ante las palabras del tal Jackson. Yo tenía bien claro por qué se había vuelto a desatar... Gracias a mi.

Me giré aún entre risas acordándome de la cara de Kook tras mi insinuación y me encontré con la ceja levantada, medio interrogante medio amenazante, de mi padre. Quité la sonrisa de mi cara en un parpadeo. Aclaré mi voz y me senté mejor en el sofá, intentado parecer de lo más inocente en el mundo y desviar su atención.

La conversación que llevaban manteniendo el resto de los presentes se fue extinguiendo poco a poco, dejando paso a un silencio incomodo para algunos pero realmente gratificante para mí. Con los gritos de mi hermanito aún de fondo sonando de vez en cuando, me puse a pensar en mi primer celo.

Lo que le dije a Jungkook, no era cierto. Sí me acordaba de algunas cosas. Tenía flashazos en mi memoria. Todos borrosos. La mayoría de esas imágenes eran de ramas, árboles, tierra. Mis pies descalzos en la hojarasca. Recuerdo correr y correr sin parar. Gritar y gruñir hasta desgárrame la garganta. Después de esos tres días, estuve medio mes afónico. Recuerdo aquel cóctel de sentimientos. Miedo y desesperación. Rabia y frustración. Todo junto en una misma emoción. Todo pidiéndome que siguiera corriendo, que siguiera huyendo. Correr sin aliento y un pensamiento fijo en mi mente. "No le hagas daño."

Llevaba mucho tiempo dándole vueltas a esos recuerdos. Que siempre estuvieron allí, desde el principio. Había llegado a la conclusión de que ese sentimiento, y esa frase constante en mi memoria, estaban relacionados con la imagen que todas las noches se pasaba por mis sueños. El Flashback de esa noche; la primera noche de mi primer celo a los 17 años. Donde lo primero que recuerdo es saltar por mi ventana, luego negro y más negro, hasta que llega a mi memoria esa cara sin rostro... ese olor. Tres esencias mezcladas entre sí, de manera muy leve. Un olor muy débil pero que fue identificado inmediatamente por mi lobo. Reconociéndolo como su pareja destinada, su amor verdadero, su futuro omega.

Olor que sólo recordaba mi lobo. Una identidad a la que deseaba ponerle cara de una vez. Moría por volver a encontrarme con esa persona.

Después de un par de meses de pura confusión, empecé a buscar a mi "supuesto omega", pero jamás lo encontré, ni por su olor, ni por su aspecto. Aspecto, del que sólo tenía imágenes de una cara borrosa y a contraluz, con una gran sonrisa dirigida hacia mi persona. Y ¡oh! esa mano alzándose hacia mi rostro.

Suspiré. Los que quedaban en la sala me miraron, pero me dio igual y seguí a lo mío.

Cada vez que esa imagen se me aparecía, mi corazón se aceleraba. Era desesperante. Desde que pasó aquello habían pasado ya unos tres años... pero cada día era peor, más desesperante. Hacía tiempo que me había limitado a conformarme con ese recuerdo, a resignarme a soñar con él todas las noches. Estudiaba ese sueño cada noche, intentando sacar nueva información. Podía deducir que era un chico, que en ese entonces todavía no debía ser omega, y que era más bajito que yo. Podía ser que realmente fuera más bajito, o que fuera más joven... por lo que no podía contar mucho con el factor altura para encontrarle. La posibilidad de que aquel muchacho fuera más alto que yo ahora, estaba ahí... no es muy difícil superarme en altura. Sabía que aquel niño tenía una sonrisa dulce y preciosa. También sabía que era o valiente o estúpido por acercarse a mí en ese estado... pero poco más.

Róbame un suspiro... [omegaverse] [Kookv]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora