Cap. 5

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*POV. TAEMIN*

Me sentía fatal. ¡Le había gritado! Por dios... ¡Le había abofeteado la cara! Seguro que el pobre sólo quería ser considerado "protegiéndome" del pequeño alfa en celo; pero mi estúpida manía de no pensar en otra cosa que en su presencia y ser un idiota, tenía que hacer presencia. Me sentía tan mal... el pobre chico sólo accedió a mis peticiones, probablemente por educación.

Me pareció tierno que hubiera encerrado a su hermano guardando la llave en el florero.

Al llegar a ese cuarto lo supe. Mi lobo ya me lo había estado diciendo a medida que nos acercábamos, pero al entrar y rodearme de su olor, no lo dude más. Estábamos en su habitación. La observé detenidamente. Era sencilla, ordenada y limpia. Tenía pocas cosas en comparación a la mía. Decía mucho del alfa y me di cuenta de lo poco que lo conocía en realidad.

Por alguna razón, me imaginé a Minho tumbado en su cama durmiendo, leyendo, escuchando música con los ojos cerrados. Me lo imaginé estudiando es su escritorio, eligiendo la ropa delante del armario. Me imaginé que clase de vida podía tener entre esas cuatro paredes, y me ruboricé cuando pasó por mi mente la imagen de un Minho en celo, en su cama, sudando, fuera de sí... Mi corazón latía a mil por hora y mi lobo se quedó en shock. ¡¿Por qué tenía que pensar en cosas así?!

Para evitar que me viera rojo como tomate, me dirigí hacia el omega, que estaba profundamente dormido. Era un buen amigo de mi hermano. Tenían la misma edad por lo que iban juntos en el colegio aunque este año estaban en clases distintas. Alguna vez había estado en casa y Jimin solía hablar de él. Es un chico especial y me alegré de que fuera su hermano. Minho merece a alguien así en su vida.

Todo estaba en orden y yo ya no pintaba nada en la casa... menos, tras pegar al que me había invitado.

--Bueno... pues yo... Yo ya me voy a ir. --Moría de la vergüenza-- Toma, te dejo un poco de gel para omega por si acaso, para tu hermano. --Saqué el botecito que llevaba siempre encima; uno bastante pequeño. Asintió con la cabeza y lo cogió, intentando no rozar con mis dedos, para luego dejarlo en la mesilla de noche.

--Te acompaño. --En silencio recorrimos la casa. Me despedí de los presentes y salí de allí.

Una vez en la calle escuché unos pasos detrás de mí. Extrañado, me di la vuelta y ahí estaba él.

--¡Oh! N-no hace falta que me acompañes. S-sé ir...

--Te acompaño. --Estaba serio y me miraba a los ojos, poniéndome más nervioso.

--N-no hace falta, de verdad. --Intenté sonreír, pero siguió andando, pasando por mi lado y sobrepasándome.

--Te acompaño.

El camino transcurrió en silencio entre el vaho de nuestras respiraciones. Minho por delante de mí. De vez en cuando, me miraba de reojo, como para asegurarse de que seguía ahí; mientras que yo, de vez en cuando, lo miraba a él. Su espalda al andar, su porte fuerte y elegante, sus pasos largos y calmados; sin duda, era un chico de lo más atractivo.

Aún era de noche, pero ya empezaba el tráfico por las silenciosas calles. Algún que otro coche pasaba iluminándonos a su paso. Ya se podía ver alguna que otra luz encenderse en las casas. Personas que empezaban a prepararse para trabajar (aún siendo domingo) y otras que volvían de fiesta.

Prácticamente todo el camino lo dediqué a repasar mentalmente mis acciones, mirando al suelo, viendo mis pies caminar, paso a paso. No podía creer que por la emoción hubiera salido en pijama... que vergüenza... para variar.

Sin esperármelo, choqué contra alguien. Trastabillé hacia atrás por la impresión. Por suerte, sin caer al suelo. Minho estaba ahí, parado, dándome la espalda. Antes de que pudiera preguntar por qué había parado tan de repente, habló él.

Róbame un suspiro... [omegaverse] [Kookv]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora