-¡PERRIE LOUISE EDWARDS!- Gritó a mi oído.
-¿Que mierda Jade?- Dije enojada.
Odiaba que me despertaran y más cuando me gritaban.
-Son las siete y treinta de la mañana, debemos de partir a las nueve del aeropuerto.-
-Ya voy.- Dije adormilada.
Me levanté con pereza, entré al baño, cepillé mis dientes y lavé mi cara. Me di un baño rápido, me vestí con un pantalón largo color verde militar y una camisa de tirillas blanca corta, llegaba un poco más arriba de mi ombligo. Dejé mi cabello en ondas y maquillé mi rostro. Bajé las escaleras y ahí estaban ellas esperándome.
-¿Desayunarás?-
-No.- Dije mirándolas, pero éstas me miraron con el ceño fruncido. -Tal vez luego en el aeropuerto.- Traté de sonreír.
-Bien.- Dijo Leigh no muy convencida.
-Opino que cada día estás más delgada.- Dijo Jesy.
-Estoy bien chicas.- Mentí. -¿Nos vamos?-
-Hay un problema.- Dijo Jade.
-¿Cuál?-
-El chofer no ha llegado.-
-Mierda.- Pronuncié. -Llamaré a Harry.-
Dos timbrazos y contestó.
-¿Hazza?- Pregunté.
-Si, ¿que sucede?-
-¿Donde estás?-
-Saldremos ahora de la casa, ¿por?-
-El chofer no ha llegado.- Dije apenada. -¿Podrías pasar por nosotras?-
-Oh, claro.- Sentí que sonreía. -Nos vemos allá.-
-Gracias.-
Y colgué.
(...)
Una hora y media después habíamos llegado, las chicas seguían insistiendo que debía comer, así que decidí hacerlo, así dejarían de molestar. Pedí unas tostadas con mantequilla y un jugo de naranja, me senté y comencé a comer. Volteo para fijar mi vista a la puerta y ahí hace su entrada la novia de Zayn. Decidí no verla para así apurarme. Gracias a Dios que no he tenido que lidiar palabra ni con ella ni con Zayn, simplemente no quiero. Pero parece que mis agradecimientos fueron en vano porque escucho su voz.
-Si Kendall, Zayn es un dios en el sexo.-
Eso lo sé yo, pensé.
-No lo dejaría por nada.-
-Fuiste muy suertuda amiga, hombres así no se consiguen y más si dejan a su prometida por otra mujer.- Dijo Kendall.
Ya se estaba pasando. Dejé de comer para respirar hondo, debía controlarme para no dar un espectáculo.
Ellas tomaron su orden para sentarse lejos de mi, al menos fueron un poco decentes en ese aspecto. Dejé las tostadas para tomarme todo el jugo, ya estas habían hecho que perdiera el apetito. Cuando levanto mi vista nuevamente ahí está el, con su vista fijada en mi.
Al instante me puse nerviosa, ¿para que mentir? Quité mi vista para dirigirme al contenedor, me levanté, salí y boté todo. Giro para seguir mi camino, pero el está ahí viéndome.