Capítulo cuatro.

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Liverpool estaba bien. Era cálido en las tardes, el clima perfecto para sentarse un momento en el patio trasero de la cabaña en el extenso campus y lo suficientemente frío como para enrollarse en un rico edredón, encender en las noches la fogata alrededor de los sillones y beber una deliciosa taza de café negro. El lugar era pacífico y Harry se encontró felizmente relajado. De hecho, no estaban exactamente en Liverpool, difícilmente se encontraba un campus tan grande y abierto como ese; la pequeña cabaña estaba situada en la ciudad de Frodsham, a unos cuantos kilómetros de Liverpool. Llevaban hospedados dos días allí y Harry volvió a preguntarse cuál era la verdadera razón por la que estaban allí.

Louis decía que eran unos días de oxigenación, fuera del trabajo, oficina y prensa. Que necesitaba tiempo para sí mismo. Era aceptable, el hombre apenas dormía con tantas cosas qué manejar, y con el peso de la ley encima de él difícilmente podía verse relajado, aunque lo intentara, Louis siempre trataba de ocultar lo realmente agotado que se sentía, pero con el corto tiempo de conocerlo, podía decir que lo conocía lo suficiente. Por supuesto que Louis merecía un tiempo libre, pero no estaba totalmente convencido de que ese fuera el único propósito.

A pesar de que estaban en una ciudad, la cabaña estaba lo suficientemente lejos como para mantenerse oculta del ojo público, sin embargo, estaba rodeada con múltiples guardaespaldas. Incluso había un francotirador en la habitación del segundo piso. Louis era un buen Embajador, pero ahora con sus trapos sucios a la luz entendía que muchos criminales que negociaban silenciosamente con él desconfiaban de su palabra, y estaba seguro de que el mismo gobierno también. Entendía que él quisiera sentirse seguro, pero si el hombre quería demostrarle al público que él no era ningún criminal no ayudaba exagerando mucho las cosas. Con tanto guardaespaldas y alejándose en un rancho olvidado de Dios parecía un criminal sacado de la serie Narcos.

Por otro lado, en los últimos dos días Louis no pudo mantener sus manos alejadas de él. No es que se quejara, de hecho, estaba encantado con ello, pero estaba consciente de que algo vagaba por la cabeza del hombre. Luego de tener sexo rudo o sexo vainilla, el hombre de algún modo se comportaba distante. No es que lo hiciera directamente, de hecho, era bastante atento con él, pero algunas veces simplemente se olvidaba de su presencia y se quedaba viendo al techo como si fuera la cosa más interesante en el mundo; obviamente pensaba algo profundo, lo suficiente como para verse vagamente preocupado.

No era estúpido, algo preocupaba a Louis y no saberlo lo preocupaba a él. Louis había estado contándole cada problema de su vida, incluso algunas cosas de su pasado, y estaba bien con eso; era bueno escuchando y le gustaba oír al hombre. Pero Louis no le había dicho nada aún, lo que fuera que rondaba en su cabeza, era claramente no de su incumbencia, pero no saberlo lo molestaba. Era infantil, vergonzoso sentirse de esa manera, pero era culpa de Louis por haberlo acostumbrado a mantenerlo informado de cada cosa; ahora, por el contrario, sentía que no había confianza.

Justo en ese instante la puerta del patio se abrió y Louis salió de la casa, teléfono en su oreja y ceño fruncido. Él no lo notó porque claramente no se aseguró de bajar la voz como lo había hecho cada vez que lo llamaban por teléfono.

—Jules, no te estoy pagando una fortuna para que veas unas simples probabilidades, lo hago para que las conviertas en posibles. En algo real. —se detuvo un momento, sus labios frunciéndose más —No me interesa, sé que detrás de todo negocio hay intenciones sucias. Averígualas y haz estrategias beneficiosas. No quiero perder más de lo que ya he hecho. —Escuchó atentamente lo que decían al otro lado del teléfono. Harry se encogió un poco en su silla, queriendo desaparecer. No estaba seguro de que Louis apreciara que escuchara lo que claramente no quería comentarle, pero no era su culpa que el hombre no se percatara de su presencia. Lo que se oía inocentemente estaba más allá de sus manos. —Muy bien, ¿Qué sabes de Theresa May? ¿Ha hecho algún cambio? —luego de oír su respuesta, Louis soltó un bajo gruñido parecido a un animal. Era evidente que estaba enojado. Harry no estaba seguro de querer lidiar con el hombre enojado —No me gusta eso. Cuando haya cambios, avísame inmediatamente. No olvides de hacérselo saber a Gus, él tiene trabajos pendientes.

Embajador de Inglaterra [LS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora