Capítulo ocho.

458 42 13
                                    

—Entonces, ¿me estás diciendo que tú serás llevado a tribunal y te encontrarán inocente? —Harry le dio una mirada severa —¿Qué te asegura eso? ¿Confías en el hombre? La situación es demasiado estúpida.

Louis le dio un trago a su vino y le devolvió la mirada —No confío en él, y es por eso por lo que estoy moviendo mis estrategias; pero no tengo opción. No hay mucho que pueda hacer detrás de sus espaldas. Esto no solo involucra a Jonathan, sino a todo ministro y Comisión Europea. De alguna manera, todos ellos están unidos por asuntos internos. Por supuesto, por el momento ministro no verá el caso como un fraude, ellos estarán en un tribunal viendo un caso real y aceptando la decisión final. La Comisión Europea no soportaría la idea de que el mundo sepa que un hombre criminal trabaje en las sombras desde el poder de sus sedes. Sería inaceptable, ellos quedarían como tontos y podrían ser acusados por violar su propia constitución.

—¿Entonces me estás diciendo que todo esto, es por no quedar como...? ¿Cómo decirlo? ¿Cómplices?

—Es correcto. A ellos les importa una mierda si yo trabajo en asuntos ilegales, con tal les beneficie a ellos y les de poder alrededor del mundo, eso está bien para ellos.

Harry sacudió la cabeza, un poco confundido. Para ser realistas, la situación era enredada y quizá poco convencional —Pero espera un momento, si eres parte de la Comisión Europea, ¿por qué no lo sabía antes?

—Porque públicamente soy solo un diplomático, al principio de mi carrera trabajaba en Cámaras y asuntos internaciones en algunos gabinetes del país, pero cuando ministro descubrió que yo vendía drogas y trabajaba con algunas cabezas del crimen organizado, me dieron la oportunidad de seguir en mi carrera, solo que técnicamente trabajaría con ellos. Les informaba sobre algunos asuntos ilegales en los cuales no estaba involucrado, y si alguna mafia o criminal se volvía un problema, sencillamente daba su nombre y ellos lo eliminaban. Fue sencillo durante un tiempo, pero ministro estuvo cada vez más intenso, poniendo presión en las cosas que hacía. Una cosa que debes saber, esta gente no es estúpida, quizá un poco ignorante, pero no estúpida. Comisión Europea se dio cuenta de lo que hacía, y el Comisionado Belhum-klark, el presidente eslovaco de ese entonces hizo negocios conmigo. Desde hace cuatro años trabajo con ellos en silencio. Por supuesto, ahora las cosas se salieron de control y el misterio está dominando los medios de comunicación. No quieren que sea su problema, pero si me encuentran culpable harán una investigación contra ellos.

—¿Quién podría investigar a la comisión europea? Son la sombra de la Unión Europea, y ellos investigan todo alrededor del mundo. Diablos, escudriñan países que ni son europeos. ¿Cómo eso tiene sentido?

—Te sorprenderías —fue lo único que el hombre contestó.

Harry tomó su cabeza con las manos y frotó su frente. Esto le estaba dando dolor de cabeza. ¿Entonces Louis tenía todo solucionado? ¿El hombre tenía una jodida idea de cuan enredado era todo lo que decía? Entonces, al final, ¿Quién diablos era el culpable? ¿El parlamento, ministro, los gabinetes del país? ¿Comisión Europea, Jonathan Pierce? ¿James Bond? Casi se echó a reír. Era más creíble que James Bond realmente existiera.

—Muy bien —dijo —Dijiste que el pago de tu libertad era entregarles todo. ¿Es realmente todo? quiero decir, ¿todo?

Louis asintió, pero vio como apretó su mandíbula —Es un precio alto y justo que estoy dispuesto a pagar. No me considero inocente en esto, por lo que, si tengo que darles mi carrera para no estar encerrado en una prisión, entonces la voy a dar.

—¿Ya no serás embajador?

—Siempre seré diplomático, eso no se quita jamás. Pero ya no trabajaré para el gobierno, y ellos me quitarán mis trabajos ilegales. Aunque quiera volver a hacerlo, dudo mucho que algún crimen organizado quiera trabajar conmigo.

—¿Por qué tiene que suceder todo esto? Vas a ser declarado inocente. No necesitan quitarte toda tu carrera. Digo, al menos la legal.

Louis le dio una sonrisa sombría —No quieren arriesgarse.

Harry frunció el ceño —¿Por qué te arriesgas tú? No eres del tipo que acepta todo sumisamente. Pensé que amabas lo que hacías.

—Lo hago —Louis ladró, su voz dura y fuerte, pero rápidamente se tranquilizó, viéndole con cariño —Lo hago, pero quiero estar contigo, y estando con ellos eso nunca va a suceder. Si no te hacen la vida imposible, te van a asesinar. Y lo van a hacer. Es por eso por lo que, si yo dejo de ser una figura que trabaja para el gobierno, para la reina y toda la telaraña de Reino Unido, ellos dejarán de molestar. Si dejo de trabajar con mafias, claro que estarán molestas, pero con el tiempo ya no serían un problema. Me estoy envejeciendo Harry, y quiero pasar mi vida contigo sin tener que ver tras la espalda. —la mirada azul de Louis lo vio con intensidad —Quiero felicidad.

Harry apartó la mirada porque sintió su cara enrojecer. No le gustaban las cursilerías. Pero mátenlo si no se sentía halagador como el infierno que un hombre tan poderoso y apuesto como Louis admitiera que lo quería. Su corazón agitado le dijo que él sentía lo mismo también, y la idea de que Louis lo diera todo por él lo tenía con los ojos vidriosos. Todo. Louis iba a darlo todo por él.

—No estás envejeciendo —se encontró a sí mismo decir. Su voz salió temblorosa por la emoción, pero se recompuso. Se dio cuenta que no supo qué contestar a la declaración, por lo que buscó algo genioso —Estás en tus treintas, y aunque estés cerca de los cuarenta, estás en tu mejor forma. Sinceramente. Eres ardiente —y era verdad. Louis era caliente y sexy como el pecado.

Louis le dio una risa de dientes, y casi se ahogó. Era en serio, Louis era innegablemente apuesto.

—Gracias. Tú tampoco estás mal, treintañero.

—¡Hey, tengo veintiocho!

Echándose a reír, Louis le desabrochó el cinturón de su asiento y lo jaló de su cintura, tomándolo y trepándolo a su regazo. Lo tomó de su nuca y lo atrajo a su boca, dándole un beso hambriento y juguetón.

—Te quiero —Louis susurró en su boca, lo sintió sonreír —Diablos, te amo.

Harry sintió su aliento atorársele en la garganta. Su corazón brincó tan fuerte que debilitó sus rodillas. ¿O eran los medicamentos? Por favor que el mareo en todo su cuerpo se debiera a las drogas.

—Lo sé, yo también —respondió, su voz baja e intima, como si la conversación solo fuera algo que ellos dos pudieran escuchar.

—Me gusta cómo suena, repítelo.

—¿Qué cosa?

—Que me amas.

Sintió que tomaba una profunda respiración —Te amo —dijo, casi sin aliento. Su corazón martillándole en la garganta —Te amo, Louis Tomlinson. Mucho.

—Me gusta —Louis suspiró y volvió a besarlo. —Me gusta oírte decirlo y me gusta que tú lo oigas. Te amo, Harry.

Dios, ¿cómo este gran hombre no podía sentir vergüenza en decir todo eso? Él se sentía mortificado.

Pero le agradaba.

Louis lo amaba.

Alguien lo amaba.

Que bien se sentía.

Harry tomó el cabello con gel de Louis y lo jaló, haciendo que el hombre lo viera a los ojos —¿Quieres tener sexo en el avión? Nunca lo he hecho.

Louis se echó a reír —Que propuesta tan indecente, señor inválido.

—No estoy inválido, estoy en recuperación, lo que es muy diferente. Pero puedo mover mis piernas. ¿Qué dices? Yo encima de ti, montándote, follando tu dulce pene.

Louis cerró los ojos y suspiró —Me estás tentando con tu boca sucia. No podemos, no quiero lastimarte.

—Lastímame —el corazón de Harry volvió a golpearle —Tómame. Rápido y duro.

Louis lo miró en silencio. No iba a sonrojarse. No iba a sonrojarse. ¿Qué en el infierno le ocurría? Solo sabía que quería consumirse en Louis y que este hombre lo consumiera de vuelta. Nunca se había sentido así: como si se ahogara en intensas emociones.

Cuando Louis le subió el camisón azul y tomó su desnudo culo en las manos para acercarlo a su erección, Harry se entregó al beso que lo siguió.

Sí, por favor. 

Embajador de Inglaterra [LS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora