Final.

714 41 14
                                    

El frío viento frotaba suavemente contra su rostro, pero se sentía más como una caricia que un golpe. Su cuerpo se sacudió contra el frío abrazador y tomó su chaqueta para aferrarse a ella. En lo que estaba sentado frente a la enorme ventada de la pequeña y acogedora tienda, tomó su café cremoso y bebió de él profundamente.

El calor del café abrasó su garganta y le dejó una sensación de calidez y satisfacción a su estómago. Siguió tomando hasta acabarse la bebida y luego pasó por la recepción para que le dieran los postres para llevar.

Al salir de la tienda dejó los postres en el auto y viajó hasta llegar a un almacén de materiales de hogar. Ya era hora de que afrontara esto.

Tomó su carrito de comprar y comenzó a caminar por las filas de la tienda, primero por cocina y luego por el living. Tomó algunos artículos para el hogar sin darles mucha atención, no estaba particularmente contento por las compras, solo necesitaba lo básico. Harry siempre fue un hombre simple.

Le tomó alrededor de una hora subir al carrito de comprar algunas de las cosas que necesitaba. Se estaba mudando a un buen apartamento en Leed, al oeste de Yorkshire, norte de Inglaterra. Quería estar tan alejado de Londres como fuera posible para intentar olvidar lo que alguna vez fue parte de su vida. Pero Leed no era particularmente una ciudad tan desapercibida, pues había mucha artillería y zonas para práctica de tiro. No era un buen sitio para olvidar, pero era bueno y ya se estaba adaptando a él.

Había pasado un infierno de tiempo intentando descubrir qué iba a hacer con su vida. Luego del alboroto en Londres le dieron la opción de irse a otro país de Europa, y aunque no tenía nada que perder no le encontró sentido. Era suficiente con cambiar de cuidad. Aceptó los gastos de los inmuebles y todo el viaje en sí, por supuesto. Él no tenía una fortuna y vivir en Inglaterra era bastante costoso, especialmente el apartamento que pagaron por él. De modo que le recordaba que debía de conseguir un trabajo.

Diablos, él nunca había tenido un trabajo fuera de lo que siempre hizo desde niño en su banda. O los trabajos sucios que siempre cobraba con grandes sumas de dinero. No se veía a sí mismo trabajando en una oficina con trajes perfectamente planchados y gel en su cabello. No gracias, no quería suicidarse tan pronto. Estaba pensando en ver si tenían puestos en alguna tienda 24/7 o un restaurante no tan sobrevalorado.

Cuando terminó sus compras recordó que aún le faltaba ir a comprar la despensa. Fue y eligió lo esencial, algo con lo que podía sobrevivir al menos unas dos semanas. De cualquier modo, le habían dado una buena suma de dinero para empezar sus primeros meses en Leed.

Para cuando salió ya era de noche. Ese día no se sentía particularmente con ánimos de cocinar y decidió ir a un restaurante de comida rápida para pedir algo de cenar. Al llegar se bajó de su auto y fue por los menús.

No tenían gran variedad de comida chatarra, era más asados y parrilladas grandes. Pensó en ir a otro lado, pero se sentía cansado y no quería vagar más por la ciudad.

En lo que quiso avanzar por la fila sintió una mano en su hombro que lo tomó con cierta fuerza. Su instinto fue tomar esa mano con fuerza al voltearse, pero otra mano se lo impidió, esta vez, sin embargo, con un toque más suave.

—No te espantes, soy Gustav.

La voz carrasposa y firme de Gustav, Harry la conocía hasta en su conciencia. Su cuerpo tenso se relajó por un segundo y justo al instante se volvió a tensar. Sus ojos se abrieron de par en par y lazó su mirada por todo el restaurante intentando buscar con un poco de miedo.

—Estoy solo —oyó decir al hombre. Al alzar la mirada, se encontró con unos labios fruncidos y una mirada penetrante, no obstante, preocupada.

Embajador de Inglaterra [LS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora