Capítulo siete.

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Si el dolor agobiante en su espalda seguía estaba seguro de que gritaría todo tipo de groserías a las enfermeras. Harry trató de moverse una vez más, buscando una manera de que su cuerpo estuviera cómodo, pero el molesto dolor seguía y estaba seguro de que lloraría.

<<Maricón>> le dijo una vocecilla en su cabeza, él decidió ignorarla.

—¿Harry? —la voz del doctor lo hizo alzar la vista. El hombre entró a la habitación y le sonrió —¿Cómo te encuentras?

—Adolorido —contestó —Estoy cansado de estar acostado. ¿No puedo levantarme más de lo que puedo ir al baño? Estoy a segundos de enloquecer.

El apuesto doctor le sonrió —Puedes levantarte, solo es recomendable no hacerlo. Te cansarás a los cinco pasos que des; tu cuerpo aún está sanando, tienes perforaciones en curación y tu estado de salud digestiva no te está ayudando. Hablando de eso, ¿tomas mucho?

—¿Que si tomo mucho? —Harry chasqueó la lengua —Bueno, tener una barra de licor en la casa que vives no es saludable, ¿verdad, Doc.?

—Ciertamente. No eres un niño para ser reprendido, pero tener un límite con el alcohol podría ayudarte. Tienes mucho colesterol a pesar de no tener alto nivel de peso, pero eso te afecta en muchos factores; cuando salgas de aquí te daré una estricta dieta para que mejores sanamente. Y, sin mencionar que no quiero que vuelvas a tocar un cigarrillo, al menos hasta que estés lo suficientemente sano, y eso lo dicto yo. 

—Que hermosas palabras, estoy feliz de escucharlas. Pero en serio, lo único que me importa ahora mismo es levantarme. ¿Al menos puedo sentarme?

—Puedes, pero si luego no aguantas el dolor será tu problema. Déjame ayudarte.

El doctor le ayudó a enderezarse en la camilla. Lo único que agradecía era que lo habían trasladado a una habitación privada, dónde tenía aire acondicionado, televisión, y una camilla más amplia y cómoda. Sin embargo, él estaba aburrido de ver televisión barata con canales de los ochenta y acostado holgazaneando todos los días. Aunque no es que pudiera hacer mucho salvo dormir y esperar a que Louis llegara. 

—Yo me retiro, en una hora vendrá tu almuerzo. Solo vine a ver cómo estabas. Nos vemos.

El doctor salió, y Harry se permitió suspirar. Estaba tan adolorido que irónicamente quería volver a acostarse y dormir. Pero era en serio, si no hacía algo productivo, iba a enloquecer.

Mientras dejaba que sus huesos sintieran dolor en esta nueva posición, comenzó a pensar en las cosas. En todo en general.

Estaba feliz porque tenía a Louis, el hombre lo venía a ver cada vez que podía y pasaban su tiempo libre, pero al mismo tiempo, se sentía triste porque no lo tenía.

Louis Tomlinson, el famoso embajador. ¿Cómo podría tenerlo? No es que fuera inseguro de su vida, él generalmente no lo era, pero esto, estar prostrado en una camilla de hospital y caminar en las calles viendo a los lados, con cautela... esto era Louis. El hombre era peligro.

Cuando se salió de su banda criminal en Ciudad Baja, lo hizo porque quería escapar de esa vida llena de miedo, angustia y riquezas vacías. Con Louis estaba volviendo a eso. No estaba molesto con el hombre, no, él se entregó a él con voluntad, pero no se había puesto a pensar en lo que eso los llevaría. Se suponía que ellos solo serían amantes de vez en cuando, no que terminarían pidiendo exclusividad y besándose con gusto y amor. No.

Pero lo hacían. 

Él no podía pesar en la idea de dándose la vuelta y huyendo.

Él no se mentía a sí mismo.

Embajador de Inglaterra [LS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora