Gracias a la fantástica magia de Undertale... Chara y Asriel volvieron a la vida cuando Frisk logró sacar a los monstruos del subsuelo.
Ahora intentarán hacer una vida "normal" en la superficie.
Aunque, al principio, Chara no se lleva muy bien con F...
Ya pasaron un par de horas desde la comida en la playa. Todos están dentro de la casa de Asgore, haciendo sus cosas.
Chara está en el lavabo, preparando la bañera para darse un relajante y aromático baño.
–Aquí está... Lo que quería probar desde que vine –coge un bote del armario.
Dentro del recipiente están las pastillas aromáticas con olor a chocolate.
–Instrucciones... –susurra mientras lee el texto que hay en el exterior del bote–. Paso 1: Coja una pastilla.
Chara mete la mano dentro y coge una de esas pastillitas de color marrón clarito.
–Paso 2: Meta la pastilla en la bañera...
Hace lo que dice.
–Vaya... Que complicado... –dice con ironía.
Mientras tanto, en uno de los pasillos de la casa
Frisk, que se está secando el pelo con una toalla, se encuentra con Mettaton. Está haciéndose selfies y posando junto a una radio.
–Hola Mettaton –saluda Frisk.
–Oh, hola cariño –responde–. Espera que ya acabo ahora...
Segundos después, el móvil de Frisk vibra. Lo saca del bolsillo y mira que es lo que pasa. Le ha llegado una notificación de MonsterGram: Mettaton ha subido una nueva foto.
–Querías algo? –pregunta el robot.
–Emmm... Te importaría venir a mi habitación y a hablar sobre algunas cosas?
–Claro, cielo!
Frisk se lo lleva a su habitación. En el interior hay una litera de tres camas, junto con unos armarios y otras decoraciones. La chica coge un peine de su mochila, se lo pasa a Mettaton y se sienta en la cama que está mas abajo. El robot se sienta justo detrás de Frisk, poniéndose de rodillas sobre el colchón mientras empieza a peinar su cabello.
–Y que es lo que me querías contar? –pregunta mientras sube y baja el peine con delicadeza.
Tras unos cuantos segundos en silencio, Frisk contesta.
–Me preguntaba si... Alguna vez te has enamorado?
–Jajajaja –ríe–. Cariño, una estrella tan famosa como yo no tiene tiempo para enamorarse.
–Estás seguro? Nunca has amado a una persona en secreto? –insiste la chica.
–Hmmm... Por qué me preguntas esto. Acaso... –hace una pequeña pausa–. Acaso te gusta alguien?
Frisk se sonroja.
–Si! Te gusta alguien!
Esto no es lo que la chica tenía planeado...
–Venga, que tu secreto está a salvo conmigo... Quién es? Es algún chico del barrio?
–Mmmm... Pude... –susurra, un poco avergonzada por su "gran idea".
Mettaton suelta un pequeño chillido de emoción al enterarse de esta exclusiva.
–Y dime, como es? Es alto? Guapo? Rubio? –la interroga, emocionado.
–Por ahora no te lo diré... Quiero que su identidad se mantenga en secreto –intenta salir del paso como puede.
El robot se siente un poco decepcionado, pero acepta la decisión de Frisk. Baja de la cama de un salto y se acerca a una de las 3 maletas de que están tiradas en el suelo.
–Pues si quieres gustarle a ese "chico misterioso", tendrás que vestir a la última moda –dice mientras abre la cremallera.
Eso último parece que le interesó mas a Frisk.
–Oh Dios... Es esta tu ropa?
–Pues sí... Me la eligió y compró mi mamá.
–Esta ropa está súper anticuada. Con esto no impresionarias ni a Sans –va quitando y inspeccionando la ropa que saca de la maleta–. Y no me extraña... Porque Toriel tiene unos gustos muy... Anticuados.
En parte, el robot tiene razón.
–Tengo una idea! Mañana te llevaré de compras, para renovar tu vestuario y así estar fabulosa!
Le ha gustado esa idea. Nunca ha ido de compras.
–Chara también puede venir?
–Claro! A ella también le hace falta un cambio de look.
Mientras tanto, en el cuarto de baño
Chara está dentro de la bañera, disfrutando del agua calentita y del aroma a chocolate. Está tan relajada que podría quedarse dormida ahora mismo... Pero más le vale que disfrute de este momento, porque mañana será un día muy duro para ella.
CONTINUARÁ...
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En la casa de Toriel...
La mamá cabra está sentada en el sofá, viendo una telenovela. Los personajes y la trama le está gustando tanto que lleva varias horas sin despegarse del televisor.
Pero, afuera, en la calle, un coche se para justo enfrente de la puerta de la entrada. El conductor saca su móvil, hace un par de fotos y se va.
