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(Sé que hasta el momento todos los personajes femeninos fueron rubias pero les prometo que para Patrick, Bill, Ben y Eddie van a ser castañas o van a tener otra forma física)

Al darme la vuelta me encontré con una chica rubia, de sonrisa cómica y bonita, labios en redondos y de mi altura. Pasó a un lado mío...yo no lograba comprender absolutamente nada.

—El profesor me dijo que Bowers era el castigado.

—Exacto—me habló aún dándome la espalda y bajando las escaleras del sótano.—Yo soy Bowers, Jana Bowers.

Sin duda estaba muy sorprendido, esto era increíble... Henry tenía hermana y era... muy bonita.

—¿Eres hermana de Henry?—la seguí hacia abajo.

Tomó una escoba y apoyó sus manos en el mango y sobre estas su mentón, luego me miró con sus ojos bañados en una sensual ironía.

—No, soy su madre—sonrió con sarcasmo.

—JA JA JA—tomé otra escoba—¿Quieres que te aplauda también?

Su sonrisa pasó de sarcástica a una más dulce y comenzó a barrer.

—Encantada, ¿cuál es tu nombre?

—¿Por qué debería decírtelo?

Sí... ser cortante tal vez no era bueno, en el caso de ser una nena caprichosa protegida por su hermano, podrían matarme.
Ella soltó una leve risa, creo que me caía mejor que su Henry, mucho mejor y me daba la leve esperanza de que no era una hueca superficial como sus parientes.

—Porque sino te diré niño vírgen—habló con astucia.

Paré de barrer y levanté la cabeza para mirarla. Luego dije...

—¿Qué sabes tú si soy vírgen o no?—inquirí desafiante.

Sus ojos azules se clavaron en los míos, sonrió de costado, la escoba resbaló por sus dedos hasta caer al suelo, se acercó a paso lento moviendo las caderas con gracia y finura... era como Henry pero en femenino y demasiado... sexy, mierda, parezco Richie.
Estaba a centimetros de mi, colocó una mano en mi pecho y la otra en mi mejilla, miró mis labios. El nerviosismo comenzó a subir, mi respiración se volvió anciosa y algo lenta.

—¿No que no eras vírgen?—rió.—¿Nombre?

—No voy a decir...—no acabé de hablar cuando su pierna derecha roso mi entrepierna haciendome exitar de la sorpresa.—¡Stan!—exclamé.

Ni bien lo dije retrocedió y sonrió. Quede como idiota, que bueno.

—Bueno, te aviso que yo ya había limpiado aquí, nos toca el gimnasio.

Sin más subió las escaleras dejándome sólo y atontado con las mejillas rojas.

[...]

La agitación subía cada vez más con cada movimiento. Soltaba suspiros de placer mientras veía en mi cabeza a la rubia agitando sus caderas con lentitud y sensualidad.
Entonces fue cuando mi padre tocó la puerta de mi habitación y tuve que para sí o sí.

—¡Stan, quiero hablar contigo!—exclamó.

Me subí los pantalones con rapidez, acomodé mi cabello y mi camiseta y me dirigí a abrir la puerta.

—¿Qué pasa, papá?

—Llamaron de la escuela, dicen que te encontraron con revistas para adultos. Tienes díez minutos para explicar todo o le diré a tu madre.

Solté un suspiro y le expliqué lo sucedido. Su semblante de seriedad me preocupaba un poco, era como si analizara la situación en su cabeza, cuando de pronto soltó una fuerte carcajada y estalló en risas.

—Ay Dios, ésto si que es gracioso.

Lo observé con el ceño fruncido, ¿qué le pasaba? cierto, no es mamá, ella ya me hubiera asesinado a sangre fría sin importar  que fuese su hijo. En vez de ser Jesús en la Cruz será Stanley Uris en la Cruz. Al calmarse, continuó papá continuó.

—Mira, Stan, todos debemos vivir ese tipo de cosas—me dio un leve empujón de hombro—Por lo menos a ti no te las encontró tu madre, cuando tenía tu edad compré unas y la abuela las encontró un día—rió—¡Ay! no sabes el escándalo que hizo, me dijo que era un degenerado y muchas cosas más, pero aún así, por la noche me daba un beso antes de dormir y seguía siendo su niño—sonrió—Sé un adolescente, has estupideces, equivocate sin remordimientos... lo que sí... trata de que la próxima si encuentran las revistas sean tuyas.

𝑻𝒂𝒈 ¦ 𝑆𝑡𝑎𝑛 𝑈𝑟𝑖𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora