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-¿Cómo les fue? ¡Cuéntame, cuéntame!-Maggie saltaba a mi lado totalmente entusiasmada-¿se besaron?

Mi amiga podía ser un poco entusiasta...cuando se lo proponía.

[...]

-¿Cómo les fue? ¡Cuéntame, cuéntame!-Richie saltaba a mi lado totalmente entusiasmado-¿Se acostaron?

Mi amigo podía ser bastante idiota...todo el tiempo. Eso me gano por ser un perdedor, amigos raros.
Comenzamos a caminar por los pasillos de la escuela.

-No, no nos acostamos...

-¡Que mierda! ya no me cuentes, creo que hasta las novelas de la señora K son más eróticas que tu-se cruzó de brazos en un capricho.

Reí ante su inmensa estupidez y continúe caminando. La verdad es que no había pasado casi nada entre Jana y yo, seguíamos siendo amigos en teoría. Osea, no nos besamos, yo sí quise hacerlo, pero ella parecía no estár lista.
¿Está bien esto? ¿y si juega conmigo?
No, imposible.

[...]

Estaba anocheciendo y como hace dos semanas, Jana me tomó de la mano y me llevó al tejado de mi casa, con el walkman y los audífonos en su mano derecha.

-¿Me puedes decir cuál es la obsesión que tienes con subir al tejado? osea...que yo sepa no eres un gato-dije ya sentado a su lado.

Jana me miró con una sonrisa desaprobadora. Se acercó a mi y besó mi mejilla dejando la marca de sus labios en un color rojo carmesí.

-Te quiero, aún con tu sarcasmo-reí-muy bien, te voy a mostrar por qué me gusta tanto estar ver el anochecer en el tejado-me pasó los audífonos, luego tomó el walkman en sus manos y sacó una cinta del bolsillo de su chaqueta-puede que ahora lo veas aburrido y tonto, pero en un segundo entenderás todo, entenderás que Oasis lo cambia todo-aseguró.

Colocó el cassette en el walkman y a los segundos comenzó a sonar una de las mejores canciones que había escuchado en mi vida. Mi corazón no sólo latía, también sentía, me sentía identificado con esa canción, con cada acorde, con cada palabra. Ahora entendía lo que me había dicho.

Sin duda no era como esa música religiosa y estúpida que escuchaba mi madre, esta era de las prohibidas que ella no me deja escuchar. Entonces miré a mi costado, mis ojos cruzaron con los de Jana y me percaté de un gran detalle, ella también estaba dentro de lo prohibido.


𝑻𝒂𝒈 ¦ 𝑆𝑡𝑎𝑛 𝑈𝑟𝑖𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora