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|Jana|

El día no podía transcurrir de forma más perfecta. Stan me consoló, dormimos juntos por primera vez y le dije que lo amaba.
Había tenido un sueño excelente donde mi vida no era un asco y caminabamos de la mano libremente por la calle, sin ser juzgados, sin que nadie nos observe.
Solamente nosotros dos y que lo demás no nos importe ni nos afecte.
Por desgracia eso no podía pasar.
Pero... por un corto instante, por un insignificante día... pudimos sentirlo así, pudimos irnos de la horrible realidad en la que vivíamos... pudimos escapar de Derry sin movernos de la cama.

—¡Gané!—exclamó tirando la última carta.

Lo miré mal, sin darnos cuenta un juego tonto de Uno nos llevó a una competencia sin fin. Llevábamos quince partidas seguidas.
Tiré las cartas molesta, tenía casi todo el mazo en mis manos, no podía tener tanta mala suerte y a su vez ser tan inútil siendo que estábamos jugando solamente dos personas y deben haber al menos tres para que sea a penas difícil.

—No quiero jugar más—me crucé de brazos.

|Stan|

Jamás imaginé que algo así pasaría, bueno en fantasías sí... no, tampoco, nada sorprendente surge de jugar al uno. Pero a Jana, al parecer, le encantaba hacer estas cosas sin ninguna base previa.
No sé qué lo comenzó, solamente sé que antes de terminar jadeando boca arriba en la cama, me reí por su puchero.

—Eres una inmadura—me burlé.

—Ah, ¿sí?—dijo indignada, se acercó a mí rostro hasta rozar mi nariz— y tú eres un virgen.

Tragué saliva sin poder dejar de ver sus ojos azules y mis mejillas se pusieron rojas. Mi mirada bajó a sus pechos tan redondos y grandes. El corazón parecía que se me saldría del pecho.
Jana se pegó su busto a mí pecho y tomó mi mano deslizandola por debajo de su camiseta.

—Eres mi novio, puedes tocar y ver todo lo que quieras—me susurró al oído erizandome la piel.

Lamió mi cuello y, por primera vez, sentí mi mano tocar el pecho de una chica.

[narrador omnisciente]

Jana sonrió al sentir el pene de Stan endurecerse con solo pensar en tocarla. Era una ternura, nada parecido a los chicos con los que había estado. Soltó una risita en cuanto sus dedos inexpertos tomaron con timidez su busto, estaba segura de que él se correría con solo rozarlo.

Se apartó de su cuello para poder ver su expresión, estaba shockeado, seguramente creía que era un sueño húmedo de los que tenía desde que la conoció.

—¿Quieres verlos?—le dijo con picardía.

Stan levantó la mirada impactado y se puso tan duro al verla que le dolió. Ella tenía el cabello desordenado, se mordía esos labios tan carnosos que deseaba volver a probar, y por último, lo que le provocó la erección más fuerte dolorosa de su vida, su mirada. Los ojos de Jana se había vuelto de un azul más oscuros, no parecía la de siempre, sus ojos mostraban que quería comérselo vivo.

—¿Q-Qué?—tartamudeó, sus mejillas estaban completamente rojas.

Jana se rió y se quitó la camiseta dejando ver sus voluptuosos pechos. Stan instintivamente apartó la mirada rápidamente. ¿Qué iba a hacer? Claramente era inexperto, jamás podría satisfacerla.

—D-deberíamos parar—susurró temblando de los nervios—esto... no está bien.

Jana soltó una carcajada que confundió a Stan, pero su confusión no duró mucho tiempo porque una de las delicadas manos de ella ya había bajado su pantalón junto a sus bóxers. Su miembro estaba expuesto y se sintió avergonzado por no saber si su tamaño le parecería bien. Había evitado todo el tiempo pensar en eso porque su autoestima terminaba por el piso.

Todas esas cuestiones se borraron de su mente en cuanto sintió la cálida y húmeda lengua de Jana lamer su glande. Soltó un gruñido gutural que jamás pensó escuchar en sí mismo.

Pensando que no podía ser mejor, ella lo metió completo en su boca, mientras aún lo frotaba con su lengua. Todos sus sentidos parecían anestesiados por el placer y la excitación que corrían por su cuerpo.

Bajó la mirada aún incrédulo para ver a Jana lamerlo como si fuera una paleta, parecía gustarle y tener mucha experiencia. Le pareció que se veía hermosa, como si estuviera haciendo otra de sus travesuras, como cuando lo arrinconó para saber su nombre. A sus ojos ella no tenía defectos, la amaba claramente.

—Jan... voy a... —trató de advertirle para que se apartara, pero ella no lo hizo y continuó succionandolo y lamiéndolo.

Ya no pudo contenerse y se corrió estrepitosamente en su boca, Jana se apartó provocando como consecuencia que parte le manchara el rostro.

Stan respiraba agitado volviendo a recuperar su cordura y raciocinio. Para luego volver a perderlo y entrar en pánico al ver la imagen tan obsena entre sus piernas. Su miembro volvió a ponerse tan erecto que le tocaba el estómago.

Jana estaba medio desnuda, arrodillada en el suelo, con semen... no, con SU semen cubriéndole parte del rostro y chorreando por sus carnosos labios hasta bañarle parcialmente los pechos. La vio tragarlo con gusto, dejándolo estupefacto y lo miró con una sonrisa.

—¿Otra vez? —preguntó al ver su nueva erección— déjame respirar un poco—se burló.

Pero antes de siquiera poder pensarlo, tocaron la puerta.

—Stan, ya está el desayuno—dijo su madre, mientras trataba de entrar—¿Por qué tu puerta está cerrada?

—Debes irte—susurró espantado y se puso de pie prendiendose el pantalón lo más rápido posible.

Jana se puso de pie algo sorprendida por el cambio tan repentino de situación, se puso la bluso, tomó sus zapatos y salió por la ventana.

Stan la cerró ni bien ella pisó la tierra sin siquiera decirle adiós. Fue tan brusco que se sintió una idiota, se limpió la boca y se peinó un poco el pelo con los dedos.

Aunque se viera medianamente decente, personalmente se veía como una puta de segunda. Lo había arruinado, Stan no era como los demás chicos con los que estuvo, era correcto, de la clase que se casa y tiene hijos, no de los que se mueren por un colapso nervioso luego de drogarse.

Algunas lágrimas mojaron sus mejillas, rogaba no haberlo asustado, era lo mejor y único que tenía ahora, no podía perderlo por comportarse como una zorra.

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Tardé muchísimo, pero no pueden negarme que volví muy bien.

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⏰ Última actualización: Nov 07, 2020 ⏰

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𝑻𝒂𝒈 ¦ 𝑆𝑡𝑎𝑛 𝑈𝑟𝑖𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora