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—¡Auch!—exclamé al ser golpeado en la cabeza por Richie—¡¿Por qué fue eso?!

—Por idiota—contestó Eddie.

Yo no comprendía bien lo que pasaba, estabamos en la habitación de Eddie viendo una película... bueno, nadie la estaba mirando en realidad ya que mis amigos estaban más interesados en golpearme que en otra cosa.

—E-Exacto—le siguió Bill.

—¿Ahora qué hice?—sin duda mí indignación era más grande que la idiotez de Richie.

—¡Debiste haberla besado!—habló Eddie con obviedad, a lo que Bill asintió con la cabeza.

—A ver rulos, cuando una chica te mira con dulzura es momento de dar un paso más. Es algo que TODOS los HOMBRES sabemos...—sonrió Richie —pero al parecer tu no—suspiró con cansancio.

—Si no cierras la boca te juro que te haré tragar tus anteojos, Richie—amenazé—¿era necesario golpearme para decir esa estupidez? y no se me ocurrió porque no soy alzado como ustedes.

—Sí... creo que eres maricón—soltó de repente Eddie.

¿Qué? ¿a qué viene eso? Fruncí el ceño y lo miré con bastante intriga.

—¿Por qué?—pregunté.

—P-Porque un he-heterosexual n-no pensaría así fre-frente a una chica t-tan linda c-como Jana—respondió Bill.

Sinceramente, no sabía qué contestar ante el tonto reclamo que acababan de decir mis amigo. ¿Era gay por no querer ir rápido? ¡apenas la conozco!

—¡Por favor, chicos! no digan idioteces—exclamó Richie, lo miré incredulo, ¿desde cuándo me defiende de algo así?—Si Stanley fuera maricón ya lo sabríamos—le sonreí levemente, creo que él no es tan idiota como parece—ya se me hubiera declarado si lo fuese—hablé muy pronto.

—¡No soy gay! ¡me gusta Jana! pero la conozco hace menos de una semana y a duras penas hablamos, ¿qué tal si es una loca obsesiva como su hermano?

—Bu-Bueno... p-por lo me-menos es agradable q-que ella te golpeé, antes de desma-yarte ti-tienes una gloriosa vi-vista—bromeó Bill.

Reí levemente y ahí acabó el tema de Jana. En esos momentos me doy cuenta de que a mis amigos les encanta opinar sobre mí vida, no me molesta en lo absoluto, después de todo queda en mí aceptar o no sus consejos.

[...]

Narra Jana

—Asi que te tocó ir a detención con el judío al que tu hermano molesta—dijo Maggie.

—Sí, se llama Stan—contesté. Me molestaba que ella lo llamara así, que sea judío no era algo que debiera importar.

—Es lo mismo, sabes que no lo digo de una forma despectiva... —Maggie se recostó sobre el tejado de mi casa mientras le daba otra calada a su cigarrillo—Y... ¿te gusta?

—M... es lindo—suspiré.

—¿No crees que Henry y Gretta se enojarán si te ven con él?

Solté una risa traviesa y me acosté a un lado de ella mirando las estrellas.
M

eg tenía razón, pero no contaba con el poco porcentaje de cerebro que tenían ambos mencionados.

—Creo que es obvio que lo sé, pero tu sabes que, tanto como soy un genio para hacer esplotar a las personas, puedo hacer que hagan lo que yo quiera...—contesté—mira, te doy un ejemplo—le quité el cigarrillo de la mano y lo apagué.

—¡Oye!—exclamó.

—Te apuesto cinco dolares a que esta noche no fumarás más—afirmé.

—M... está bien—sonrió con sarcasmo.

Tomó la caja de cigarrillos y colocó uno en su boca, pero antes de que lo encendiera se lo quité de entre los labios al igual que la caja completa y los arrojé por el techo.

—¡Mierda!

—Sí... me debes cinco dólares y un "gracias" por darte unos cuantos minutos más de vida.

—¿Por qué no le dices eso a tu hermano?—exclamó ofendida.

—Porque me mataría—reí.

Henry era un idiota frente a todos, pero sólo yo sabía lo que habíamos pasado juntos.
Él soltaba su ira siendo un bravucón.
Yo la soltaba manipulando y volviendo loca a las personas.
No sé si Stan era otra de esas personas, pero sabía que no necesitaba usar ninguna máscara, era yo misma cuando estaba Uris presente.

𝑻𝒂𝒈 ¦ 𝑆𝑡𝑎𝑛 𝑈𝑟𝑖𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora