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|Stan|

Abrí los ojos alarmado al escuchar cómo la ventana detrás de mí se abría lentamente. El corazón me latía demasiado fuerte y no podía respirar, había vuelto... venía a matarme... nos venía a matar. Mi madre me encontraría sin cabeza, con las sábanas manchadas de sangre y olor a podrido. Mí estómago estaría abierto y mis intestinos regados por toda la cama...

—Stan... —escuché un suave susurro en mi oído.

Mis músculos se relajaron, era Jana. Me volteé a verla fingiendo estar adormilado y le sonríe.

—Lo siento—se río tímidamente—¿te desperté? Que pregunta estúpida, obviamente lo hice... es que... no sabía a dónde ir.

Me senté y prendí la luz del velador, a lo que ella procedió a sentar en la punta de mi cama como indiecito.

—Está bien, no me molesta—le sonríe con amplitud, refregandome mis ojerosos ojod—. Me gusta ser a quien recurres cuando tienes problemas. ¿Pasó algo malo?

Soltó un suspiros y jugó nerviosamente con sus dedos. Tragó saliva nerviosa y comenzó a hablar...

—Henry está muy violento últimamente, comienzo a pensar que tiene... —un par de lágrimas salieron de sus ojos—es que ni siquiera lo puedo decir—susurró entrecortadamente por culpa de un sollozo—tiene ciertos impulsos raros, en donde siento que me quiere...

Fruncí el ceño confundido, esperando que lo que fuera a decir no fuese lo que estaba pensando.

—¿Te quiere qué, Jana?—pregunté preocupado pero ella se quedó callada y continuó con la mirada gacha—¿Henry alguna vez te tocó o algo?—su silencio comenzaba a desesperarme inmensamente. Me hacía sentir un ardor en el pecho y una impotencia increíbles.—Puedes ir a la policía o puedes contarle a tu padre, yo puedo ir...

Me interrumpió rápidamente negando frenéticamente con la cabeza y se limpió las lágrimas con el dorso de la mano.

—No puedo hacerlo, mi padre lo mataría, no tengo duda de eso y si le digo a la policía todo el pueblo se enteraría y aún debo vivir dos años más aquí.—suspiró—Solamente debo evitarlo un tiempo más, jamás logró llegar tan lejos y no lo permitiré.

La abracé lo más fuerte que pude y ella se acurrucó en mi pecho, tratando de brindarle la tranquilidad que yo quería sentir y no podía. ¿Cómo haría el día siguiente a dejarla ir a su casa sabiendo que no estaba segura? Tampoco podía hacer mucho ya que ella no quería.
Era entendible, es su hermano, con quien jugaba de niña, con quien miraba televisión y dormía cuando tenía miedo a la oscuridad.
Tal vez eso en la cabeza de Henry se veía distorsionado, tal vez Jana había sido la única niña en prestarle atención y curarle las heridas cuando su padre lo golpeaba.
Tal vez al oler su aroma a cerezas por unos segundos dejaba de sentirse como su hermano y se sentía como un niño. Tal vez porque jamás entendió o le explicaron qué era el insesto y que estaba mal.

—¿Stan?—la escuché frágil, con la voz temblorosa.

—¿Mjm?—acaricié su cabello.

—Te amo—dijo claramente.

En su tono no había duda y obviamente sus palabras me sorprendieron.
No pude contestar, me quedé en silencio. Aunque quería corresponderle no podía, mejor dicho no quería, no quería que mi primer te amo fuera cuando me confesó los actos insestuosos de su hermano hacia ella. No quería que lo recordara así.
El silencio no era incómodo y a ella no le molestó que no contestara, asi que continuamos así un rato hasta que la escuché suspirar profundamente dormida. Al acostarla vi cómo sonreía absorta en su sueño... me hubiese gustado saber qué estaba soñando...

𝑻𝒂𝒈 ¦ 𝑆𝑡𝑎𝑛 𝑈𝑟𝑖𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora