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P L A Y L I S T: The Run and Go.
(No sé si vieron la serie en la que se basa el vídeo, se las recomiendo, se llama The End Of The F***king World y es de Netflix está buenísima me encantó)

—Estás loco, que ella haya dicho eso no quiere decir que se me esté incinuando—aclaré mientras llevaba una cucharada de helado a mi boca.

—E-en est-t-to apoyo a-a Stan—tartamudeó Bill—, J-Jana no ti-tiene esa rep-putación de f-fácil.

—Exacto—contestó Eddie.

—¿Quién es Jana?—preguntó Mike.

Cierto, él no estaba cuando hablamos en la semana. Mike sólo estaba con nosotros los viernes y sábados, no podíamos más porque Eddie, Richie, Bill y yo teníamos demasiada tarea o él trabajaba junto a su abuelo en el matadero.

—Es una chica de la escuela, Stan está loco por ella—contestó Edds.

—Genial—me sonrió Mike.

—No tanto, es hermana de Henry Bowers—agregó Richie.

Mike se sorprendió bastante. Supongo que no se esperaba eso de uno de nosotros, bueno, tal vez sí pero no de mi, eso seguro.
Yo era el más responsable, pero esto era algo que no podía controlar.

[...]

Jana llegó a las 06:38 a mi casa, sin duda había otra diferencia entre nosotros, yo soy extremadamente puntual, ella... no mucho. Pero esa es la gracia de esto ¿no? que te guste alguien distinto a ti, que... complete esa parte de ti que no tiene tu personalidad.
Al abrir la puerta vi a Jana con una sonrisa deslumbrante.

—Hola—saludé.

—¡Hola!—me saludó con su mano.

—Y... ¿qué quieres hacer?—pregunté después de cerrar la puerta.

—¿Tu habitación es la que da al tejado?

La miré extrañado, eso era raro, pero no podía esperar normalidad de ella.

—S...í.

—¡Genial!

Me tomó de la mano y me jaló escaleras arriba, me reí ante su entusiasmo pero no me opuse, quería ver a dónde me llevaba.
Llegamos a mi cuarto y...una loca idea cruzó por mí cabeza...¿qué era lo que quería hacer? no puede ser lo que creo, no.

—No puede ser, Stan, sin duda me sorprendes—dijo observando las paredes color azul sin decorar.

—¿Qué?—pregunté.

—¡No puedo creer que entré a la habitación de un chico que no tiene pósters de conejitas Playboy o algo así!—rió y se sentó en mi cama.

—O...existe la otra opción, es la primera vez que entras al cuarto de un chico decente—me acerqué a ella.

—M...¿te cuento un secreto?—me tomó de la mano y me jaló para que me sentara a su lado, estábamos a centímetros. Asentí con la cabeza dándole a entender que siguiera hablando—es la primera vez que entro al cuarto de un chico además del de Henry.

Esto me gustaba, su cercanía, me hacía sentir...nervioso pero me encantaba. Ella lograba ponerme así, porque Jana desde el primer momento en que la vi logró desestabilizar mi mundo y ponerlo de cabeza.

—Me gustas—solté de repente.

Jana colocó un mechón de cabello detrás de su oreja y sonrió.

Narra Jana

Stan pareció perderse en mi por unos segundos, su semblante era serio, pero no como el cotidiano en él. Sino como si tratara de analizar algo...algo como un sentimiento, jaja eso no se analiza tonto.

—Me gustas—soltó como si nada.

—Bueno...por algo vine...¿no?

Okay, logró hacerme sentir lo que nadie jamás logró...nerviosismo. No sé por qué, pero me puso nerviosa.
Stan comenzó a acercarse, pero mi nerviosismo me dominó e interrumpí el momento.

—¡Mira la hora!—él frunció el ceño extrañado—casi son las siete, casi nos perdemos el atardecer.

Lo tomé de la mano por tercera vez media hora y me dirigí a la ventana.

...

—Wow...—dijo Stan contemplado las estrellas.

—Lo sé—contesté—, parece mágico.

Ambos estabamos recostados en el tejado de su casa, las estrellas parecían dar un espectáculo, estaban más brillantes que nunca.

—¿Cómo es que jamás hice esto? es asombroso...

Con delicadeza dirigí mi mano derecha a su mano izquierda y entrelazé nuestros dedos.

—Tu eres asombroso—susurré, él me miró asombrado, solté una gran carcajada—¡Dios, Stan! tu haces que me ponga como una estúpida romántica.

—Bueno...tu haces que mi mundo quede de cabeza...

De nuevo esa mirada, esa seria que mostraba dulzura y que nos llevaría al primer beso, pero no, todavía no quería eso.

—Sí, suelo causar esa sensación en las personas—bromeé a lo que él rió.

Aun no podía besar a Stanley, por más que quisiera.

𝑻𝒂𝒈 ¦ 𝑆𝑡𝑎𝑛 𝑈𝑟𝑖𝑠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora