SALVADA POR AMOR

CAPITULO IV: AMOR ACCIDENTADO

Cuando abrí los ojos me di cuenta que  había dormido mas de lo normal, los recuerdos de la noche anterior llegaron golpeando mi mente, haciéndome sentir triste y desolada. Decidí que no lloraría más, salí de la habitación y entre a la que siempre había sido mía. Después de darme un baño y arreglarme bajé para desayunar. 

Cuando estaba cerca de la cocina una voz que ya conocía detuvo mi camino llamándome por mi nombre.

- Isabella.

Me voltee y sin responder al saludo de Charles lo encaré.

- ¿Qué haces aquí? Pensé que te había quedado claro que no quería volver a verte. - Me crucé de brazos sin desviarle la vista en ningún momento.

- Necesitamos hablar, ven vamos al despacho. - se dió la vulta esperando que yo lo siguiera pero solo lo ignoré y seguí mi camino a la cocina, tenía una hambre feroz y necesitaba ingerir alimento antes de que desfalleciera.

- ¡Isabella te estoy hablando! Es sobre tus padres. - Su rostro era serio y duro y cuando mencionó a mis padres obviamente tenía que escuchar lo que iba a decirme, quizá era algo que me serviría para descubrir la verdad.

Entramos al despacho y me senté frente a el, me miró y me entregó unos papeles de los cuales no entendía nada, solo que eran del banco.

- Necesito que vayamos al banco, parece ser que tu padre dejó una caja que solo se te entregará a ti, no me preguntes que es por que yo tampoco lo sé. Quiero que estés lista saldremos en dos o tres horas. Se que me odias Isabella pero tienes que entender que si te mantuve en internados no fue por que no te quisiera, lo hice para protegerte por que no quería que te pasara lo mismo que a ellos. ¿Me entiendes? - su voz era mas dulce como si de verdad fuera real, si yo fuera tonta me tragaría ese cuento pero algo dentro de mi me dice que está mintiendo, Charles es solo un perro interesado y seguro ambiciona mi herencia y nada más.

- Por supuesto Charles, nos vemos en dos horas pero primero tengo que desayunar y cambiarme por que no puedo presentarme en estas fachas. - dije señalando mis jeans desgastados, la camiseta blanca y mis flats rojos. Salí de allí y por fin pude degustarme con el rico desayuno que había preparado Luisa, la empleada doméstica.

Subí a mi habitación y me fui directamente al armario, me decidí por un vestido suelto de color verde menta  que me cubría un poco más de la mitad de los muslos, lo acompañé con un cinto en la cintura en color negro y unos tacones del mismo color, amarré mi cabello en una coleta y me maquillé de manera muy natural. Me coloqué unos aretes de plata a juego con unas pulseras y un reloj muy femenino, antes de salir tomé una cartera Chanel negra y metí mi Iphone. Cuando me sentí lista bajé para encontrarme con Charles justo en la entrada, al parecer estaba esperándome y por su cara parecía bastante desesperado.

- Ya estoy aquí, será mejor que nos vayamos. - pasé delante de el sin prestarle la mínima atención.

El camino fue bastante aburrido así que decidí sacar mi  móvil y jugar para des aburrirme un poco. Cuando sentí que el auto se detuvo y escuché maldecir a Charles decidí guardar mi teléfono y ver que pasaba.

Mucha gente se arremolinaba para ver que sucedía, charles bajó del auto y yo lo imité para averiguar que estaba sucediendo, una chica morena le soltó unos cuantos insultos a Charles, allí en medio de todos había un chico tirado junto a una moto. Todo parece indicar que el bruto de mi tío acababa de atropellar a esa pareja, la chica había salido bien librada pero el chico estaba sentado en la calle con muchos raspones y golpes junto a una motocicleta. Yo me acerqué para ver si estaba bien.

- ¿Cómo estás? - el chico levantó su cara mirándome directamente a los ojos, ¡Por Dios es guapísimo! Moreno, parece latino, sus ojos verdes me miraban haciéndome sentir, como tontamente dicen los enamorados, mariposas en el estómago. Mi mirada bajó para darme cuenta que  tiene un cuerpo de infarto. Creo que estoy viendo al hombre más perfecto de todo el planeta.