SALVADA POR AMOR

CAPITULO XV: HERMOSO DESPERTAR

El dolor de cabeza me es insoportable, abro los ojos poco a poco hasta que pueda acostumbrarme a la luz proveniente de los rayos solares  que se cuelan entre las cortinas del ventanal, el primer pensamiento que cruza mi mente es ¿Dónde estoy? y ¿Donde está Daniels? Lo último que recuerdo es que el estaba atado en una silla y el maldito de Charles intentando aprovecharse de mi, el golpe que me había propinado había sido tan fuerte que me había hecho perder el conocimiento, lo que para mi desgracia me dejó ignorante ante lo que sucedió después.

Intento levantarme pero me siento un poco mareada, quizá el cansancio por fin está haciendo estragos en mi cuerpo, últimamente había perdido mucho peso, cualquiera diría que era una típica anoréxica pero eso estaba más lejos de la realidad que la distancia entre el el sol y la tierra. Decidí mantenerme acostada con la ilusión de que alguien cruzara la puerta para poder preguntar sobre lo que había sucedido con Daniels, la espera es larga y después de media hora comienzo a desesperarme.

El sueño me vence y me cobija entre sus brazos, no estoy segura de cuanto tiempo ha pasado hasta que escucho una voz que me llama por mi nombre.

- Te amo tanto Isabella  - me aferro a esas palabras e intento que mis ojos se abran, los párpados me pesan - Yo no podría vivir sin tí bonita - hago un esfuerzo sobrehumano por aclarar mi mirada y lo veo allí sentado junto a mí, me mira con alegría y se lanza hacia mí, me abraza y me da un beso que me ha tomado por sorpresa pero que no me es indiferente, mi cuerpo reacciona instantáneamente a su contacto y a pesar de que estoy débil mis hormonas se aceleran a una velocidad increíble. Lo rodeo con mis brazos apretándolo a mi boca, siento  el aroma varonil invadiendo mis fosas nasales.

Escuchamos como alguien se aclara la garganta y el se separa de inmediato, sus mejillas se tiñen de rojo y yo sonrió al ver lo nervioso que está por la situación tan chistosa en la que nos ha encontrado el médico.

- ¡Buenos días señorita Wellinstone! - me saluda  y le respondo cordialmente, es un hombre joven y atractivo aunque jamás como el chico que me hace suspirar. - Veo que ya se ha despertado.

- ¿Qué a pasado? - pregunto y paso mis ojos de Daniels al médico en espera de una respuesta que deje satisfecha mi curiosidad.

- Yo le hablaré del motivo por el que usted sigue en este hospital, las otras dudas me temo que  tendrá que preguntárselos a su novio que por cierto no me ha dejado tranquilo durante toda la semana preguntándome por su estado de salud - las palabras se atoran en mi garganta, el médico ha dicho semana, mi turbación es desesperante y difícil de esconder, mi mirada se posa en Dani que me mira con esos hermosos ojos verdes que me tranquilizan aunque no me hacen olvidar las preguntas que le haré nadamás que nos deshagamos del tipo de bata blanca que me mira con desaprobación.

- Dígame doctor - suspiro y trato de mostrarme tranquila aunque los nervios amenazan con volverme loca.

- Usted recibió un fuerte golpe en la mandíbula que la dejó inconsciente, presenta un ligero cuadro de desnutrición, la hemos mantenido dormida para poder darle todos los nutrientes que su cuerpo necesita. Despertó hoy pero no por consecuencia del golpe si no a causa del sedante que se le ha estado administrando.

- ¿Desnutrición? - hice una cara de desacuerdo - Se que estoy delgada pero creo que decir esa palabra es demasiado. 

- Se equivocada , su índice de masa corporal está muy por debajo del normal. Le voy a preguntar algo pero necesito que me hable con la verdad. - yo asentí casi adivinando el rumbo que tomaría esa conversación - ¿Padece anorexia o bulimia?

- Por supuesto que no - le respondí inmediatamente - se que estoy demasiado delgada pero creáme que no es por padecer un trastorno alimenticio, lo que pasa es que he estado sometida a mucha presión, demasiados problemas y no he reparado en alimentarme sanamente, ni siquiera recuerdo cuando fué la última vez que comí bien.