CAPITULO IX: MI VIDA... UN INFIERNO

3.9K 300 6
                                    

De solo recordar la manera en la que habían golpeado a Daniels hacía que las lágrimas asomaran mis ojos sin poder evitarlo. Después de curar las heridas que le causaron  llegó la señora Martha y  Laura con ella, Dani les inventó que trataron de asaltarnos, algo que yo sabía que no era verdad pero no tenia ningún derecho a preocuparlas por lo que preferí cerrar la boca y no decir la verdad aunque eso me hiciera sentir muy mal. Cuando Dani se quedó dormido por el efecto de los medicamentos que le había dado su madre me despedí de ellas, estaban muy preocupadas por lo que había sucedido y me pidieron que tuviera mucho cuidado,                 Cuando llegué hasta donde estaba el auto donde aguardaba el chofer subí al asiento trasero.

- Llévame a casa por favor. - durante el camino a casa no dije nada, la rabia y el dolor estaban apoderados de mi cuerpo y mis acciones pero tenía que ser más dócil para ganarme la confianza de Charles y poder descubrir algo que lo inculpara.

- Hemos llegado señorita. - la voz de ese hombre me trajo a la realidad, una realidad que estaba odiando vivir y que anhelaba que solo se tratara de una maldita pesadilla.

- Sí, gracias - me bajé del auto y tratando de parecer lo más serena posible entré a la casa imaginando que Charles estaría allí esperándome, pero para mi sorpresa no había nadie solo Luisa.

- ¡Buenas noches señorita! - me saludó nada más verme entrar.

- ¡Buenas noches Luisa! - la saludé con una sonrisa - ¿No se encuentra Charles? - pregunté bajando un poco la voz y  recorriendo con la mirada la estancia donde nos encontrábamos.

- El señor la está esperando en el despacho -  de solo escuchar esas palabras se borró la poca alegría que había en mi aunque debí suponerlo ya que  siempre quiere estar pendiente de lo que yo hago.

Caminé en silencio hasta quedar parada frente a la enorme puerta de madera que daba al despacho, me tranquilicé mentalmente convenciéndome a mi  misma de que todo lo que haría valdría la pena con tal de descubrir la verdad de lo que había sucedido ocho años atrás. Mostré la educación que nunca había mostrado hacia Charles y llamé a la puerta, escuché su voz.

- Pasa Isabella - tan seguro estaba de que yo iría a verlo, desgraciado si supiera las ganas que tengo de matarlo. Abrí la puerta y allí estaba sentado detrás del escritorio de mi padre.

- ¡Hola Charles! - me senté quedando frente a el - Me dijo Luisa que querías hablar conmigo.

- Sí... necesitamos hablar -  bajó la mirada y después la fijó en mi haciéndome sentir escalofríos al ver la maldad que reflejaban esos ojos azules. - Respecto a lo que pasó en la mañana....

- No te preocupes Charles, todo olvidado. - una sonrisa cínica asomó sus labios y me dejó petrificada con las palabras que escuche salir de su asquerosa boca.

- ¿Olvidado? Para nada muñeca, esto apenas es el comienzo, quiero que seas mucho más condescendiente conmigo, con tu querido tío. - se echó hacia atrás en su asiento colocándose las manos en la nuca.

- ¿Q... qué estás tratando de decir? No entiendo Charles - por supuesto que sabía a que se refería, pero me negaba a creer que fuera real esa propuesta tan sucia y denigrante. Yo no sería capaz de llegar tan lejos, una cosa era ser amable y otra acostarme con el hermano de mi padre.

- Está bien, te lo diré en palabras claras para que me entiendas y no te quede duda de nada - se levantó y se puso de pié detrás mío, los nervios me mataban, sentí pánico y por un momento pensé en salir corriendo de allí pero no podía, tenía que lograr calmarme y ganarme su confianza para dar con la verdad. - Isabella - sentí como su mano movía mi cabello hacia un lado dejando libre y desnudo mi cuello - Quiero que seas mi mujer - esas palabras se clavaron como puñal en mi corazón, de verdad no entendía como ese monstruo podía desear como mujer a su sobrina.

- ¿Qué? - un sudor frío comenzó a brotar por los poros de mi cuerpo, el miedo y la adrenalina me tenían congelado manteniendo mi cuerpo pegado a esa silla. La respiración del maldito bastardo de Charles me golpeaba el cuello llenándome de asco y repulsión hacia el y a mi misma por permitir que las cosas lleguen hasta este punto. - Esto no es correcto Charles - le dije levantándome como un resorte de mi lugar y moviéndome hasta otro extremo de la habitación tratando de poner distancia entre los dos.

- ¡Tu crees que me importa lo que es correcto? - me dijo con voz cínica - si no quieres que le pase nada al muerto de hambre que dice ser tu novio será mejor que me obedezcas - con grandes pasos llegó hasta mi acorralándome contra la pared, colocó sus brazos a mis costados y trató de besarme pero gracias a Dios voltee a tiempo mi rostro y el beso quedó en mi mejilla pero el bastardo no se conformó con eso, bajó su boca y comenzó a  bajar por mi cuello, sentí una de sus manos en mi trasero y aunque traté de ignorar lo que pasaba no pude contenerme y comencé a luchar con el tratando de librarme de sus brazos pero me era muy difícil ya que la diferencia de fuerzas era evidente, pero en el forcejeo le di una cachetada que sin importarle nada me la devolvió doble haciéndome sentir la cara llena de ardor y dolor.

Creo que Dios estaba de mi lado por que unos golpes en la puerta lo hicieron alejarse dejándome allí humillada con los ojos inundados de lágrimas, asco y dolor.

- ¿Quién es? - preguntó casi gritando y mirándome.

- Señor lo busca una mujer, dice llamarse Holly Carter.

- Maldición, vete de aquí pero te juro Isabella que aún no acabo contigo. - me quedé inmóvil sin saber que decir, me limpié las lágrimas que caían de mis ojos como gotas de lluvia en un huracán. - ¡Que te largues maldita escuincla! - me gritó, sus ojos estaban llenos de ira y odio así que para no empeorar las cosas con paso decidido salí de allí corriendo sin siquiera detenerme a ver quien era la morena que estaba allí parada esperando al maldito cerdo que tenía por tío.

Subí las escaleras y nada más llegar a mi habitación me encerré poniéndole cerrojo a la puerta, corrí al baño a vomitar, me sentía asqueada por lo que había ocurrido, abrí el grifo de la regadera y sin siquiera quitarme la ropa me metí bajo el chorro de agua tratando de limpiar mi cuerpo.  

Con los ojos llenos de lágrimas y los sollozos que salían de mi garganta cubriendo el silencio de mi habitación salí de la ducha tomé una toalla y me dispuse a ponerme la pijama para acostarme, aunque antes de eso coloqué un pequeño sofá pegado a la puerta, aseguré las ventanas y me acosté tratando de conciliar el sueño algo que sabía que me costaría muchísimo trabajo. Miles de preguntas llenaron mi mente al darme cuenta del infierno que estaba por vivir. Es un maldito degenerado, ¿Cómo puede ser mi sangre? No sé lo que haré pero jamás seré la mujer de ese ser tan sucio y  perverso de ser así prefiero morirme. 

----------------------------------- 

MIL DISCULPAS POR EL LENGUAJE UTILIZADO, ESPERO QUE LO QUE LEAN NO LES INCOMODE.

OJALÁ COMENTE Y VOTEN POR ESTA NOVELA. MIL GRACIAS. 

SALVADA POR AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora