-¿A dónde vamos?- dijo, mirando hacia la ventanilla.
Su rodilla golpeaba el salpicadero; estaba inquieto. Sus ojos viajaban por todo el coche, esquivando mi cara.
Sonreí. Me gustaba verle nervioso. El efecto que provocaba en él. Así después me sentía mejor cuando me temblaban las manos cuando se acercaba demasiado a mí.
Subí el volumen de la radio.
...so come on let it go
Just let it be
Why don't be you
And I'll be me.Tragó saliva.
-Vale, lo capto, Ella. Buena idea.
Me reí mientras pisaba el acelerador. Era casi de noche, la primera vez que subía en mi coche y Navidad. Era todo tan genial.
Nunca me había sentido tan cómoda con alguien. Cuando estaba con El, siempre acababa conociéndome mejor, porque nunca había sido tan yo con alguien. Ni siquiera conmigo.
Era la primera persona que no me decía tranquila, todo mejorará, porque sabíamos que a veces las cosas no lo hacían. Me susurraba estás triste, estás hecha mierda, y eso está bien.
No insistía con mis no sé, que sabían a no te lo quiero decir. No esperaba nada de mí excepto que fuera yo misma.
Y a la vez lo esperaba todo.
Sabía que no me miraba objetivamente, porque si fuera así ya haría tiempo que se hubiera ido. Temía el día en el que se preguntara qué mierda hacía conmigo.
Siempre me pregunté qué veía la gente que estaba ciega el uno por el otro.
-Vamos al puerto- exclamó cuando aparqué.
Cogí mi cámara del maletero, y también le cogí a él de la mano con la excusa barata de guiarle. Solo utilizaba excusas para acercarme a él. Tienes algo en el pelo. Hueles tan bien.
Era una estúpida.
Él también, porque sus excusas eran aún peores.
-No entiendo por qué la gente deja de venir cuando acaba el verano- comenté escalando las piedras-. Sigue siendo igual de precioso.
Mi cámara se balanceó cerca de la piedra, y yo me aparté con brusquedad, chocando contra El.
Me sujetó el brazo.Miré hacia él, y le sonreí. Me di cuenta de que miraba mis labios. Tragué saliva.
Tontatontatonta.
Lo conocía desde hacía meses, y aún conseguía ponerme nerviosa. Siempre parecía la primera vez con él. Siempre era diferente. Era tan profundo.
A medida que lo conocía parecía estar cayendo más profundo en su interior, y lo único que podía hacer era admirar las vistas mientras lo hacía.
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[casi]opea.
Randomtal vez las constelaciones solo sean estrellas rotas cuyos pedazos buscan el camino de vuelta a los otros.