Epílogo.

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-Debby apúrate, ya es tarde -balbuceé con el cepillo de dientes aún en mi boca. Irónico que esté apurando a Debby cuando soy yo la que aún no está lista.

Escupí sobre el lavabo y enjuagué mi boca con bastante agua. Salí y guardé el celular y mi billetera en mi bolso.

-Debby vamos, apaga el televisor ya, Louis nos está esperando.

-En un segundo -pronunció.

Revisé mi maquillaje y peinado por última vez y luego corrí hacia el recibidor, ya era hora de irnos.

-Vamos ya Debby.

Han pasado ocho años ya desde que decidí venirme a vivir con Louis, ocho años de reconstrucción personal y familiar, ocho de empezar mi vida sin ninguna mentira de por medio.

Mi nombre oficial es Sarah Walker (ya que acogí el apellido de Louis como mío al casarnos), tengo 25 años y al día de hoy soy una de las patinadoras artísticas sobre hielo más reconocida del país.

Al poco tiempo de cumplir los 18, y de haber ahorrado bastante, Louis me propuso matrimonio, y yo acepté mucho más que feliz y gustosa. La boda fue muy privada y sencilla, aunque hermosa y diferente; sólo asistió la familia de Louis, Rachel y sus padres y por supuesto Debby, y aunque las invitamos, ninguna de mis compañeras de patinaje quiso venir, curioso ¿no?

Llevamos viviendo en un apartamento del centro desde entonces; económicamente nos va bien ahora que hemos crecido como patinadores y que nos pagan por ser dueños de la academia y realizar ciertos espectáculos en ocasiones especiales.

Ha sido difícil dejarlo todo atrás y seguir adelante, pero con la ayuda de Rachel y Louis he sabido salir adelante. Al principio entré en una depresión horrible, no quería salir de la habitación, tenía pesadillas terribles, no comía, casi no bebía, sólo lloraba y la ansiedad de por esos días no ayudaba mucho.

No sé cómo pasó en realidad, pero un día aparecí en el consultorio de un psicólogo y terapeuta que me ayudó a salir de ese pozo en el que me encontraba. Rachel y Louis se encargaron de complementarme para ayudarme a encontrarme nuevamente.

No más Hannah West.

Hannah West ha muerto, murió en ese oscuro y asqueroso sótano en el cual descubrió la verdad sobre sí misma.

Ahora soy (y en realidad siempre he sido) Sarah Walker, una mujer segura de sí misma y sin temor a nada, con la esperanza de algún día olvidarlo todo y vivir en paz.

-Allí está Louis -la voz de Debby me saca de mis pensamientos por completo y giro a ver a donde señala, y efectivamente encuentro a mi esposo.

Louis está afuera del auto hablando por celular; en cuanto nos ve, sonríe y alza su mano. Le devuelvo el gesto y tomo a Debby de la mano para caminar hacia allí.

Debby ahora tiene 12 años, es una niña hermosa y de carácter fuerte; ha sido difícil para ella también, lo sé, pero a lo largo de los años ha ido entendiendo la realidad y es algo que admiro mucho de ella, porque a muy temprana edad tuvo que desprenderse de cosas que para otros niños de su edad, en ese entonces, eran indispensables, desde cualquier punto por donde se le mire.

Es una niña un tanto delgada a comparación a otras niñas de su edad, lo que le ha favorecido en el ballet y el patinaje también; ahora que ha crecido su cabello rubio ha adquirido un volumen que lo hace muy bello y sus ojos verdes comienzan a sobresaltar.

Es como mi pequeño angelito, la amo tanto que no imagino una vida sin ella; a menudo la gente suele confundirse y pensar que somos madre e hija, por lo unidas que somos.

No subas al ático.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora