Capítulo XX: Maldiciones de Dioses

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Leona

Esta ahora es más que tu tierra, muestra de lo que eres capaz, todo está en ti. Todo de mí.

Xemx desapareció, por un segundo «Eje» apareció frente a mis ojos y supe lo que pasaba frente a mí. Aurelion no muere. Eso lo primero. Diana tiene un Vacío Solar. Eso lo segundo.

El Vacío Incrustado. Un Vacío dentro de alguien utilizado para aislar algún sentimiento o poder. Xemx tocó a Diana para detener su odio hacia mí. Su plan B para evitar que Hënë tomara control del Monte en su ausencia. Poner a su propia elegida en su contra, un plan despiadado y eficaz.

Veo el inicio. Nada existe, todo existe. Hay colores, no hay colores.  El viento sopla mi cara, pero no hay viento alguno. No es necesario respirar, ya que no existo, pero estoy aquí o mas bien, él estuvo allí.
Xemx vio nacer el mundo o el mundo nació con el. Siempre creimos que los dioses crearon todo lo que vemos. Que sus mentes fueron brillantes y fabricaron lo que sentimos dentro de nosotros, pero no es así. Ellos no saben como llegaron aquí. Simplemente se vieron aparecer unos a otros y al ver seres inferiores a ellos nacer, decidieron regirlos, esclavizarlos y al final, adorarlos por la bondad que tenían con simplemente ser casi nada comparado a ellos.

No me explicaron nada, solo lo sé. Llegó a mi junto con «eje» quien no deja de palpitar frente a mis ojos. Esto es lo que soy, es lo que seré de ahora hasta los milenios que me quedan por vivir. Todo morirá ante mi, veré nacer mil dinastías y veré morir miles más. Las que están por venir y las que se fueron y las que están, entre ella... la mía. Mi madre gritó fuerte y papá sostuvo su mano de inicio a fin. Nací sonriendo, no lloré y ante todo eso, Xemx allí, mirándome nacer, sonriendo de oreja a oreja. —Serás tú— dijo derramando lágrimas que se convirtieron en oro al tocar el suelo. Más allá, Diana miraba el cielo en los brazos de su madre, nacimos el mismo dia. Lo sé, ahora lo sé. Destinadas a esto. Hënë la miró de frente —Serás tú— fueron sus palabras secas.

***

Este mundo no pidió un creador, pero todos quisieron el título que no les correspondía. El egoismo y la avaricia fueron los primeros sentimientos y los más dulces. No fue el amor o la felicidad, siquiera fueron de pensar en aquella época, pero Xemx no lo aceptó. Era como un humano, solo quería descanso para todos, por eso se aisló hasta pensar que estaba solo en esta tierra. Hënë llegó a el y calló enamorado de su perdición. Maldiciones de Dioses.

Diana y Aurelion ignoran mi presencia y se baten en un duelo sin fin. Las explosiones hace temblar aquí y sin duda, en la tierra. Las violentas fauces de Aurelion se mueven serpenteantes esperando el momento para desgarrar el cuerpo de Diana, pero esta no se lo deja fácil. sus movimientos son cautelosos. Paso atrás, estocada. Desliza, bloqueo y así hasta que llegue el momento de acabarlo con poder Lunar.

- Morirás aquí - brama Aurelion, la respuesta de Diana fue una simple sonrisa de suficiencia. Su confianza baila en el borde de un acantilado.

Un rugido ensordecedor me pone en máxima guardia, dejé de mirar los pasados que invaden mi cabeza y vi cómo la espada de Diana salía del lomo de Aurelion. Había perforador un lugar bastante grave.

- ¡Humanos insolente! - ruge y expulsa a Diana con energía que salió de cada espacio que hay entre sus escamas. - Basta de preámbulos - completa y gira dándonos la espalda. Me dispongo a darle persecución, pero mis reflejos son impecables. Por pura inercia, mi antebrazo bloquea la patada que Diana me lanza. Sus ojos están inyectados de emoción y furia.

- Elegida del sol - susurra y muestra sus dientes enloquecida de ira. - Ven... ven, el dragón ya no estorba. No tengo tiempo de pensar viendo lo fuera de si que está Diana. Su vacío aún no está activo. Sé cómo funciona, pero sé que puede fallar.

Corro directo a ella y me copia lo mismo. Mi escudo se materializa nuevamente en mi brazo y la espada solar en el otro. Cómo una escaramuza de mil hombres, me dirijo con toda confianza hacia ella. 

-¡MUERE!- grita esta al ver un espacio abierto entre mi brazo y el escudo, pero es un truco. Cuando las esferas lunares aparecen para estallar en contra mi cuerpo, lanzo mi escudo contra la primera y las otras dos siguen el mismo camino. Diana se sorprende y en ese momento se que debo hacerlo.

Mi mano entra de pleno entre sus senos, atravieso sus costillas, siento cómo se rompen contra las puntas de mis dedos, pero lo único que se rompe es la represa que contenía mis lágrimas y mi alma. Diana. "Oh, mi hermosa Diana". Dejo su cuerpo inmóvil en el suelo y corro a toda prisa donde el Forjador de Galaxias mira desesperado. 

Mete sus garras en la nada y abre un agujero como quién abriría un lata con dos cuchillas. - No hay escape para el Monte - dice mientras atraviesa la gruta a toda prisa. Me pongo en marcha dejando atrás a Diana. Su cuerpo reposa en el suelo con un agujero oscuro donde se le escapa la vida en el rojo espeso y puro de su sangre. Sus cabellos blancos resaltan el el vacío suelo que ahora se tiñe de rojo puro. Puro cómo una vez lo fue ella. Por un segundo recordé cómo Pantheon me sacaba de la batalla que tuve en el templo con ella. Donde por primera vez, nuestros caminos se separaron, por siempre.

***

Aurelion vuela directo a la cima del Monte donde la batalla de tierra no tiene fin. Veo a Kahn repartiendo castigos a cada reptil que se acerca. Elyak descansa a su espalda y una pila de cadáveres aumenta frente a ellos. Jarvan y Shyvana de igual manera corren juntos, atravesando las filas enemigas con golpes y embestidas sincronizadas, son auténticos seres de batalla.

Taliyah lanza rocas, viendo directamente a Taric, quién golpea una y otra vez con un estilo único.

La velocidad de Aurelion aumenta y siento el poder que se acumula no en sus fauces, ahora es en el su medio, todo ese poder que siento es capaz de acabar con medio Valoran y los demás los sienten también. Tanto que en vez de continuar su batalla, empiezan correr. Las filas de los reptiles se dispersan y el pánico estalla a otro nivel. Taric mira lo que podría perfectamente ser un asteroide amenazando con destruir todo. 

- Me llaman cometa. Me llaman dragón. No tienen palabras para mi forma verdadera. - dice mientras se estrella de frente contra un extremo del Monte. 

El Monte Targón es un símbolo de fuerza, pocos han sido capaces de llegar a su cima. Más allá de Noxus y las Islas Jonias conocen lo magnífica que es, y ahora, de un día para otro, se está derrumbando por el poder devastador de un se de otro universo.



Prepárense para un final esperado, el próximo es el último de este largo camino.

Diana Y Leona: Inquietud En Lo Alto[League Of Legends] [Acto 2] #PremiosLOL2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora