Memorias perdidas de un Dios enamorado I

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- Mira el poder que trae consigo.- dijo Hënë mirando a la distancia.

Aurelion Sol, El forjador de estrellas vuela directo hacia el Monte Targón, hogar de mis seguidores. Hogar de Leona, mi elegida. No ha pasado mucho tiempo desde que estamos aquí, pero he disfrutado cada segundo, Hënë ciertas veces empieza a hablar y hablar, como si nunca hubiéramos llegado a que nuestros seguidores se aniquilaran entre ellos. O mejor dicho. Que yo hubiera hecho tal cosa. 

Nuestros seguidores eran muy diferentes, se dejaban llegar por polos diferentes, nunca se era de día a la vez que se era de noche. Fácil de comprender

 Hënë camina de un lugar a otro, noto su ira recorriendo hasta el último lugar de nuestro vacío. Mientras da vueltas en la nada, mira fijamente un espacio alejado de Targón. En los inmensos desiertos de Shurima se levantan nuevas amenazas. Amenazas  capaces de llegar hasta nuestra tierra. Diana acabó allí. Torturándose a si misma en las ardientes arenas de Shurima.

 No es fácil verla a los ojos, pero es peor no verlos. Sus ojos tan blancos, están vacíos, pero para mi lo son todo. Sufre, solo sufre por lo sucedido hasta ahora, ver a su elegida vagando en lo más opuesto que pudo haber a su hogar.

¿Qué puedo hacer yo? Me pregunto mientras miro los acontecimientos más cercanos a Leona. Veo el poder deslumbrante que avanza en ella día tras día. Hace apenas ayer desapareció una choza llena de cadáveres que encontraron. Todo a causa de un viejo extremista que usa mi camino cómo le place. Su avaricia no tiene fin, sin duda su muerte ante Leona llegará.

***

Nunca quise llegar a esto, solo buscaba mi propia paz. Esa época en que los dioses convivimos con nuestros seguidores. Haciendo la fé ciega parecer una ridiculez.
¿Porqué dejarlo todo en incógnita cuando puedo pararme frente a todos y decirles "Aquí estoy, soy tu Dios y seguirme te llevará la paz eterna"?
Así debía ser siempre, pero el "Karma divino" azotó mi espalda y con ello, Hënë sufrió.
Enamorarme no fue difícil. Solo mirarla convirtió milenios de existencia en nada y sentí la vida correr en mí con verla una sola vez.

Cuando el ciclo dejaba mi eje fuera de la vista de Targón, y el eje de ella azotaba. Me sentía vivo. Recorría el estanque más cerca de las cuevas y admiraba las danzas de sus seguidores. Ella los miraba con risas y gozo, incluso los tocaba y bailaba con ellos. En una ocasión la vi hacer a niños levitar en plena danza, todos la admiraban, respeto o temor era nada, la amaban, eso se ganó ella.

—Tu presencia ya es habitual por aquí. — dijo sonriendo sin voltear a verme, solo el reflejo del estanque donde se bañaba me dejó admirar esa deslumbrante sonrisa. Su forma mortal era desgarradora para mi alma. Sus ojos largos y grandes. El cabello completamente blanco, suelto cayendo sobre sus hombros.

—Lo lamento...— contesto luego de ser descubierto en mi vergonzoso acto. No fue lujuria lo que me trajo al estanque donde limpiaba su cuerpo mortal, sino que verla solo se me hacía fácil cuando su eje resonaba en lo alto.

— Xemx, Dios del sol.

Sus ojos se fijan en mí y atraviesan mi alma. Siento su existencia recorrer mi cuerpo ser. Amor, eso es lo que experimenté al escuchar su voz dirigiéndose a mí.

***

— Estaremos aquí una eternidad, Hënë...— dije intentando interactuar con ella. Peor que no verla es tenerla frente a mi y que me desolle con el desprecio de sus ojos.
Me miró de golpe y me obligó a mirar el orbe de Diana, su elegida.
Jugaba con niños pertenecientes a una aldea de Shurima. Sus ropajes me indicaban que trataban de seguidores de ma Diosa Tejedora.

Diana Y Leona: Inquietud En Lo Alto[League Of Legends] [Acto 2] #PremiosLOL2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora