La angustia era grande. Ella estaba super asustada, tenía sus pupilas dilatadas y el pecho le subía y bajaba; no entendía bien, ¿qué le habrá sucedido?
- ¿Qué tienes? —Cuestioné— ¿qué te pasó?
Tragó grueso.
—Es algo horrible. —Murmuró.
Me acerqué a ella para tomarla del brazo y llevarla a que se sentara en el sofá. Estaba muy asustada, creo que le daré un poco de agua para que se calme.
—Ya vuelvo. —Le dije.
Me dirigí a la cocina; Saqué un vaso y lo llené de agua. Al volver se lo entregué.
- No creerás lo que miré cuando venía para acá. —Dice, poniendo el vaso de agua en la mesa, después de haber dado un trago. Alcé una ceja, en forma de pregunta. - Era algo ... horrible. —Me miró - Miré a un lobo —sentí una punzada en mi pecho— Se estaba comiendo a un venado.
Me llevé una mano al pecho. Anne lo miró. Sé que si le cuento lo que me pasó a mí me creerá.
—Venía para tu casa para ver como seguías —continúa - Venía en mi bicicleta cuando escuché gruñidos, pensé que era un perro, pero después escuché el ruido de otro animal y entonces fue cuando me bajé y caminé hacia el bosque para descubrir. Era un lobo enorme, era de color gris y ... Estaba devorando a ese pobre animal. —Respiró 一 En cuanto lo vi me quedé paralizada ¿sabes porqué? —Cuestionó— He visto como son los lobos comunes, Carolina, y no son de ese tamaño. —Apuntó. - Después salí corriendo y dejé mi bici sola. Por suerte no me vio o ... Quizá sí pero no me siguió.
La historia de Anne me dejó sin habla. Y más con lo que dijo del lobo, que era enorme, que sabía como eran los lobos comunes. Entonces, ¿estos lobos no son comunes? Porque los que yo miré también eran enormes. Son una manada de enormes lobos hambrientos.
—Entonces, ¿qué crees que sean? —Pregunté. Muy dentro de mí sabía que tenía algo más en todo esto. Nada era lo que parecía.
Negó con la cabeza pensativa.
—Lo más extraño es que ... —se perdió pensativa. No, olvidalo Es algo loco.
-Cuentame —Animé.
Me miró
—Cuando venía para acá, juro que escuché una voz en mi mente —confesó— Una voz de hombre que me dijo "Te encontré".
Enarqué una ceja. Bueno ... Eso sí nunca me ha pasado, quizás sea el choque de todo esto que la hizo pensar cosas que no son hijo. Quizá solo fue su voz interior, queriendo asustarla. Anne me miraba como buscando algún tipo de respuesta de mi parte. No puedo decirle que no le creo por lo último que dijo pero de lo otro sí y como ella se sinceró conmigo, creo que es lo justo que yo lo haga con ella.
—Anne, te creo —susurré. Excepto lo último, claro. —El día siguiente de mudarme aquí también miré a los lobos, eran tres, iban a comerme pero luego llegó otro lobo negro, enorme y ... Me salvó. -Dije. Solo espero que no se ría en mi cara.
Es increíble que nos estén pasando cosas difíciles a nosotras.
—Te creo también.
Por lomenos ya estaba más calmada. Observé mi casa.
—Así que aquí vivía Scott ... —comentó. La miré de inmediato. —Era el chico que te conté. Al que mataron unos animales.
En eso algo en ella podría reaccionar porque después me miró como si hubiera hecho un gran descubrimiento. Algo que yo ya sabía.
—¡Fueron los lobos! —Exclamó.
Asentí con pesadez.
—¡Oh Dios! —Se llevó una mano a su boca. Pobre Scott. Carolina, si tú sigues aquí estarás en peligro.
¿Dónde había escuchado eso?
Lo mismo me dijo Kayler, pero no los entiendo, digo, entiendo que hay lobos afuera pero no pasa nada si no voy al bosque. Además, Kayler dijo que él me protegería.
—Lo sé —me levanté— Pero esos animales están en el bosque, Anne, y por ningún motivo pienso ir allí. Además, mamá no se irá de aquí. —Admitir, además, irnos significaría no ver más a... Kayler.
Anne relajó los hombros.
—Eso sí. —Se quedará pensativa— Pero, ¿porqué quedarían tan grandes los lobos? 一 solicitó más para ella misma.
—Porque ... ¿Se alimentan bien? —Respondí. Fruncí el ceño, eso no funcionó.
Me miró divertida.
-Lo siento. —Susurré. —Bueno, olvidemos todo este asunto de los lobos y dime qué podemos hacer un domingo para no aburrirnos. —Sonreí.
Ella sonrió también.
—Bueno, podríamos dar un paseo por el bosque —bromeó.
Rodé los ojos.
-Es broma. Quizá podríamos ver una película. —Propuso. No me sonaba muy convincente. —O ir al lago. O ir al pueblo. O ir un pescar.
¿Ir a pescar?
-¿Qué? Eso último no creo que sirva. No tenemos en qué. —Además, estar en lo más profundo del lago no me gusta mucho.
Anne iba a contestar pero otra voz la interrumpió ...
—¡Por supuesto que sí tenemos! —Mamá bajó las escaleras. —Atrás de la casa hay un pequeño voto, en el ático hay cañas de pescar, así que, Chicas, cámbiense, yo haré lo mismo. Nos vemos en cinco minutos. —Volvió a subir las escaleras.
Miré a Anne quién estaba intentando no reírse.
Reí.
—Mi mamá es un poco ... Especial.
Rió
—Me agrada. También no me suena mal lo de ir a pescar. Será bueno olvidarnos de todo esto.
Asentí de inmediato. Subimos a mi habitación para cambiarme. Me puse un corto corto, una camisa de tirantes y unos converse blancos. Le presté a Anne un corto corto, también, junto con una camiseta. Até mi cabello en una cola alta y Anne igual. Estábamos listas.
Bajamos y mamá estaba afuera hablando con alguien de una camioneta. Fruncí el ceño y fuimos a averiguar. Ah, era Mike.
—Carolina, Anne, Mike nos acompañará a pescar. Él sabe mucho de esto.
Sonreí en forma de saludo. Bueno, ya no seremos solo las tres.
—Mike, ¿me ayudarías a traer el voto que está atrás? —Le dijo. El asintió. —Carolina y Anne, ¿podrían buscar las cañas que están en el sótano? —Nos miró.
—Sí, claro —respondió Anne por mí.
La jalé del brazo y nos dirigimos al sótano, nunca había entrado ahí. Antes de llegar a las escaleras para ir a las habitaciones había una pequeña puerta al final del pasillo. La abrí y el horroroso ruido de la puerta molestó a mis oídos.
—Esto da miedo. —Susurró Anne, detrás de mí.
—Espero que haya una luz. —Murmuré, empezando a bajar las escaleras. Estaban algo podridas.
La oscuridad nos invadió, al llegar al piso busqué algún interruptor para cambiar la luz y lo encontré. La luz parpadeó un poco hasta que quedó fija. Anne me tenía del brazo. También lo admito, da miedo.
—Ahora, ¿dónde están las cañas? —Pregunté.
Habían muchas cosas viejas, llenas de tela de araña. Habían muebles y una bici pequeña vieja. Todo estaba lleno de polvo. En un rincón las pude ver.
—Todos están.
Caminé hacia ellas y tiré, estaban algo duras.
—Te ayudo. —Se acercó Anne.
Empezamos a tirar algo fuerte hasta que las cañas cedieron, provocando que cayeramos de nalga al piso. Tosí por el polvo. Eran cuatro cañas de pescar. Luego escuchamos algo caer al piso. Eso me asustó.
Miré a Anne.
-¿Qué. Fue. Eso? —Preguntó, haciendo pausas.
Negué con la cabeza.
No sé, es como si hubiera algo donde estaban las cañas y cayó al sacarlas. —Respondí.
Me inclé hacia abajo para poder ver qué fue lo que cayó. Era como un retrato. Estiré mi mano para alcanzarlo pero mi mano no llegaba.
No lo alcanzo —dije.
¿Qué es? —Preguntó Anne.
—Un retrato.
Estiré más mi mano hasta que por fin lo alcancé.
-Lo tengo.
Lo saqué. Estaba lleno de polvo. Con mi camisa limpié el vidrio para ver quién estaba en esa foto. Al estar completamente limpio pudimos mirar con claridad.
Eran dos chicos. Uno era cabello negro y un poco más bajo que el otro. Y al otro yo ya lo conocía.
Sí que lo conocía.
—Scott y Kayler.
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Enamorándome del lobo (editando)
Werewolf*GANADORA DE LOS PREMIOS OH! 2017* *GANADORA DE LA PRIMERA ETAPA DE LOS PREMIOS MENTES BRILLANTES* (SIN EDITAR) Carolina Lane hasta hace poco ha vivido una vida completamente normal, pero al mudarse con su madre a una nueva ciudad las cosas cambian...