Capítulo 25 | Preparatoria Jhonson. Parte 3.

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Oh, Dios.
Me separé de Kayler, lentamente, sin quitarle la mirada de sus ojos ¿Y ahora qué hago? Kayler mira detrás de mí, en donde se supone está Will, y frunce el ceño. Su mirada se vuelve fría y oscura. Apreté los ojos con fuerza y me dispongo a ponerme de pie.
—Hola, Will. —lo saludé, en un susurro.
Kayler de inmediato se puso a la par mía, rígido. Will me queda viendo con una sonrisa de oreja a oreja y, sin aviso, vino y me abrazó.
—Oh, Dios, te he extrañado tanto. —murmuró. Podía sentir sinceridad en su voz.
Le devolví el abrazo.
—Yo también. —dije.
Cerré los ojos un poco pero luego los abrí al sentir cómo tiraban de la camisa de Will, alejándolo de mí.
Claro. Kayler.
—Kayler. —le amenacé, al ver que se puso delante de mí, mirando amenazante a Will.
—Oye, solo estaba abrazando a mi ex novia. —le espetó Will, también portándose grosero.
Kayler rió sarcástico.
—Tú lo has dicho, ex novia. Ahora es mí novia, y no te quiero cerca de ella. Y mucho menos que la toques. —espetó él.
—Oye, —me posicioné a la par suya.
Nunca me ha gustado que me controlen y mucho menos que digan quién puede tocarme y quién no. La cafetería se había quedado en silencio, todos estaban atentos para ver si se desataba una pelea. Obvio no lo iba a permitir.
—¿Desde cuándo te dejas controlar, Carolina? —se dirigió a mi Will.
Lo miré rápidamente.
—No dejo que me controle. —respondí.
Alzó las cejas.
—Pues parece que él no lo tiene claro. —dijo, mirándolo con odio.
—Cierra la boca, imbécil. —se acercó más a él Kayler, podía ver sus puños apretados.
Ahora sí está muy enojado. Hasta no parece él, o tal vez todavía no lo he terminado de conocer bien... Y eso me preocupa.
Pude divisar a Carla salir de la multitud y dirigirse a mí.
—Carolina, me da gusto que hayas vuelto. —susurró mi amiga.
Le sonreí.
—Lo siento, me lo llevaré. —dijo ella, tomando del brazo a Will; pero él se safó.
—Kayler, por favor. —murmuré, poniéndome delante de él para que me mirara. —No hagas esto. —le rogué.
Sin embargo, se le miraba muy enojado, incluso conmigo. Quizá solo está algo molesto porque no le dije nada sobre Will, sí, ya sé que debí decirle, soy una verdadera tonta.
—Bien. —asintió de mala gana. Me lo comencé a llevar, pero mientras íbamos pasando a la par suya, Will susurró:
—Gallina.
Eso sí que hizo enfurecer más a Kayler, porque rápidamente se soltó de mi agarre y estampó su puño contra el rostro de Will.
Jadeé del susto.
Will cayó al suelo, cubriéndose la zona afectada. Pero Kayler quería más, así que se arrodilló y le siguió dando golpes en la cara. Yo estaba pasmada, como paralizada, solo viendo sin nada que hacer.
Los gritos y murmullos en toda la cafetería no se hicieron esperar.
—¡Kayler, ya basta! —reaccioné.
Tiré de su chaqueta, queriendo que parara.
—¡Kayler! —seguía insistiendo, pero era inútil.
Dios, lo va a matar.
Miré a ambos lados, hasta que encontré a Connor dirigiéndose donde mí, junto con la pandilla de Kayler.
—¡Connor, separalos, por favor! —le rogué.
Me dio una mirada rápida y de inmediato se lanzó a apartar a Kayler y a Will con la ayuda de sus amigos. Él se rehusaba.
—¡Kayler, tienes que controlarte, no puedes perder el control! —le gritó Apolo.
Al final se dejó llevar por ellos hacia la salida.
Yo me dirigí a Will quién estaba tirado en el piso, sangrando, no reaccionaba. Me arrodillé junto a él, mirando su cara llena de sangre. Oh, Dios. Me llevé una mano a la boca deteniendo los sollozos. Esto ha sido mi culpa. Sólo mía.
—Will. —lo llamé, sosteniendo su cara y poniéndola en mis piernas.
Carla se acercó a mí de inmediato.
—¡Hay Dios mío! —se cubrió la cara.
—Carla, tienes que llamar a una ambulancia. —le dije. Ella asintió repetidas veces mientras sacaba su celular y marcaba el número de la ambulancia.
—Caro, —se acercó Vane. Miró a Will y cubrió su boca con ambas manos.
—Vane, tienes que ir a buscar a algún profesor o al director, quién sea. —supliqué.
Es tan raro que no hayan venido.
—Creo que están reunidos en la dirección por eso no han escuchado el alboroto. —explicó—Voy a buscarlos.
Se fue corriendo.
Miré a Will, no reaccionaba.
—Will, abre los ojos, dame una señal de que estas bien, por favor. —susurré.
Como escuchado mis suplicas, se removió un poco y empezó a abrir los ojos lentamente, encontrándose con mi mirada.
—Will, ¿estás bien? —pregunté de inmediato.
Hizo el amago de sonreír, pero al final solo hizo una mueca de dolor.
—La ambulancia ya viene. —se acercó Carla.
—Te pondrás bien. —le sonreí. Podía sentir una lágrima solitaria bajando por mi mejilla.
—Caro, aquí está el director. —llegó corriendo Vanesa.
En eso, el director llegó, seguido por los demás profesores.
—Dios mío, William. —exclamó él.
¿Dónde se habrán llevado a Kayler?
Tengo que hablar con él, esto no se va a quedar así.
—Vane, —la llamé—quédate aquí, tengo que buscarlo. —le dije, haciendo el amago de levantarme, pero Will me tomó de la mano.
Lo miré.
—No, —artículo esa palabra con dificultad—quédate conmigo. Por favor.
—Shhh —lo callé—Me quedaré contigo. No hables.
Kayler me escuchará después.
Minutos después la ambulancia había llegado, los paramédicos acomodaron a Will en una camilla, él seguía sosteniendo mi mano fuertemente. Llegamos a la ambulancia y me subí con él, acompañándolo. No pensé, simplemente me subí. Sólo espero venir antes de que sea la hora de irnos.
¿Dónde estás, Kayler?
Saqué mi teléfono y tecleé el número de Connor. Sabía que Kayler no me iba a contestar.
—Carolina. —dijo, al contestar el teléfono.
—Connor, ¿dónde está Kayler? —pregunté.
—Se han ido. —contestó. —Se han montado al coche y se han largado. Todos ellos.
¿Qué? ¿pero cómo?
—¿Se han ido sólos en el auto bus? —quise saber.
Suspiró.
—No, Caro, ellos se fueron por... En coches. —explicó, pero noté que me iba a decir otra cosa.
—Si no los traían —renegué.
—¿Dónde estás tú? —me preguntó, evadiendo mi comentario. Como siempre.
—Voy para el hospital. No quiero dejar solo a Will.
—¿Quieres que vaya por ti? —me pregunta.
—¿Tú también tienes coche aquí? —inquirí.
—Llego en quince minutos.
Y colgó.
Sí, ya extrañaba sus misterios.
Kayler se ha ido y me ha dejado aquí tirada, era de esperarse, le mentí, se ha metido en problemas por mi culpa y ahora no sé qué vaya a pasar entre él y yo. Además, sea lo que sea no debió de golpearlo, pero también Will no debió de haberle dicho Gallina.
Llegamos al hospital. A Will se lo llevaron a la sala de emergencias, así que me quedé sola en el pasillo blanco del hospital. Me senté a esperar en una pequeña banca que se encontraba por allí cerca. No sé cuantos minutos pasaron pero miré venir a Connor como si nada.
—Hey, ¿cómo estás? —se sentó a la par mía.
—Mal. —respondí.
—Todo va a salir bien. —me calmó. —Por cierto, Anne me dijo que quizá venía en un taxi más al rato. Apolo también la dejó tirada.
Lo miré.
—Kayler me va a escuchar. —murmuré entre dientes.
Me dio una mirada llena de lástima.
—Así es él... A veces no se puede controlar, es muy impulsivo. —explicó.
De eso ya me estoy dando cuenta.
—Familiares de William Soto. —llamó un doctor.
Elevé mi vista.
—Yo soy su... Ex novia. —me puse de pié.
El doctor negó con la cabeza.
—Si no es familar no entran.
—Por favor, doctor, necesito verlo, al menos para despedirme de él, dentro de una hora me voy y necesito cerciorarme de que esté bien. Ya he llamado a su mamá y está en camino. Por favor. Sólo cinco minutos.
Lo de que llamé a la mamá era mentira, ya la llamaré en cuanto el doctor esté fuera de mi vista. Él me quedó viendo un momento, pensativo.
—Está bien, solo cinco minutos. —asintió.
Le sonreí.
De inmediato me dirigí a Connor.
—Vuelvo en seguida. —le dije—Prestame tu celular.
Lo sacó de su bolsillo y me lo dio. Apunté el número de la mamá de Will porque ya me lo sabía de memoria y se lo di.
—Este es el número de la mamá de Will, necesito que la llames y que le digas que su hijo está en este hospital, que venga ya. —susurré para que el doctor no escuchara.
—No te preocupes, ve tranquila. —me sonrió. También le sonreí.
Me dirigí al doctor y lo seguí hasta una habitación grande. Abrí la puerta con demasiada cautela y lo vi. Allí estaba conectado a ese extraño aparato para respirar, ya no tenía sangre en la cara, solo unas curitas que le cubrían las heridas. Entré y cerré la puerta detrás de mí.
Caminé hacia él.
Toqué su mano.
Él al parecer estaba despierto porque abrió los ojos en cuanto lo toqué.
—Hola. —susurré, sonriendo.
Con la otra mano se quitó el coso para respirar.
—Carolina, tienes que alejarte de ese tipo. —habló, con dificultad pero se le entendía.
—¿De qué hablas? —pregunté.
Apretó con fuerza mi mano, pero no al extremo de lastimarme.
—Es peligroso. —continuó.
—Sé que lo dices porque te golpeó, pero eso pasó porque estaba enojado por lo que le dijiste nada más. —lo calmé.
—No, —negó con la cabeza—No es eso. Caro, ese tipo no es normal, es diferente a nosotros. Lo miré, lo miré en sus ojos. —me apretaba con más fuerza mi mano. Ahora sí siento que me lastima. —Él no es como tú y yo, de eso estoy seguro.
Reí sin ánimos.
—Will, estás delirando, es por el medicamento —murmuré, intentando safarme de su agarre.
—No, entiende que él y su pandilla no son humanos. Me di cuanta en la manera en la que me miró cuando me estaba golpeando, sus ojos, sus ojos cambiaron de forma... Como la de un... —hizo una pausa—Como la de un animal.

Enamorándome del lobo (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora