Capítulo 42 | La reunión inesperada.

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     Me quedé quieta, escuchando las palabras de Will ¿iba a venir? ¿Carla y Vanesa también? No puedo creerlo, y justo ahora ¿porqué mamá los llamó? Tendré que hablar muy seriamente con ella, odio que no consulten una decisión como ésta conmigo.
—¿Carolina, estás ahí? —la voz de Will me sacó de mis pensamientos.
—Sí, —susurré, caminando hacia el auto de Anne y sentándome en el asiento del copiloto.
Anne encendió el auto.
—Viajamos casi todo el día, joder, sí que es largo donde vives, pero ya estamos cerca. Creo que llegaremos para el anochecer.
Tragué grueso.
—Claro, aquí los espero.
Corté.
En este preciso momento no estoy para recibir visitas, pero son mis amigos, no les puedo decir que no. Tendré que dejar mis planes de lado y recibirlos con la mejor de mis sonrisas.
—¿Era Kayler? —preguntó Anne. Ya estábamos saliendo del pueblo, buscando el camino a mi casa.
—No, —contesté de inmediato, mirando por la ventanilla. —Era Will. Mamá los invitó a pasar la semana aquí y están por llegar.
—Wow, eso es increíble —musitó. La miré mal—. Digo, es repentino, justo ahora con todo lo que está pasando —se retractó.
Respiré profundo mirando el camino. Me acordé de Kayler, de esa chica que llegó hoy, ni siquera se molestó en decirme quién era, qué significaba para él, me dejó pensando cualquier cosa, sabiendo cómo soy.
—No me imagino cómo se pondrá Kayler, con lo que pasó hace rato en Jhonson. No le gustará para nada. Y menos si duerme en tu casa. —dijo, y no me está ayudando en nada, en serio.
—Anne, eso no ayuda. Además, él está con Alexa y no le reclamé ni nada. —me encogí de hombros, restándole importancia.
—Alejandra —corrigió.
Abrí la boca para decirle algo pero luego la cerré, no quería discutir.
***
Al llegar a casa lo primero que hice es dejarme caer en el sofá, Anne se había ido diciendo que nos veíamos mañana en el colegio y que llevara a los chicos a conocer la preparatoria y la ciudad, que después del colegio podríamos venir aquí y bañarnos en el lago para después, en la noche, hacer una fogata y estar todos juntos platicando de cualquier tontería. Creo que ella ya lo planeó todo muy bien. De todas formas no suena tan mal.
Me puse de pié y me dirigí a la cocina, abrí la nevera y saqué un jugo de caja, bebí dos sorbos y cerré la puerta. Pegué un grito ahogado al ver a Kayler de brazos cruzados arrecostado en la pared. Siempre me asusta.
—¡Me asustaste! —chillé. Ocultó una sonrisa—. ¿No sabes que no hay que asustar a una chica que acaba de ingerir algo? —repliqué.
—Ahora sí. —respondió y se acercó a mí. De inmediato me puse nerviosa. Llevaba unos vaqueros negros y su típica chaqueta negra. ¿Es que no puede usar otro color que no sea blanco o negro?.
—¿Cómo entraste? —cuestioné, dando un paso hacia atrás.
—La puerta estaba abierta —respondió—. Y tú y yo tenemos que hablar.
Me tensé de inmediato.
—Sí, me parece bien... Empezando por Alejandra, por ejemplo —me arrepentí al segundo de haber dicho eso. Va a pensar que estoy celosa y no quiero que piense eso.
—Como quieras —sonrió juguetón y satisfecho, como que sabía que iba a preguntar eso—. Quiero a Alejandra. Es muy importante para mí.
Sentí algo dentro de mí, como algo apunto de romperse. Parpadeé varias veces y lo miré directo a los ojos. Oculté el nudo en mi estómago y abrí la boca para decirle algo, pero de pronto las palabras no querían salir de mi boca.
—Q-que bien. —tartamudeé.
Su sonrisa se hizo más ancha.
—¿Sabes porqué? —cuestionó.
—No y no me interesa —aparté la cara.
Kayler elevó mi barbilla para que lo mirara.
—Alejandra es mi hermana, Carolina —confesó.
Sentí algo parecido a alivio y a confusión ¿hermana? Entonces ¿dónde ha estado todo este tiempo? Noté como sonreía, entonces di pasos hacia la sala, él me siguió.
—¿No dirás nada? —preguntó.
Me senté en el sofá a pensar.
Su hermana. Y yo me porté tan mal.
—No tengo nada para decir —respondí. La verdad estaba con un poco de mal humor. Éste día ha sido tan pesado y aún no termina.
—Pues yo sí tengo algo para decir. —se sentó a la par mía—. No vuelvas a dejar que el imbécil de Connor se te acerque, y mucho menos que... —apretó los labios—. Te bese.
Lo miré mal. No respondí. Estaba demasiado pensativa como para aguantar un ataque de celos, primero ¿porqué mamá llamó a Will y a las chicas para que vinieran? Segundo ¿porqué ellos perderían una semana de clase para estar conmigo? Y tercero ¿porqué no me dijo nada? Siempre me consultaba las cosas pero hoy fue diferente.
Mi teléfono vibró en señal de que tenía un mensaje. Noté que Kayler me miraba como tratando de averiguar mis expresiones. Saqué el móvil y leí el mensaje:
De: Privado.
¿Sola en casa, Carolina? Creo que es hora de actuar, ya que no hiciste caso a lo que ordené.
Este mensaje solo podía de ser de alguien. Paige.
—¿Quién era?
—Tu ex. —le dije y le entregué el celular para que lo leyera personalmente.
En cuánto dejó de leerlo se puso rígido y enojado.
—¿Dónde ha ido tu mamá? —cuestionó dándome el celular y poniéndose de pié.
—No lo sé. No he recibido ni una llamada de ella —musité. Era cierto y me estaba empezando a preocupar. En eso mi celular volvió a vibrar anunciando otro mensaje.
Era de mamá:
Carolina, he tenido que asistir a una reunión fuera de la ciudad, fue de imprevisto, solo serán de dos días, el viernes llego. Ah, he llamado a Will, Vanesa y Carla para que pasen la semana juntos, me siento más tranquila si estas acompañada. No hagan nada ilegal. Por cierto, voy con Mike. ;)
Alcé las cejas al terminar de leer el mensaje ¿que significa esa carita? Algo huele mal.
—¿Qué, quién era? —se arrodilló frente a mí.
—Era mamá dice que le surgió algo de imprevisto y por eso ha llamado a... —me detuve en seco.
—¿Quién? —insistió.
Respiré profundo.
—Vanesa, Carla y... Will.
Su mirada se oscureció y cerró los puños. Se puso de pie y empezó a dar vueltas en la sala, restregándose la cara en tono cansado.
—Tu ex dormirá bajo el mismo techo que tú.
Asentí con pesadez.
—Esto es increíble.
Me puse de pié y hice que me mirara.
—Ya no quiero pelear, ni soportar ataques de celos, ni pensar en Paige. —rogué. No sé, no me sentía de humor para soportar eso. Estaba cansada. —Por favor.
Al notar mi expresión suplicante se relajó y me examinó con la mirada.
—¿Estas bien? —cuestionó, poniendo su mano en mi mejilla. —Estás algo caliente.
—No me siento algo bien. —murmuré—. Hoy ha sido un día tan largo que lo único que quiero es descanzar.
Se notaba preocupado.
—Ven, siéntate. —dijo, encaminádome otra vez al sofá. Nos sentamos y dejé caer mi cabeza en su hombro.
Mis ojos estaban pesados, ni siquera sé porqué de pronto me puse así. Mi teléfono volvió a vibrar, con pereza lo saqué y lo leí.
De: Privado.
Estaba rico el jugo, ¿verdad? :)
Me puse de pié inmediatamente, el gesto hizo que me tambaleara y que casi cayera, pero Kayler me detuvo.
—Wow, ten más cuidado. —dijo—. Ahora qué te ha puesto.
Lo miré a los ojos, veía casi borroso.
—Carolina, me preocupas. —insistió.
Abrí la boca para hablar pero la sentía pesada. Esa maldita ha entrado a mi casa y le ha puesto algo a las bebidas.
—Ella le puso algo al jugo que bebí —logré decir.
—¿Qué? —espetó. Se dirigió a la cocina y rápidamente trajo el jugo que antes había bebido. Inhalo para sentir a qué olía, la expresión en su rostro fue de rabia y coraje.
—La voy a matar. —escupió.
Lanzó la caja de jugo a la pared, haciendo que ésta se hiciera añicos.
—¿Qué es? —articulé.
—Es una maldita droga —se encaminó a mí—. Tengo que reunir a la manada, pero no te puedo dejar sola y mucho menos ahora que sé que viene ese... —de pronto sus palabras eran como ecos que escuchaba a lo lejos ¿qué me pasa? Creo que estaba sudando —. Carolina, ¿me escuchas?.
Miré las paredes, parecían querer caerse, parpadeaba para aclarar la visión pero no funcionaba. Esto es horrible. Miré por última vez el rostro pálido y preocupado de Kayler, llamando mi nombre sin obtener respuesta. Después todo se tornó negro.
***
Incluso antes de abrir los ojos sabía que era de mañana, olía a tierra mojada, por lo que supuse que anoche llovió. También podía escuchar el canto de los pajaritos, los escuchaba cada mañana. Sentía mi garganta seca y un dolor de cabeza espantoso. Abrí los ojos y la luz del sol me impactó en ellos. Arrugué la cara y saqué mis pies. Estaba con mi pijama y unos calcentines rosa y blancos con unas sandías partidas por la mitad dibujadas. No recuerdo habermelos puesto, ni mi pijama, tampoco recuerdo cómo llegué a mi habitación.
Caminé hacia la puerta principal y la entre abrí, saqué la cabeza y miré el pasillo, estaba solitario, sin embargo sentía un olor a huevos fritos y a tortas de carne. Eso hizo que mi estómago rugiera. ¿Quién estará en la cocina? ¿mamá? Salí de mi cuarto y me dirigí escaleras abajo, voces de más de una persona se escuchaban, la curiosidad se abrió paso en mí y atravesé el umbral de la cocina encontrándome así con cinco personas.
Kayler. Alejandra. Vanesa. Carla. Will.
Fruncí el ceño y decidí buscar una explicación y entonces recordé: Mamá dijo que los había llamado.
—¡Carolina! —escuché que chilló Vanesa. Todos en la cocina me voltearon a ver. Ella se abalanzó a mí y me dio una abrazo algo apretado.
—Por fin —dijo Carla y se acercó a mí para darme un abrazo.
Me fijé que Kayler estaba cocinado, como también me fijé que Will estaba platicando con Alejandra. Alcé las cejas.
—Chicas, qué gusto verlas —dije, sentándome en una silla de la pequeña isla. Ellas se sentaron también cada una a mi lado.
—Nosotras también estamos muy entusiasmadas —sonrió Vanesa.
—Empezando por este lugar ¡es maravilloso! —siguió Carla.
—Carolina Lane, ¿a mí no me saludas? —se acercó Will.
Le sonreí y me levanté de la silla para irlo a abrazar.
—Tenía tantas ganas de verte. —susurró en mi oído.
—Lo sé —murmuré. Él rió por mi respuesta.
Escuché una carraspeo proveniente de donde se encontraba Kayler, me separé de Will y le di una mirada interrogante. Él abrió los brazos para que fuera donde él. Suspiré y fui. Me abrazó, dándome un beso mojado en la mejilla. Está caliente. Y sin camisa. Por el rabillo del ojo pude ver como Vanesa y Carla se quedaban viéndonos.
—Carolina, Kayler me ha contado lo que ha pasado —escuché la voz de Alejandra a mis espaldas. Me di la vuelta y le sonreí con sinceridad.
—Alejandra, yo quería disculparme por lo de ayer —le dije, un tanto nerviosa.
—No te preocupes —sonrió—Ahora hay cosas más importantes que resolver.
Le devolví la sonrisa. De pronto recordé que era día de escuela y se nos iba a hacer super tarde.
—Oh, por, Dios, es tarde y tenemos que ir a clases —me llevé una mano a la frente.
—No te preocupes, estamos justificados. Disfrutemos este día, ¿si? —me cogió de la cintura Kayler. Fruncí el ceño en su dirección.
—¿Qué estás planeando? —inquirí.
Sonrió de lado.
—Solo un día para nosotros, —me encaminó hacia la sala, dejé que me llevara. Vane y Carla estaban platicando animadamente y Will con Ale también. Esos dos creo que quedarán juntos, nada me haría más feliz por ellos—. Mañana empezaremos la busqueda de Paige, le he dicho a mi padre y esta de acuerdo, no podemos dejarla pasar más, por eso disfrutaremos este día. Por nosotros.
Sentí algo en mi pecho. Mañana se desatará una pelea entre dos manadas, eso huele a sangre.
—No quiero que te preocupes, luego hablaremos de eso... Ahora tienes que llamar a Anne. —dijo.
Lo miré interrogante.
—No querrías que se perdiera de irnos a bañar al lago y hacer una fogata ¿o sí? Además, Apolo viene en camino.
Sonreí. Obvio quería que Anne estuviera aquí. Pero algo me dice que este día será como una despedida, Kayler me hace pensar eso. Pero haré lo que dice, disfrutaré este día, ya mas tarde hablaremos de eso. Le sonreí.
—Por supuesto que la llamaré.

Enamorándome del lobo (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora