Capítulo 34 | En shock.

20.5K 1.7K 138
                                    

No mames.
Esto no está pasando. Esto no puede ser verdad. Maldita sea. Estaba paralizada mirando pelear a esos dos enormes lobos, y lo peor es que uno era Kayler. Es ese mismo lobo que siempre me defendía, que me ha salvado más de una vez, es él. Con razón cuando me miraba, esa mirada se me hacía muy conocida. Ahora entiendo todo. Ahora sé su secreto. Y lo que más me duele es que no tuvo el valor para decirmelo, no tuvo la confianza suficiente.
Él me mintió, siempre lo ha hecho, incluso cuando le dije que no me gustaban las mentiras, ¿me habrá mentido con otras cosas? ¿todo lo que me habrá dicho Paige es verdad? ¿lo que me dijo el chico de hoy también? ¿que soy su próxima víctima? Sentí como las lágrimas empezaban a salir, no puedo seguir mirando. Intenté moverme pero mis piernas no respondían. Estaba en total shock. Miré como mi lobo, digo, como Kayler mordía varias veces a ese otro lobo. Él se quejó de dolor y cayó al suelo, haciendo sus orejas para atrás, dándose por vencido. Kayler se detuvo frente a él, jadeando, le hizo una última advertencia en gruñie hizo una última advertencia en gruñido para que nos dejara.</p%3tad y se fue corriendo para el bosque. Una lágrima solitaria bajó por mi mejilla. Decepción. Eso es lo que siento. ¿Kayler es un hombre lobo? ¿eso existe? ¿cómo? Tal parece que las dudas siguen ahí. Descubrí una parte de la historia, la principal, pero esto no ha terminado. Es solo el comienzo.
Kayler se volteó a mí, pero con su semblante caído. Respiraba con dificultad. Intentó dar un paso hacia mí pero lo detuve.
—No te me acerques. —murmuré a lo bajo.
Él se quedó quieto, obedeciendo. Sus orejas estaban caídas y su mirada transmitía dolor. Podía sentirlo. De repente escuché el ruido de un coche acercarse. Pude observar que era el coche de Connor. Se detuvo frente a mí y se bajó de inmediato.
—Caro, —se dirigió rápidamente a mí y me atrajo hacia él, mirando amenazante a Kayler. Esperen, ¿Connor sabrá lo que es?. —Ven conmigo.
Me encaminó hacia su auto y me senté en el asiento copiloto, Connor rodeó el coche y se montó al conductor, encendiéndo el auto y arrancando, pasando a la par de Kayler, solo le di una última mirada para después centrarme en la carretera.
Estaba en absoluto silencio, hasta que él lo rompió.
—Carolina, dime exactamente qué fue lo que viste.
Respiré profundo.
—Es un lobo. —susurré, casi inaudible.
Aceleró más el coche. Faltaba poco para llegar a casa. Muy poco. Lo bueno es que mamá nunca está.
—No sabes cómo lamento que te hayas enterado de esta forma. —dijo.
Sí, él ya lo sabía y no sé quiénes más.
Apreté los ojos con fuerza, haciendo que otra lágrima rode por mi mejilla. Estaba decepcionada. Muy decepcionada. Llegamos a casa mas rápido de lo normal. Bajé del coche y me dirigí al pequeño muelle, quitándome los zapatos y sentándome. Connor me siguió a paso lento, no sé qué pasará por su cabeza en este momento, ni tampoco sé qué es lo que hará Kayler, pero no sé si se lo pueda perdonar. A partir de este momento él y yo, no somos nada.
—Carolina, tienes que hablar con él. Por lo menos darle la oportunidad de que te explique. —murmuró, sentándose a la par mía.
Sentí una opresión en el pecho, quizá tenga razón, pero ahorita no quería verle, estaba realmente herida por sus mentiras. ¿Cómo pude ser tan estúpida, tan ciega? A eso se refería el padre de Kayler "su mate" yo soy eso. Su otra mitad, supuestamente. Paige también comentó algo sobre eso y siempre imaginaba otras cosas. Les juro que por mi mente jamás pasó la idea de que Kayler fuera un Hombre Lobo. Simplemente esa idea era nula, falsa. La subestimé y veme ahora.
—No quiero ni verlo. —logré articular, porque sentía que tenía un nudo en la garganta. Connor se acercó más a mi y me abrazó. Necesitaba ese abrazo. Me depositó un tierno beso en mi sien y se puso de pié, haciendo que lo mirara.
Se restregó la cara y resopló.
—¿Qué pasa? —pregunté.
Se quedó en silencio por unos segundos.
—Hay algo que no te he dicho. —dijo—Y no quiero ser otro que te miente.
Fruncí el ceño y me puse de pié con dificultad.
—Dime.
Estaba harta de que las personas me oculten cosas, tienen que ser sinceros conmigo, ya veré yo si me afecta o no.
—Al igual que Kayler, yo... —hizo una pausa. Me miró, como suplicando que sea lo que sea que vaya a decir pueda perdonarlo. —También soy un Hombre Lobo.
Parpadeé un par de veces, eso era más que obvio. Él también iba a las extrañas reuniones que hacía el padre de Kayler, al igual que Apolo, que todos ellos. Algunos chicos de la preparatoria lo sabían, por eso me miraban raro, por eso los respetaban, por temor. Ahora viene a mi mente ese chico Scott, quién fue asesinado por un Lobo, pero ¿quién? ¿quién y porqué lo mató? Aún faltan muchas preguntas por contestar, pero no podría ver a Kayler en estos momentos. Necesito tiempo.
Suspiré profundo.
Caminé en dirección a mi casa, olvidando mis zapatos en el muelle, ya mas tarde los recogería. Connor me siguió.
—Dime algo, Carolina. —suplicó.
Llegué a la puerta y inserté la llave, abriéndola y pasando. Volví a ver a Connor, tenía una mirada suplicante.
—Hablamos después. —susurré—Necesito estar sola.
Y cerré la puerta sin darle tiempo de decir nada. Corrí a mi habitación y me desplomé en la cama, nunca he sido de las que lloran, es más nunca había llorado por un chico, pero Kayler, él es más que eso, era más que un novio, era ese chico irritante a quien no soportaba, ese chico presumido y egocéntrico que conocí se convirtió en todo mi mundo, lo dejé entrar más allá de mi orgullo y él hizo casi lo mismo, porque olvidó decirme ese pequeño detalle. No sé si pueda perdonarlo.
***
Escuché que tocaron la puerta principal. Ya casi me estaba quedando dormida, mis ojos se habían cansado de tanto llorar, pude sentir la almohada húmeda. Me odié en ese momento. La puerta fue tocada otra vez y me levanté rápidamente a abrir. Bajé las escaleras descalza y abrí.
Anne.
—Caro, te he traído tu bolso. —dijo, entregándome mi mochila y pasando a casa. Estaba tan tranquila ella. Ni idea de lo que pasaba.
Cogí el bolso y le di una media sonrisa.
—Gracias. —susurré. Ella frunció el ceño y empezó a analizarme.
—¿Estuviste llorando? —cuestionó, cerrándo la puerta tras ella.
Bajé la mirada y pasé un mechón de pelo tras de mi oreja. Nunca me ha gustado que me miren así, tan débil, vulnerable. Prefiero ser ante la gente esa Carolina sarcástica y enojona que una Carolina débil.
—No, no es nada. —caminé hacia el sofá y dejé la mochila en él.
Me siguió.
—Cuéntame, sabes que puedes confiar en mí.
¿Contarle? ¿para que se de cuenta de que Apolo también le mintió? No podría. Ese papel le toca a Apolo y en cuánto lo miré le diré sus cuantas cosas, porque Anne se ve que es una chica tan frágil que no me gustaría que la lastimen.
—Te contaré, Anne, solo que ahora no.
Ella comprendió muy bien que en estos momentos no quería hablar. Asintió y me sobó la espalda.
—Oye, me estaba acordando de la vez que hicimos de espías y fuimos a espiar a Kayler. —rió. Sabía que lo estaba haciendo para que me sintiera mejor. Hice el amago de una risa también. —O como cuando fuimos de pezca y nos caímos todos al agua.
Reímos las dos. Tantas cosas bonitas que he pasado aquí que, solo pensar en lo que es Kayler me vuelve la tristeza. La puerta fue tocada dos veces, algo despacio. ¿Ahora quién será? Justo cuando no quiero ver a nadie se les mete por venir.
Me levanté a regañadientes y abrí la puerta, encontrándome con el ser a quién menos quería ver.
Kayler.

Enamorándome del lobo (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora