Epílogo.

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  Los días habían pasado volando, todo empezaba a acomodarse, era viernes por lo que mamá no tardaba en llegar, en cuánto mirara a Mike le iba a hacer un par de preguntitas, empezando por decirle que porqué nos había ocultado de que Paige era su hija... ¡Y también Connor! Lo que sea, estábamos preparando todo para una bonita y agradable tarde de chicos, Kayler y los demás estaban en la ciudad, comprando comida en el super.
  Anne estaba más que bien con Apolo, parece que Will y Ale empezaban a conocerse mucho más y Connor con Kenzie, se puede decir que se conocieron bastante bien anoche. Todos nos desvelamos un poco por el ruido. Kayler y yo estábamos carcajeándonos, hubo uno que otro momento en el que me pasó por la mente lo de él y yo, ya saben, tener eso, pero es que todavía no estoy segura y lo peor de todo es que me había escuchado, porque la tonta de mí había olvidado que le podían leer la mente.
  —Estás muy pensativa. —me dijo Kenzie, a la par mía.
  Era de mi tamaño, cabello negro y piernas largas.
  —Es solo que... Pensaba en todo lo que he pasado aquí. —murmuré, cerrando la laptop. No le iba a decir que pretendía escribir una historia.
  Sonrió de lado.
  —Tienes suerte de vivir en un lugar tan bonito como éste. —susurró mirando la casa.
  Apreté los labios en una sola línea, asintiendo.
  —Sí, lo sé.
  A Anne era la única que le había contado lo que había pasado aquella noche terrible, obviamente se había quedado atónita por todo lo que confesé, solo hubo algo que no dije, el encuentro con papá. Eso me lo reservo para mí. Kayler se había encargado de contarle a Ale.
  —Creo que Ale y Will te estaban buscando. —señaló atrás de ella. Miré en su dirección.
  Me puse de pié y dejé a Kenzie devorando una bolsa de papas, creo que últimamente le da mucha hambre, yo creo que más bien es el nervio. Caminé en busca de Alejandra y Will, pero encontré a Anne en el camino, estaba arreglando la sala.
  —Anne, no tienes que hacer eso, ustedes son mis invitados. —coloqué mis manos en la cintura, ya se lo había dicho varias veces.
  —Carolina, sabes que no me molesta. Y me conoces. —dijo.
  Respiré profundo y asentí.
  —Está bien. —elevé los brazos en forma de paz—¿Has visto a Will y a Ale? —le pregunté.
  —Creo que están en el muelle. —frunció el ceño no muy convencida.
  —Bien.
  Salí de casa y me dirigí al muelle, allí estaban los dos, sentados, tomados de la mano, con los pies colgando dentro del agua. Me fui deteniendo poco a poco para observarlos. ¿Quién iba a pensar que Will, mi ex, iba a terminar con alguien de aquí? En especial con la hermana de Kayler. Ella es una chica muy dulce, algo tímida pero es al principio. Hacen una pareja genial, me da pena interrumpirlos.
  Creo que preguntaré después.
  La bocina de un coche me hizo salir de mis pensamientos, giré la cabeza y pude divisar el coche de Mike. Respiré con tranquilidad y me dirigí a ellos. Mamá empezó a salir del auto con una sonrisa de oreja a oreja. Y Mike también.
  —Mamá, ya estás aquí. —le dije, sonriendo.
  Ella me sonrió y de inmediato me envolvió en un abrazo cálido.
  —Carolina, me hiciste falta, ¿he? —susurró, mientras nos separábamos.
  —Tú también a mí. —murmuré.
  Sacó una maleta del auto y se dirigió a la casa, pero antes su mirada cayó en el muelle y frunció el ceño.
  —¿Ese no es Will? —cuestionó dejando su bolso a un lado y yendo para donde ellos.
  —He, sí, él es. —respondí, pero creo que no me escuchó.
  Solo pude observar como apresuraba el paso y llegaba donde ellos, Will se levantaba, la abrazaba y le presentaba a Alejandra.
  —Carolina, ¿podemos hablar?. —me preguntó Mike, llegando donde mí.
  Me dirigí a él.
  —También quería hablar contigo. —susurré.
  Asintió.
  —Supe lo que pasó con Paige, yo la amaba, pero ella no estaba bien. —comentó. Asentí. —Traté de hacer todo lo posible para mantenerla feliz, pero nunca nada fue suficiente. Aunque duela admitirlo, ella está en un mejor lugar ahora.
  Lo dudo, pensé. Y luego me quise abofetear yo misma, Mike también puede leer mis pensamientos. Genial.
  —Lo siento. —me disculpé.
  Sonrió, una sonrisa sincera.
  —No te preocupes, sé que hizo cosas malas pero, quizá en el último momento logró arrepentirse. —miró al cielo—Algún día no muy lejano la volveré a ver.
  Me dio una última sonrisa y se adentró a la casa. Me quedé pensando, también me dijo lo mismo papá, ahora estaba más segura de que algún día lo vería, y que no estaba sola, quizá en este momento él esté aquí, conmigo.
  Mamá, Will y Ale se aproximaron donde mí, platicando animadamente.
  —¡Carolina, a que no adivinas que me propuso Will! —exclamó mamá.
  Fruncí el ceño y miré a Will, éste solo sonrió y se encogió de hombros.
  —No puedo leer mentes. —le dije, en realidad sí podía, pero ese no era el caso ahorita.
  Rodó los ojos.
  —¡Quiere venirse a vivir con nosotras! —exclamó.
  Abrí la boca y luego la cerré, totalmente pasmada. Así que eso era lo que me querían decir ellos dos.
  «¿Qué te parece?»Me preguntó Ale mentalmente.
  «¿Qué te puedo decir? Por mí encantada»le respondí.
  Ella sonrió satisfecha.
  —Me parece bien. Será como vivir con un hermano mayor. —confesé.
  La idea no era tan descabellada. Con Kayler no habrá problema porque ahora Will estaba con su hermana, y ahora no estaré tan solita como antes, la verdad no me sorprende que él quiera venirse a vivir aquí, su mamá casi no le pone mente, creo que aquí estará mejor. Y quizá así su mamá se de cuenta de lo que perderá. A un hijo.
  —¿Dónde están las chicas? —cuestionó mamá, cogiendo nuevamente su maleta.
  Carla y Vane se habían ido con los chicos al super con la excusa de que ellos eran hombres y que no sabían comprar. Yo creo que están muy enamoradas de Christian y el otro chico como para despegarseles.
  —Fueron al super. Vendrán enseguida. —respondí.
  Nos dirigimos adentro de la casa solo a esperar.
  Una hora mas tarde Kayler y los demás habían llegado, estábamos en frente del muelle platicando, algunos andaban nadando, la lluvia tan fuerte de hoy había dejado un clima demasiado calmo, no hacía mucho frío, pero sí estaba algo helado, la tierra todavía estaba húmeda y el recuerdo mío dentro del agua, retorciéndome de dolor seguía ahí. Kayler dice que poco a poco se desvanecerá, pero yo no creo que pueda olvidar una experiencia así.
  Mamá estaba sentada con Mike, platicando animadamente con el papá de Kayler, sí, había venido, al igual que los demás chicos de la manada... Y sus mates. Kayler y yo estábamos sentados en el pequeño muelle, solo mirando a los demás ser felices. Creo que nunca me había sentido tan bien.
  —Estás algo pensativa hoy. —me susurró en mi oído, algo seductor.
  Sonreí como tonta y lo miré.
  —Estaba recordado, solamente. —murmuré, dándole una mirada de advertencia.
  Sonrió de lado y me besó. Un beso suave, dulce, que hace que sienta un cosquilleo en mi estómago.
  —Ahora nada te puede separar de mí. —me dijo, en medio del beso.
  «Eres mía. Solo mía.» murmuró en mi mente.
  «Lo sé y eso no cambiará» le aseguré también.
  Permanecimos con nuestras frentes pegadas un rato, hasta que Kayler salió con una rara pregunta:
  —¿Cuántos hijos te gustaría tener?.
  Si hubiera estado tomando algo juraría que se lo hubiera lanzado por el asombro, así como hice meses atrás con mamá.
  Sentí mis mejillas arder.
  —No creo que sea momento de hablar de hijos. —me avaniqué con la mano. —Apenas vamos a la preparatoria.
  Rió. Sus manos tenían rodeada mi cintura.
  —Lo sé, pero es mas adelante. —apuntó.
  Tragué grueso.
  —Yo quisiera tener dos, un niño y una niña. —explicó. Creo que Kayler está soñando mucho.
  Asentí divertida.
  —Suena bien, pero hay un problema. —dije—Nosotros no elegimos su sexo.
  Se carcajeó, sabiendo que era verdad y luego me volvió a besar.
  Los demás seguían chapotenado agua y besándose, y gritando, y riendo. Mamá estaba bien con Mike. Yo, ya había tenido una práctica en loba esa misma noche, había intentado más de veinte veces convertirme, hasta que al final había salido. Era una loba de pelaje algo blanco con manchas azules. Kayler dice que no eran comunes pero por la forma en que había sucedido todo no le sorprendía. Ahora era como él, y estábamos destinados a estar juntos, el peligro había pasado, creo, porque viniera lo que viniera íbamos a seguir luchando juntos. Solo los dos. Sin terceros.
  —Te amo, Carolina Lane. —me confesó, mirándome a los ojos.
  Mi corazón brincó de felicidad. Lo había dicho. Al fin lo había dicho.
  —Te amo, Kayler Brown.
  Y nos besamos.
  Si antes me hubieran preguntado qué estaba haciendo, en qué me estaba metiendo al venir aquí, no tendría la respuesta, pero si me lo preguntan ahora creo que la sé. Solo estaba Enamorándome del Lobo.


  FIN. ♥

Enamorándome del lobo (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora