Capítulo Once

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Levi.-

Juro solemnemente que es la última vez que ingiero alcohol, por lo menos hasta que la resaca decida darme una tregua y deje de enviar incesantes ondas de dolor por todo mi cuerpo. Me siento en la cama lentamente, y cuando termino de abrir mis ojos, la intensa luz solar que se cuela por las ventanas de mi habitación, me obliga a cerrarlos de nuevo.

Llevo mis manos hasta mi rostro para frotarlo fervientemente, como si con eso la resaca fuese a salir huyendo de mí, pero en el momento en el que mis manos tocan mi cabeza un punzante dolor se hace presente, como si con un simple roce, se activara.

Entonces todos los recuerdos de la noche anterior llegan hasta mí, como si de una presentación de diapositivas se tratase, primero Aris sosteniendo mi computadora inservible entre sus manos, yo gritándole, Grayson en mi habitación, yo en un bar con Morgan, un punk estrellando un vaso de cristal en mi cabeza –lo cual debe explicar el dolor que siento y las repentinas ganas que tengo de matarlo por ello-, la estación de policía y el hombre malhumorado, después la abogada rubia con un atuendo ridículo y las espantosas e infantiles pantuflas, y finalmente Skye en mi habitación; y sus malditos e increíbles ojos contemplándome fijamente.

¡JODER!

Un par de golpes en la puerta de mi habitación me saca de mis matutinos pensamientos, murmuro un "pase" y un minuto después, la cabellera de Alex queda a mi vista, sus ojos azules me escudriñan como si estuviera tratando de encontrar una anomalía en mí, sostiene entre sus pequeña manos un vaso con agua y en otra una diminuta caja color verde y blanco.

—¿Te duele la cabeza, Levi?—cuestiona con su voz de niña.

—Si—respondo casi automáticamente. Una sonrisa de suficiencia se dibuja en su rostro y me tiende la caja –que ahora sé que se trata de una caja de pastillas- y el vaso con agua.—Gracias—murmuro como agradecimiento.

—Callie dijo que eso te iba a hacer bien—me informa tomando asiento a mi lado en el filo de mi cama—dijo también, que probablemente estuvieras muy gruñón—mis ojos vuelan hasta ella, para encontrarla observándome con una pequeña sonrisa en los labios.

Trago la pastilla con la esperanza de que el dolor de esfume, o por lo menos, sea más llevadero—¿te parezco gruñón?—cuestiono mirándola.

—Un poco—responde encogiéndose de hombros.

—Oye, eso no es cierto—protesto de inmediato.—¿Qué hora es?—cuestiono con incredulidad.

—No lo sé, pero Skye dice que el desayuno está listo—me informa con una pequeña sonrisa. Llevo mis ojos hasta el despertador que descansa sobre la mesa de luz y suelto un leve gemido.

Definitivamente; la niñera tiene un concepto totalmente erróneo sobre la palabra "desayuno" y de la hora en la que se supone que debería de ser consumido.

—En un par de minutos bajo, ¿sí?—murmuro y ella me ofrece una sincera sonrisa antes de ponerse de pie, depositar un tierno beso sobre mi mejilla y después se aleja dando pequeños saltitos mientras tararea alguna canción desconocida.

Lo primero que veo cuando termino de bajar las escaleras, es la cabellera rubia de Garrett, esta cómodamente sentado en uno de los sillones de la sala, dándole instrucciones a Aris, quién dobla cuidadosamente una hoja blanca.

—¿Qué se supone que están haciendo?—cuestiono llegando a su lado.

Cuando los ojos hazel de Grayson se topan con los míos, lo único que puedo hacer es mantener mi boca cerrada para que mi mandíbula no llegue al suelo. Su rostro está completamente lleno de hematomas y pequeñas heridas.

La Niñera de Alex y Aris|TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora