Capítulo Treinta y cuatro.

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Skye.-

Tenía que ser un sueño.

No.

Una pesadilla. Era una verdadera pesadilla.

Los ojos verdes de Jaeleen me fulminan en el mismo momento en el que Clayton Pemberton nos presenta a mi madre y a mi como su familia biológica. Su hija y su nieta.  Lo único en lo que soy capaz de pensar es en las incontrolables y crecientes ganas de salir corriendo que embargan mi cuerpo.

Quiero protestar y decir que no hay nada que me una a él, pero mamá me pidió que hiciera un pequeño esfuerzo por, por lo menos,  intercambiar un par de frases con él de manera civilizada. No sé como ella es que lo hace, pero parecíera como sí de repente hubiese olvidado todo.

Tal vez esa es la clave de todo, olvidar paraa ser feliz.

—Bienvenidas—inquiere la nueva esposa de Clayton ofreciendonos una sonrisa totalemente falsa. —Cuando Clayton me dijo que vendrían a vivir con nosotros no lo podía creer, que bien que por fin arreglaron el pequeño malentendido.

Mis ojos la escudriñan tratando de encontrar una pizca por lo menos de sinceridad tras su pequeño,  poco convencedor y bien estudiado discurso, pero es imposibmle. Probablemente sino nos hubiese observado cuando llegamos como sí fuesemos dos portadoras de la péste, podría pasar por una esposa abnegada y comprensiva, no como una versión barata de Lady Tremaine, la cruel madrastra de cenicienta.

—Sí...pensé que ustedes aún no vivían juntos....—comenta mamá y lucho con mis ganas de reírme cuando los ojos verdes de Alfie Hart se abren con sorpresa.

Sus globos oculares -idénticos a los de su tierna nieta- están a punto de salirse de su lugar. Me clavo las uñas en las palmas de las manos y luego dejo de escuchar la perorata de las dos mujeres mientras observo cuidadosamente el lugar. La enorme escalera con barandal dorado que parece oro puro es realemente majestuosa. Un imponente cuadro pintado a mano de la abuela descansa a un costado de la escalera que da la impresión que son las escaleras movedizas de Hogwarts.  El amplio lugar en su mayoría de color marfíl da un aspecto cálido. Definitivamente éste lugar es mucho más lujoso que la mansión de Jaeleen Hart.

Cuando mis ojos se posan en ella no puedo evitar soltar un apenas audible gemido. En verdad sí ella pudiese hacerme arder en ldña verde con sus ojos, no perdería la oportunidad de hacerlo. Quiero alejarme de ella hasta que se olvide de que existo.

—Jaeleen ¿Recuerdas a Skye?— ¡Bravo, Clayton! Una malvada sonrisa se posa en sus labios carmín y asiente un poco.—Quién diría que tú estuviste siempre cerca de ella cuando ibas a la casa de los Fernsby.—sonríe el hombre sin darse cuenta que me siento totalmente incomóda que quiero que la tierra me trague y me escupa lo sificientemente lejos de la castaña malvada que es su nieta política.—Espero que ahora que vamos a ser familia se lleven bien Skye y tú— ¡Jodanme!

El día en que ella y yo nos llevemos bien será el mismo día en que en el desierto del Sahara de desate un diluvio. Que el oceano pacífico se congele. Que los cientifícos encuentren la verdadera razón por la cuál los barcos y los aviones desaparecen en el triángulo de Bermudas. Escenarios imposibles, así como la amistsd entre Jaeleen Hart y Skye Crusoe.

—Vas a ver que sí—repone la chica y estoy segura que mi boca debe estar abierta sin poder creer lo que ella acaba de decir.

No lo entiendo. ¿Por qué demonios Jaeleen le acaba de decir a Pemberton que nosotras podemos ser amigas? ¡Es un locura!

Otra locura es que mi habitación sea del tamaño de mi antigua casa. Bien, exageré un poco. Pero es realmente enorme. Me siento en la orilla del colchón y observo los inmaculados muebles grises que contrastan con las paredes blacas y los detalles en color lila. Me gusta ls combinación tengo que admitirlo, pero es mucho más de lo que necesito. Me detengo observando la puerta algo pesarosa cuando me doy cuenta que una pequeña placa con tres ganchos descansa ahí. Es imposible que mi enorme poster de Dylan O'Brien quede en ese lugar.

La Niñera de Alex y Aris|TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora