XIV

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Todos estaban recostados en el camarote. Jack se encontraba recostado sobre un sillón. Anne estaba echada sobre la cama mientras que Mary y Hugo se encontraban de pie en un rincón del camarote. Jack, el mono, no el capitán, estaba sobre un cojín sobre la mesa. El mono llevaba esa noche una camisa blanca, unos pantalones y chaleco amarillo canario con dispares líneas blancas. Ese mono llevaba mayor cantidad de vestuario que Alan.

-Bueno ¿Ahora a esperar cuanto?- Inquirió el español que estaba sentando en un diván, mirando al exterior.

La mar estaba intranquila. Las olas eran altas, furiosas y desgarradoras, arremetiendo contra la quilla de la Perla. La lluvia caía con la fuerza del acero al ser arrojado por los dioses. Alan se preguntó si la naturaleza estaba enfadada ¿La tempestad incesable sería obra de algún dios caprichoso? ¿Alguien quería maldecirles por llevar a bordo la cabeza del indio?

La puerta se abrió y se vio la figura del segundo de abordo.

Gibbs estaba completamente empapado. Su casaca de puro color blanco estaba manchada y maltrecha. Su rostro se mostraba agotado. Se le veía cansado, agotado y sumamente perturbado.

-Capitán, seguimos sin avistar tierra. Ya llevamos cuatro días embarcados

Mary le dirigió una mirada cándida.

-Y pueden pasar muchos días más, mi señor Gibbs. Si el tesoro fuese fácil de encontrar, ya lo habrían descubierto o Bellamy lo abría recuperado.

El capitán tomó la brújula y la abrió. Miró el aparato y su mirada cambió de su típico rostro borracho y cansado a una furia incomparable. Cerró con fuerza la brújula y se la dio al mono que de un salto la colocó sobre una estantería.

-Seguid avante- Ordenó- Apostad vigías en la cofa y ojo avizor.

Gibbs se dispuso a protestar pero paró al instante.

-Como ordenes, Jack.

El segundo de abordo se colocó su casaca y salió del camarote.

-Capitán- Habló Hugo- ¿Creéis que el almirante de La Torre nos perseguirá?

Jack mantuvo en prominente silencio que había gobernado el camarote. Las cálidas paredes de tapices escarlatas parecían no poder ocultar el prominente frío ni siquiera el humor y la mirada del capitán. Jack tomó una botella de ron y se la acercó rápidamente a la boca, dando un largo trago.

-Es posible, no creo que sea el hombre que olvida una deuda. Descansad, mañana debéis trabajar.

Mary y Anne asintieron y salieron al instante. Se notaba que tenían sumo respeto por el capitán, le trataban de forma respetuosa- Anne meno- como si fuese un...padre para ellas, como si la figura del beodo capitán fuese un ejemplo o una razón de su propia existencia. Era extraño.

Hugo y Alan salieron.

La tormenta era realmente terrible. El viento rugía ferozmente, los rayos apuñalaban el desangrado cielo nocturno que que derramaba sus lágrimas sobre el mar. Las olas envestían ferozmente y todo parecía como si fuese la ira de la naturaleza. Los marineros de la Perla trabajaban con brío y fervor. Gibbs gritaba órdenes, dando altos gritos y fuertes direcciones hacia los piratas. Los hombres que estaban en la cofa trataban de mantener firme las velas. Los que subían o bajaban por las escalas lo hacían con esfuerzo y parsimonia tratando de no caer.

-¡¡Izad esas escotas, deprisa!!- Ordenó el segundo.

Alan quedó allí parado, en esa tumultuosa e inestable cubierta atiborrada de diluvios de aguas. Nunca habría creído que la vida en un barco fuese tan difícil, tan feroz como si fuese una lucha constante contra la sombra de la muerte.

Hugo tomó del hombro a Alan y le instó a bajar a cubierta. Alan obedeció. En las bodegas de la Perla el trabajo no era menor. Muchos hombres rellenaban los huecos de la madera- aunque eran escasos- con resina y otros tipos de materiales. Hombres salían de la cubierta inferior portante cubos llenos de agua y Alan supuso que estaban dando unos a los imbornales, expulsando el agua que pudo haber entrado en el navío.

Fueron a dormir. Las hamacas de Hugo y Alan estaban cerca de las cocinas mientras que Anne y Mary tenían su propio camarote aunque según las palabras de ambas mujeres: Era pequeño y que se usaba también de zona de carga.

Alan se recostó en la hamaca.

Al día siguiente despertó con los ojos pegados y los pies dormidos, tendidos en el aire. Se puso las botas y la camisa. Se dirigió a las cocinas donde encontró a Hugo preparando un potaje o algo así, cosas tan raras que Alan no deseaba preguntar sobre su naturaleza. Subió a cubierta y se relajó al contemplar que el oleaje se había calmado, los cielos se habían aclarado y los rayos y truenos habían desperecido como la neblina matutina.

Anne estaba en popa junto con Mary que sostenía el timón y el capitán que miraba desafiante hacia el horizonte. Alan siguió la mirada del capitán y percibió como a proa un gran barco navegaba hacia levante con viento a favor. Subió a popa a paso rápido.

-¿Es De La Torre?- Inquirió- ¿Nos ha adelantado?

-No- Dijo Anne mirando por el catalejo- Es un buque holandés. Un navío de carga.

-Entonces...¿Por qué está todo el mundo tan callado?

Anne miró al cielo y Mary rió.

-Verás, Alan, no podemos dejar que nos vean. Pueden dar testimonio de nuestro rumbo a cualquier autoridad ¿Imagínate que informan a una autoridad en su próximo puerto?

-Pero...¡Este barco es inalcanzable!

Jack le dirigió una mirada fría.

-Lo es. Ni los dioses alcanzarían a mi perla pero no me apetece tener a la mitad del caribe tras mi. Si necesitamos hacer escala en uno de nuestros puertos protegidos podían seguirnos, la verdad...no quiero volver a ver la guillotina.

-Capitán- Le llamó Anne- Órdenes.

Jack tomó el catalejo y miró con parsimonia al navío holandés que iba frente a ellos.

-Están muy lejos, no los alcanzaremos.

Jack alejó el catalejo y sonrió.

-Creo que afirmaste que este barco es el más rápido del caribe, ahora comprobarás cuanto ¡Señor Gibbs, largad los cabos de la mayor y desplegad las sobremesanas!

-¡A la orden!

Anne sonrió y gritó a pleno pulmón.

-¡¡Piratas, izad la bandera!!

Los jolgorios estallaron y los piratas prepararon armas y cañones. Un grupo liderado por Scrum bajó a la bodega y poco después salieron con un inmenso trapo de seda negra. Ataron la tela a un cabo y los marineros tiraron de ella izándola hasta lo alto del penol mayor, sobre la cofa. el viento dio vida al trapo y voló con el viento. Esa fue la primera vez que Alan la vio, vio aquello que todo hombre veía antes de empezar a rezar: La bandera del gorrión.

Piratas del Caribe: El último pirata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora