XXVII

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Al día siguiente Alan se movió entre los tripulantes del Carmen. Los marineros-en su mayoría-vestían unos bombachos blancos, camisas y en algunos casos sencillos tricornios, aplastados y machucados. No eran para nada como los piratas de La Perla que vestían con extravagancia.

Alan tenía prohibido bajar a la segunda y tercera bodega, solo podía acceder a la segunda donde se encontraba la línea de batería de Toldilla, los catres de los tripulantes y el propio camarote de Alan.

Ya la transcurría la segunda tarde desde que el español quedó confinado en la cárcel flotante que era el navío español y había ideado un plan para poder colarse en las bodegas inferiores, y tratar de encontrar a sus amigos, que seguramente estaría recluidos en los calabozos que Alan sabía que estaban en la segunda bodega, puesto que cuando un marinero bebe es fácil sonsacarle todo lo que uno deseaba.

Según parecía, solo existían un método de llegar a los calabozos y era con la llave que guardaba el capitán, en su camarote. El plan de Alan era entrar de noche, cuando fuese más fácil pasar desapercibido, robar las llaves, colarse en la segunda bodega, liberar a los piratas y ejecutar a los oficiales y soldados mientras dormían, de esa forma los demás tripulante se unirían a ellos.

Ya bien transcurría la tarde cuando Alan se percató de que todo bajo cubierta se empezaba a escuchar un potente sonido. Todos en cubierta se percataron de ello pues dejaron sus oficios al instante y quedaron frente a la entrada de las bodegas.

El teniente Gonzáles se acercó.

-¡Dios todopoderoso!- Bramó- ¡¿Marineros que ocurre?!

Un soldado salió de la bodega. Tenía un profundo corte en la cara y tenía un brazo mutilado. La idea de qué pudo provocar esa carnicería se cernió cruelmente sobre Alan, solo una persona podría provocar eso, al menos una sola dentro de ese navío.

-¡Es una de las prisioneras, señor! ¡Se ha liberado cuando le llevamos la comida y está matando a diestro y siniestro!

¡Sí! No cabía la menor duda al respecto, Anne estaba viva y muy viva puesto que si el soldado decía la verdad, la pelirroja se estaba presentando a los marineros con bastante alegría.

-¡Señor Morales, volved abajo y traed  a esa mujer!- Gritó el teniente al soldado que había sido previamente atacado por Anne.

El hombre asintió y volvió a desaparecer bajo cubierta, seguido de otros tantos marineros y soldados. Alan tembló...Anne no podría contra tantos hombres ¡¿Qué debía hacer?! Solo disponía de una mano y no poseía ningún arma, su espada se había hundido junto al Ranger...¿Qué debía hacer?

Pocos minutos después dos soldados subieron, arrastrando a Anne por los brazos. El corazón de Alan quebró al ver el estado de su querida asesina: Tenía varios moratones en el rostro, su gloriosa cabellera roja enmarañada y llena de sangre fresca, apenas se tenía en pie y en su camisa, a la altura del estómago, tenía la marca de la suela de una bota, clara señal de que había recibido una patada.

-Ha matado a ocho de los nuestros- Informó un soldado- Seis soldados y dos marineros,¡.

El teniente Gonzáles se aproximó a la maltrecha Anne.

-Pirata asquerosa.

Anne levantó el rostro a duras pena, luciendo su mejor sonrisa socarrona y escupió sobre el rostro del teniente, llenándolo de babas y haciendo que el hombre quedase estático ante tal comportamiento.

El golpe que recibió Anne la hizo caer de rodillas.

Alan apretó los puños y se dispuso a matar al maldito teniente a golpes pero los ojos azules de Anne se clavaron sobre él y negó con la cabeza. Alan quedó quieto, muy a su pesar.

Piratas del Caribe: El último pirata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora