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No tardaron en llegar a Santo Domingo. La Perla Negra, ese barco que los marineros catalogaban como demoníaco, había recorrido grandes distancias en un día, llegando  a la isla al amparo de la noche, todas las luces estaban apagadas por lo que la Perla no era más que otra sombra imperceptible en la noche. Toda la tripulación se situó en proa para contemplar el  bahía de la isla, pero el ambiente no era el mejor.

-¿Cuántos hay?- Preguntó Marty.

Mary tomó el catalejo y observó detenidamente la bahía.

-Tres.

-Tres buques de guerra...que suerte- Gruñó Anne- Hernández ¿Sabes quién podría ser el capitán?

El español tomó el catalejo y busco las insignias de la flota. Reconoció la bandera pues su padre le había mencionado que solo un hombre en los siete mares herbolaba semejante insignia junto a los pendones españoles. La bandera mostraba un halcón gris sobre una calabera blanca.

-De la Torre.

Todos se miraron entre sí, con aparente nerviosismo. Marty apartó la mirada a la cubierta y Gibbs dio unos involuntarios pasos atrás.

-¿Le conocéis?

Anne asintió.

-Lleva años cazando piratas pero nunca nos hemos topados con él, por eso no lo reconocimos. Es mala señal que esté aquí.

-Yo he oído de él- Habló Hugo- En las tabernas decían mucho de él, lo llamaban el carnicero, el hijo del demonio, el vengador...

-¡Sí, sí!- Gruñó Bonney-ya nos hacemos una idea.

Hugo prosiguió

-Se dice que decapita a todos los piratas derrotados y cuelga sus cabezas del bauprés de su buque insignia. Sus tres galeones llevan por nombre El Carmen, La María santísima y la Virgen Ahorcada, el mejor barco de la flota española. Lo mejor de Europa y lo más temido por los piratas, lo último que ven antes de ser enviados al infierno por el fuego de los cañones del carnicero.

Alan no había vuelto a hablar con Hugo desde su pequeña disputa en cubierta, al español le entristecía que su amistad se hubiese echado a perder.

-¿Por qué llevar el cofre a Santo Domingo?- Preguntó Mary en voz alta- No tiene el mínimo sentido.

-Si lo tiene.

El capitán Jack apareció en proa, con el mono sobre su hombro y un semblante relajado.

-Mirad esos barcos anclados, deben transportar gente importante para contar con tal armamento.

Anne asintió. Alan veía como el hermoso rostro de la pelirroja era serio y se encontraba ensombrecido por un gesto oscuro y fiero, como el de un león ante su presa y como una fiera a punto de enfurecer.

-Algo pasa en esa isla.

-Y debemos averiguar el qué- Sentenció Mary.

-Señor Gibbs, rumbo este, rodeemos la isla y echemos ancla cerca de una cala protegida.

-A la orden capitán.

El barco viró y perdieron de vista el puerto de Santo Domingo. Alan bajó a la bodega y se tumbó un rato antes de arribar. Le dolía incesablemente la cabeza del sol, no llevaba sombrero y los rallos del astro rey le golpeaban con fuerza y él era un chico de ciudad, nunca le tocaba el sol con tanta profusión.

Horas después Anne le despertó.

-Estamos a punto de comenzar el desembarco, prepárate.

Alan se levantó de su hamaca y sintió como el peso de algo caía sobre él. Era una casaca de color castaño y un sencillo tricornio negro. El español quedó ensimismado y miró a la pirata pelirroja que permanecía impasible ante él.

-Órdenes del capitán, de ser por mi desembarcarías tal cual.

-¿Sigues enfadada?

Anne frunció el ceño.

-¿Enfadada?

-Por lo del combate.

-Ah, no me enfadé solo que mi pasatiempo predilecto es hundir mi acero que la carne enemiga.

-Qué sutil.

-No soy una de las damiselas que quedan atónitas por ver una cucaracha en su comida.

Alan sonrió.

-Tú te comerías la cucaracha.

La pelirroja se encogió de hombros y subió a cubierta. Alan procedió a probarse la casaca, le quedaba como un guante, no sabía de donde la había sacado Anne pero una cosa estaba clara: Podía oler mejor. El tricornio le encajó, milagrosamente bien en su cabeza. Tomó su cinto y su espada y se los colgó de un hombro.

Cuando subió a cubierta los piratas ya estaba iniciando el desembarco. Echaban los botes al mar y descendían por los escalones de la quilla hasta llegar a la barca. Cargaban fusiles, pólvora, agua y alimentos. Alan no podía pensar que harían con todo eso pero lo dio por sentado, más valía prevenir que curar...o eso decían.

Hugo estaba hablando con Mary y Coton, bueno, ese último se limitaba a escuchar...lo de hablar lo llevaba difícil. El capitán Jack salió de su camarote escoltado por Anne y con el mono sobre su hombro, el condenado primate parecía estar pegado ahí.

-Señor Gibbs, mantenga este barco a flote hasta que yo vuelva.

-Sí, señor.

-Ah...no toquéis mi ron.

-Eh...si, capitán.

-¡¡Joven Hernández, hora de pisar tierra!!

Jack bajó por las escaleras seguidos de Anne, Hugo y Mary. Alan también embarcó junto a otro pirata: Scrum.

Estaban en una cala rodeada de arrecifes y acantilados. La Perla se encontraba bien resguardada entre los grandes pedruscos y precipicios donde ningún barco era capaz de divisarla pero el lugar era muy cerrado y la Perla muy grande, si no se maniobraba bien el barco iría a pique pero Sparrow tenía más experiencia que Alan, así que el joven decidió confiar en su criterio.

Desembarcaron en una playa rocosa. Los bucaneros comenzaron a arrastrar los botes color azabache al interior de la playa, donde las olas del mar no pudieran arrastrarlas. Eran unos trece piratas los que habían abandonado el barco, otros treinta seguían en la Perla, protegíendola. Comenzaron a descargar el cargamento pero Jack ordenó que pararan.

-Dejad todo en los botes. Anne, Mary, los dos grumetes y yo iremos a la ciudad. Si no hemos vuelto al anochecer pues...

-¿Vamos a buscaros?- Sugirió uno.

-¡Exacto!- Argumentó Jack- Nos iréis a buscar.

Anne hizo una señala a Mary y ambas se retiraron tras unas rocas. Unos minutos después volvieron con una apariencia algo diferente. Parecía hombres, sus cuerpos estaban más musculosos, sus cabellos ocultos bajos los sombreros y Mary se había deshecho de su provocativo traje por un atuendo masculino.

-¡¡¿Que os ha pasado!!?- Inquirió Hugo.

Mary sonrió.

-Dos mujeres armadas llaman mucho la atención en una ciudad así que a partir de ahora y hasta que retornemos a la Perla, yo soy Mark y Anne vuelve a ser Eric.

-Inteligente pero...¿Cómo os habéis deshecho de...?- Alan hizo movimientos curvos y ondulados con sus manos, de forma vertical.

-Nos hemos vendado el tronco- Dijo Anne, de forma molesta- Así nuestros pechos no se ven por que ¿Hombres con pechos? Esos condenados investigadores nos examinarían por todos lados.

-Sí- Concordó Mary.

-Venga, venga, venga- Apremió el capitán- Vayámonos ya.

Hugo tomó sus armas y se las colgó del cinto y Anne hizo lo propio con sus dos dagas solo que las escondió bajo su casaca. Mary mostraba su par de pistolas a todos los que quisieran mirarla y Jack...Jack, llevaba sobre el hombro a uno mono asesino, iba bien protegido.

Los cinco se encaminaron hacia los riscos y acantilados, en dirección a la ciudad  de Santo Domingo.

Piratas del Caribe: El último pirata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora