Capitulo 4

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Esta sensación era distinta a todo lo que había sentido antes, ni siquiera con Kim había sentido tantas cosas con un solo beso.

Me separé, y él me miró confundido.

—¿Qué pasa?

—Estoy cansada eso es todo... —me levanté y él igual —me siento mareada

Y era verdad, me levanté tan rápido que el mundo me estaba dando vueltas.

—¿Segura que puedes caminar? —me tambaleé un poco y Adrien me sostuvo con una mano en la espalda y la otra en una de mis manos —debería llevarte a tu cuarto

—Relájate, estoy bien —me soltó por un segundo y casi me caigo al suelo —está bien, lo acepto no estoy tan bien

Me recostó en el suelo para poner una mano en mi frente para luego ponerla en la suya.

—Por amor de Dios, ardes en fiebre, vamos a la enfermería

—No, tengo pastillas para estas cosas en mi habitación —me miró con una ceja levantada —confía en mí, sabía que esto pasaría

—Quédate así un momento en lo que recojo las cosas —asentí y se puso a recoger todo rápidamente —listo, vamos

Me cargo de nuevo y por un momento quise decirle que me dejara caminar, que yo estaba demasiado pesada para él, pero no pude hacerlo porque me desmayé, o me dormí, sea lo que sea vi todo negro por un rato.

Cuando desperté estaba Alya dormida al lado mío y Nino dormido en una silla, ambos estaban tomados de la mano, parecían tan lindos que quería tomarles una foto.

Pero el guardia de ayer tenía que entrar con una bandeja de panecillos de chocolate y té.

Le hice una seña de que pasara sin hacer ruido, asintió y con la máxima cautela posible pasó y dejo la bandeja en la mesa de noche, luego se fue con una sonrisa en la cara.

Desperté a Alya dandole pequeños golpes en él brazo.

—Marinette déjame dormir por amor del cielo —abrió mucho los ojos y despertó a Nino viéndome sorprendida —¿estás bien? ¿Qué te pasó? ¿Dónde estabas anoche? Y ¿con quién? —al hacerme las últimas dos preguntas me miró de manera pícara

—Alya, nena, déjala, no pudiste dormir en toda la noche por hacer suposiciones, acaba de despertar y dudo que recuerde algo, déjala respirar si quiera

—Hay, lo siento

—No, está bien, en realidad no recuerdo mucho, solo que vine aquí y me dormí, luego me levanté y de verdad no recuerdo más

Alya y Nino me miraron preocupados, no era tan anormal que alguien que se había desmayado recordará algo antes de hacerlo, de seguro se estaban preguntando si no estaría yo enferma.

Pero no lo estaba, simplemente que había tenido un refrió grave hace unos días, que me había provocado desmayos a todas horas del día en casa, creí que no pasaría aquí, pero me equivoqué.

A y... si recordaba todo, a Adrien, el picnic y que me cargó en sus brazos hasta mi habitación.

—Bueno, Kyllian dice que vio a un chico aquí anoche

—Si, nos dijo que estaba sentado aquí sosteniendo tu mano, pero que cuando la vio salió por la ventana sin dejar rastro —Alya señaló la ventana, supongo yo que había estado abierta desde anoche

—Lo único que dejo aquí fue este tipo de flauta pequeña —Nino extendió su brazo y tome el objeto con delicadeza, era la flauta que me había dado Adrien anoche

—Debí haberla dejado caer anoche cuando me desmayé —Alya y Nino me miraron confundidos y yo solo me sonrojé —es un regalo de Nath, eh... me lo dio antes de irme, y no se para qué sirve

Alya rió por lo bajo.

—Oh chica, y tú dices que no gustas de él, bueno Nino y yo te dejamos aquí, si necesitas algo puedes llamarnos a nosotros o a Kyllian

Asentí y se fueron.

Mi Enmascarado AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora