『Diecisiete』

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Recuerdo #1

"Bon". Nunca una simple sílaba pudo causarle a alguien tanto pavor.

Su voz llamándole retumbaba por la casa. Todo estaba en un silencio sepulcral; el joven, en ese instante de unos diez u once años, sólo lograba apreciar el sonido de su respiración rebotando contra las paredes internas del clóset.

-Bon, ¿Dónde estás?

Debería estar enojado, gritándole. Eso era lo que solía darle miedo. Pero esta voz era calma. Arrastrada. Parecía que lo llamaba para ofrecerle un regalo.

-Dulzura, no hagas enojar a papá...

Y esa amabilidad absoluta era la que le ponía los pelos de punta.

El clóset era el mismo que tiene en el presente. No muy amplio, con las perchas de los abrigos sobre sí, frente a un espejo que ocupaba toda la puerta. Podía ver su rostro acalorado, sudoroso, y la forma exagerada en que sus manos huesudas temblaban.

Se tapó la boca para no seguir oyendo sus jadeos. Sentía que se quedaría sin aire.

Entonces, con el nuevo silencio, pudo oír pasos. Pasos tranquilos, rítmicos, que subían por la escalera. Cada segundo estaba más cerca de su dormitorio. Cada segundo estaba más cerca de descubrirlo. Cada segundo, el corazón de Bon palpitaba más fuertemente.

Si no se había desmayado, era porque el miedo lo mantenía en alerta. En una tortuosa y horripilante alerta. Un estado de alerta que le arrebataría el oxígeno, en el momento en que la mano del hombre se posó sobre el picaporte.

-Sé que estás aquí...

Tenía un timbre de voz maravilloso. ¿Cómo no pensar que era un tipo de fiar? Con cada palabra irradiaba confianza. ¿En qué momento le había empezado a dar tanto miedo?

-No puedes esconderte por siempre, dulzura...

Las ganas de llorar lo hicieron estremecerse. La puerta se había abierto. Muy lentamente. Casi a propósito. El aire frío del pasillo invadió la habitación del niño. El hombre dio un paso dentro. El suelo rechinó. El tiempo no pasaba. Todo parecía una pesadilla. Una pesadilla que no terminaba, una de la que no podía despertar.

-Papá sólo quiere jugar contigo...

Dio un paso, pesado. Ya tenía todo su cuerpo dentro de la habitación.

Dos pasos.

Tres.

Cuatro.

Cinco.

Cada uno tenía un intervalo más largo que el anterior. Probablemente ya lo había oído. Ya sabía dónde estaba.

Rezó al Dios que decían estaba en el Cielo, que todo lo oye, que a todos perdona. Rezó por algo en el mundo que alejara a ese hombre de él. No podía ser tarde. Nunca podía ser demasiado tarde. Rezó por una segunda oportunidad. Sería un niño bueno. No volvería a portarse mal. No volvería a desobedecer.

-Bon... Solo pídeme perdón, y ya...

Había dejado de moverse. Ya no caminaba.

El corazón se le hundió en el pecho. El frío le recorrió la espina. Parecía que el corazón ya no le latía.

De repente, sintió el hedor a cigarrillo que el hombre desprendía.

-Juguemos un rato, como siempre lo hacemos...

Un último paso, y la sombra entró en el closet. Vio sus propios ojos verdes abrirse del horror en su reflejo, para luego encontrarse con esos pantalones negros en el instante en que la puerta fue abierta, haciendo un chirrido que solo entonces pudo apreciar.

『Foxy x Bon』RETIFISMO『+18』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora