Naruto despertó en una sala que le pareció sobria, aunque colorida. Estaba tumbado en una cama de suaves sábanas verdes y cabecero de madera pintada de blanco. Era cómoda, se sentía en una nube de algodón. Inspeccionó un poco más la habitación y vio que había otra cama de sábanas rojas con el mismo cabecero al otro lado de la pared. A sus pies había dos armarios a juego, no parecían muy grandes, pero esperaba que cumpliesen su función.
A su izquierda tenía una mesita de noche con una sobria lámpara blanca, en la mesita de su compañero había una lámpara de lava de colores azulados de la que enseguida se quedó prendado... Era hipnotizante.
Oyó la puerta abrirse, entró un niño de porte serio, piel clara que contrastaba con su oscuro pelo del color de esa piedra... azabache. Sus ojos negros como pozos se mantuvieron inexpresivos pero sus cejas se alzaron con sorpresa.
- ¿Eres el nuevo? – Naruto asintió, aun sin poder incorporarse en la cama, tendría que trabajar la fuerza en sus brazos ahora que no podía usar las piernas. – Qué fastidio, ahora tendré que compartir habitación...
Naruto enseguida hizo un mohín y trató de protestar, pero antes de poder darse cuenta, su compañero de habitación ya le estaba ayudando a incorporarse, en cuanto lo consiguió acercó la silla de ruedas, con mucho esfuerzo consiguieron que Naruto se sentara en su silla para que pudiese desplazarse con libertad por su nuevo hogar.
- ¿Qué has soñado? – preguntó Jiraya con seriedad des de la puerta. Naruto alzó una ceja, la voz en su cabeza volvió a interferir en su hilo de pensamientos. A él tampoco le daba buena espina, el hombre que le había acogido.
- Nada que pueda interesarle... - Naruto puso las manos en sus ruedas, con lentitud fue hasta el armario que supuso que era el que le tocaba. Al abrirlo vio su maleta sin deshacer junto a su mochila de ninjas. Decidió probar suerte con la maleta, encontrándose con sus escasas prendas de ropa y, debajo de ellas, un libro. El único libro, a parte de los escolares, que había podido llamar suyo en su corta vida.
Lo puso en su regazo con sumo cuidado, era la reliquia más valiosa del mundo. Era único, el libro de Mito Uzumaki que le explicaba detalle a detalle cómo usar sus poderes.
Miró a Jiraya para que se moviese, quería ir al jardín que había visto antes a empezar a leer ese libro. Pero este aún no se daba por vencido.
- ¿Y bien? – Naruto dio un largo suspiro, viendo su reticencia a responder, Jiraya frunció el ceño. – No sabía que un niño pudiese ser tan obstinado.
Naruto le ignoró, pero a medio pasillo se paró y le dijo al hombre, con una voz que demostraba una madurez inédita para tan corta edad, unas palabras descorazonadoras.
- Y yo no sabía que los sueños podían hacerse realidad. – Un silencio sepulcral hizo cerrar el pico a Jiraya . Los cinco niños que habían estado escuchando a escondidas, curiosos de conocer al nuevo, soltaran sonrisas de malicia... Jiraya se lo tenía más que merecido, por fin alguien podía enfrentar a ese muro de hielo que se hacía llamar su tutor y Maestro.
La silla de ruedas reanudó su marcha con un destino muy claro en mente, al principio se perdió pero en poco tiempo supo cómo llegar hasta el jardín. Se topó con lo que conocía como el mayor obstáculo de su vida en esos momentos: las escaleras.
Apenas eran tres escalones de bajada hasta ese hermoso invernadero que parecía que iba a convertirse en su refugio y lugar de estudio. Suspiró mirando a su alrededor.
- ¿¡Hay alguien cerca?!
- No hace falta que grites... - dijo una voz de timbre alto, melodiosa y tímida... Naruto giró la vista para encontrarse con una niña que parecía de su edad, estaba sonrojada hasta las orejas. – M-me llamo Hinata... Soy una pantera. - su voz tartamudeaba y Naruto pudo afirmar que era más que vergonzosa. - ¿Y tú?

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VANISHED
Fanfiction- ¿Qué es eso? - Sasuke miró a su hermano como el idiota que era. No se dignó a responder aunque sus ojos sí se encontraron con un cielo abierto a interminables misterios. Abrió los labios, avanzando tan rápido que los árboles eran apenas sombras...