He vuelto

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La novela ha sido editada, por lo que las escenas en cada capítulo varia, en esta parte encontrarás los que solían ser los capítulos -17/18- De ante mano, una enorme diculpa por las molestias que esto puede llegar a causar.

Cualquie duda con gusto la repsonderé.

Regreso a mi casa acompañada por una de mis enfermeras de nombre desconocido, no estaba segura de que mis padres olvidarían recogerme del hospital, así que ni intenté hablarles, fue muy gentil de esta enfermera el ofrecerse a traerme a mi casa, intento superar la muerte de mi tía sin entrar en depresión, aunque es algo muy sencillo.

La enfermera me mira de vez en cuanto mientras vamos de camino a mi casa en la ambulancia, me pone nerviosa cada vez que voltea, ya que así fue como tuve el accidente de coche con mi tía.

Tengo miedo de que se vuelva a repetir, aunque hay pocas posibilidades;  les rogué a Charles, mi doctor, y a todas las enfermeras que me dejaran irme sola en taxi, me hubiera sentido más confiada, pero insistieron tanto que cuando me di cuenta ya había aceptado a que me llevaran y me estaba subiendo a la ambulancia, creo que mi acompañante se llama Lizzie, pero no memoricé todos los nombres de las enfermeras que me cuidaron, así que  no podría estar segura, no la conozco, y no estoy dispuesta a preguntarle su nombre ya que ni vale la pena.

Cuando llego a mi casa, le agradezco a la enfermera y al conductor haberme llevado, al parecer mi expectativa con los doctores es errónea en algunos casos, no todos son crueles y despiadados, pero sigo pensando que la mayoría no tienen corazón, pero yo no soy nadie para juzgarlos.

Domingo, a las 7:30 p.m. me siento tan sola, mis padres salieron por su trabajo, pero como sé que al día siguiente tengo clases me preparo, busco mis útiles escolares, mi mochila e intento elegir un conjunto que haga impacto en la escuela, algo casual pero a la moda, que obligue a la escuela entera a saber que he vuelto.

Busco entre mi armario, prendas, prendas y más prendas, pero nada que me convenza, hasta que miro nuevamente en la montaña de ropa que he dejado en el piso, suspiro profundo, ahora tendré que acomodar todo eso, decido que es mejor hacerlo en ese mismo instante, pues tengo todo el día libre y ese es el único trabajo que me queda por hacer… hasta donde recuerdo.

Mientras acomodo encuentro una blusa, mangas cortas, color gris, decoraciones blanco y negro tipo vintage, estoy segura de que mis amigas morirán de la envidia, jamás la he usado, es más, todavía tiene la etiqueta de precio, por fin algo que alegra mi día, me pregunto por qué compro tanta ropa y nunca la uso, si me pongo a revisar todo mi armario, calculo que el 50% sería ropa completamente nueva, el 35% la habré usado a lo mucho un par de veces, y únicamente el 15% uso con frecuencia.

 Convino la blusa con unos shorts, algo cortos, y unos zapatos abiertos negros, lo dejo bien doblado sobre mi silla, luego de terminar de acomodar todo el desastre que he causado buscando alguna vestimenta y de contemplar el atuendo que usaré al día siguiente, un duro golpe me regresa a la realidad.

El ruido provino de abajo, salí a toda velocidad de mi habitación y bajé las escaleras, otro ruido, esta vez pude distinguir lo que era, alguien había roto algún cristal, tal vez un florero cayendo.

Corrí hasta el comedor, allí se encontraban mis padres, no me había dado cuenta de que ya habían llegado, revise el reloj situado a unos metros de mí,  mis padres no debieron regresar hasta una hora después, llegaron más temprano de lo habitual, nueva sorpresa; ellos se miraban con una furia el uno al otro.

-¿Papá? ¿Mamá?- pregunte mientras me acercaba lentamente a ellos.

-Ah, hola Lili- dijo mi madre sin mucho entusiasmo, para ser la primera vez que la veía desde hace un mes yo me esperaba algo más que un “Hola”.

Vida de una suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora