Recuerdos

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He estado intentando hacerme a la idea de que soy adoptada... es muy fácil decirlo en mi mente y fingir que todo está bien, pero sigo sintiéndome terriblemente mal... y no lo entiendo. Me refiero a que no tengo ningún problema con ello... además, recuerdo a mi linda Ana, que también es adoptada y toda la cosa, a ella no pareció importarle eso... ¡y es una niña!

¡Que alguien me explique por qué esto me afecta tanto! El dolor emocional se convierte en dolor físico, ya no tengo fuerzas para nada.

A lo largo de la semana intenté calmarme un poco, pues sentía que estaba exagerando las cosas... y tal vez eso sí sea cierto. En los almuerzos me sentaba junto a Lizeth y nos quedábamos calladas mientras garabateábamos alguna hoja del cuaderno o fingíamos leer algo.

El viernes decidí que mi depresión ya había durado suficiente, y fue cuando fui a hablar con Leonardo. No lo vi hasta la hora del almuerzo, me costó mucho trabajo encontrarlo... lo cual es muy extraño, él no es una persona que pueda pasar inadvertida fácilmente.

Tuve suerte de encontrarlo solo, cuando él me miró acercarme se cruzó de brazos, pero su rostro no parecía molesto ni enfadado.

-¿Ya estás mejor?- preguntó con un tono de voz bastante neutral.

-No estoy segura- admití –Pero ya no quiero seguir así, fingir que no pasa nada cuando es obvio que sí...

-Cada quien tiene sus problemas, debes aprender a sobrellevarlos

Asentí y nuestra conversación se acabó.

Me lo volví a encontrar a la hora de la salida, cuando caminaba por los pasillos del colegio mientras buscaba en mi bolsa un dulce o algo parecido...

Quedaban muy pocos estudiantes y los profesores estaban encerrados en sus aulas.

Pasé junto a la oficina del director, escuché algunas voces que parecían quejarse, luego unos pasos apresurados, vi que la puerta se abrió y de ahí salió Leonardo. Le miré ladeando la cabeza y él se acercó a mí. No dijo nada, comenzamos a caminar hacia la salida.

-Así que también tienes problemas- comenté. Fue lo único que se me ocurrió para poder sacar tema de conversación.

-Te lo dije en la mañana ¿Acaso nunca pones atención?

Solo me encogí de hombros. Había veces en las que no tenía idea de qué contestarle, no sé si es mejor guardar silencio o buscar una frase coherente, pero siempre opto por quedarme callada, aunque a él parece no gustarle eso, pero nunca se queja.

-El director insiste en que debo cambiar mi actitud- dice Leonardo.

-¿Qué actitud?

-¡No lo sé! Según él, debo dejar atrás la rebeldía

-¿Rebeldía?- puedo decir muchas cosas de Leonardo, rebelde no es una de sus cualidades.

-¿Cuándo entenderá el mundo que gótico y rebelde, no son sinónimos?

-Bien podrían ser antónimos- comento sin pensarlo demasiado –Supongo que a las personas les gusta juzgar libros por su portada

-Qué tontería

-Tienes razón, incluso yo puedo decir que los góticos son las personas más calmadas del mundo... aunque hay excepciones ¿no?

-¿Excepciones? Un gótico no es el que se la pasa insultando y detestando el mundo, un verdadero gótico tiene amor por el arte y la cultura

-Intenta convencer a los demás de eso

-Sería una pérdida de tiempo

Justo cuando comentó eso, tuvimos que separarnos y seguir nuestros caminos... y aquí comenzaba una tarde interesante: Nancy me pide cuidar de Moni.

Vida de una suicidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora