Juntos

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Después del almuerzo Alfred tomó su mano y enredó sus dedos con los suyos en una caricia anhelada y dulce. Lo jaló hacia el jardín y bajo la sombra de un árbol lo invito a acompañarlo en esa hermosa tarde de verano.

La conversación fue amena y entretenida, se comentaron sobre el tiempo que estuvieron separados y como sus vidas habían cambiado desde su encuentro y aunque Arthur insistía en que era imposible que Alfred haya cambiado en algo desde que se conocieron ya que era un niño inocente, Alfred insistía que a partir de ese día veía le amor de otra manera. Aún siendo niño sabía que no amaría a nadie más que a él por el resto de su vida logrando que Arthur se sonrojara profundamente conmovido por el amor que Alfred sentía y siente por él.

Admiraba su honestidad y sentía que debía corresponderle del mismo modo, así que dejando de lado su orgullo y nerviosismo le contó sobre el impacto de Alfred en su vida.

Le comentó sobre su falta de amigos y como desde que se conocieron podía sonreír un poco más recordando los días que pasaron juntos cada vez que se sentía solo o triste y como encontraba sus fuerzas renovadas al visualizar la sonrisa de Alfred en su memoria.

Le confesó también con algo de vergüenza que él fue su primer beso sorprendiendo a Alfred que por mucho tiempo pensó que el inglés, con la edad que tenía cuando se conocieron, ya habría regalado su primer beso a otra persona. La dicha inundó el alma del americano y se expresó a través de una sonrisa cálida y el intenso brillo de su ojos azules encantando aún más al británico.

—Pues no era mi intención ser tu primer beso, pero me alegro de haberlo sido—le dijo acariciando el rostro de Arthur con delicadeza—yo lo único que quería era que no me olvidaras y que supieras que mi amor era verdadero.

—Déjame decirte que lo lograste—le dijo sonriendo entregándose por completo a esa caricia—quede en estado de shock por casi 10 minutos en el aeropuerto y mamá me llevo como zombie de regreso a casa. Fue un lindo recuerdo, todo el tiempo que pasamos juntos lo atesoraré por siempre en mi corazón.

De repente su mirada se ensombreció y su sonrisa se esfumó preocupando a Alfred.

—Aunque también fue una tortura no poder olvidarlos cuando caí en cuenta que me había enamorado de ti y tú no volverías— agachó la mirada y tomó aire para continuar—sé que es un tema delicado nuestra diferencia de edad y todo eso pero debes entender que para mí era inapropiado amarte, sentía que te había obligado a amarme, que de algún modo había influenciado en ti, después de todo eras un niño...

Tomó la mano de Alfred que hacía en su mejilla y la apretó fuertemente.

—Tú no me obligaste a nada—le respondió Alfred

—Tal vez no, tal vez si, por mucho tiempo contuve mis sentimientos sin saber exactamente qué era, te amaba como se ama a un hermano pero cuando vi tus fotos hace algunos años ya eras un adolescente, siempre imaginaba cómo te verías siendo adolescente y verte en fotos me impactó. Sobrepasaste mi imaginación y me encontré admirándote de otro modo.

—Soy demasiado atractivo ¿verdad?—le Alfred divertido

—No tientes a tu suerte. Pero no lo voy a negar, de verdad te veías atractivo, a pesar de que tenias muchas fotos tragando hamburguesas como un cerdo ¿tú no engordas ni un gramo no?

Alfred emitió una carcajada.

—Pues déjame decirte mi amado Arthur que tengo una tendencia a engordar muy fácilmente.

Buscame cuando cumplas 18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora