Palpando el terreno. Y algo más...

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El día brillaba radiante, los pájaros cantaban y el viento soplaba amablemente en los prados de los Kirkland, sin duda un día perfecto para cualquiera.

—Como detesto este día...
Menos para Arthur Kirkland.

Se detuvo frente al lago, con la mano en el corazón tratando de tranquilizar sus erráticos latidos que, al igual que su mente, estaban totalmente descontrolados, sin saber qué hacer o qué pensar.

¿Estaba feliz? ¿Triste? ¿Molesto? ¿Qué sentía?

No importa cuantas vueltas le daba, no podía entenderlo.
Rendido ante su nada provechosa reflexión se sentó bajo el árbol más cercano al lago y cerró los ojos tratando de no pensar en nada.

Unos ojos lo miraban desde cierta distancia mientras se acercaban lentamente hacia él, no quería perturbarlo o causar molestias tan solo quería hablar con él, conocerlo al fin. Expresar lo que sentía.

Y entre más cerca estaba, Matthew podía notar la confusión en Arthur junto con su tristeza. Después de todo Arthur había esperado por este momento 11 años. Aunque era un poco gracioso también como se dieron las cosas.

Sin duda Alfred recordara ese golpe por muuucho tiempo.

Finalmente llego a él y Arthur pareció percatarse al fin de su presencia volteando a verlo de forma melancólica.
No había rastro de lagrimas porque las contenía con gran esfuerzo, intentaba ser fuerte. Pero Matthew no quería que le mostrará el rostro que le enseña a todo el mundo, quería que Arthur tuviera la suficiente confianza para llorar con él y confesarle sus emociones y pensamientos más profundos.

Algún día

Se dijo a sí mismo. Pero por ahora se confirmaría con hablar y tratar de ganarse su confianza aunque sea un poco.

—¿Quién eres?—preguntó Arthur con visible curiosidad mientras observaba atentamente sus facciones repasando el gran parecido con Alfred—¿Acaso eres un familiar de Alfred? Bueno sin duda lo eres. El parecido es increíble.
—Así es, somos primos—le dijo sonriendo.
—Son tan parecidos que podría golpearte ahora—Se atrevió a bromear Arthur. Por algún motivo Matthew le generaba confianza, quería conocer más a este chico.
—Por favor no— sonrió Matthew —Ese golpe parecía doler demasiado. Aunque no te voy a negar que se lo merece.
—Es...un idiota— soltó Arthur oscureciendo su mirada nuevamente—Espero que no hayas venido a abogar por él.
Matthew negó con la cabeza.
—Para nada, estas en tu derecho de escuchar y creer lo que quieras, nadie puede obligarte a lo contrario.
—Lo sé, pero yo no quiero oír nada de él por ahora.

Arthur lo miró con ojos expectantes , era complicado, sus palabras parecían decir que no quería saber nada de él, pero su rostro en cambio, en especial sus ojos, parecían suplicar por algún motivo, excusa o cualquier cosa que le hiciera correr a los brazos de Alfred.
Captando sus verdaderos sentimientos Matthew se sentó a su lado.

—No voy a defenderlo ni nada por el estilo, pero quiero que sepas el porqué de sus acciones. ¿Me dejarías contarte?

Arthur dudó por unos instantes. Era obvio que quería saberlo pero, ¿no sería mejor dejarlo así? ¿Qué está decepción se llevara de una vez sus sentimientos?
Rió para sí mismo.
Esos sentimientos jamás de desvanecerían. Si no lo habían hecho en 11 años no lo harían en dos horas más.

—No es que quiera saber pero igual te escucharé—dijo mirando al suelo fingiendo desinterés.

Matthew esbozó una sonrisa divertida, Arthur era más de lo que se imaginaba, más de lo que Alfred podía haberle contado. Era más de lo que él soñaba.

Buscame cuando cumplas 18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora