IV

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Pasaron los días y todo siguió su curso normal en la vida de Yifan. Trabajo, oficina, papeles; la reunión del viernes con los clientes convirtiéndose en un problema que Jongdae consiguió aplacar como pudo, la oportunidad de negocio perdida en cierto modo. Se dijo a sí mismo que habría más oportunidades e intentó olvidar ese fallo que su padre le recriminaría tarde o temprano.

Con un cigarrillo en la mano, observó el panorama de edificios y cemento gris desde la salida de emergencia del edificio empresarial, dando una calada que le calmó al instante. Con las manos apoyadas en la barandilla y el cuerpo inclinado sobre ella, miró hacia abajo mientras la ceniza caía hacia el vacío.

Una neblina en el aire de la mañana, que seguramente no se disiparía a lo largo del día empañaba Hong Kong y su eterno halo de contaminación. Sonrió ante la ironía de estar metiendo más humo en sus pulmones cuando había suficiente en el aire. Era un mal vicio, lo sabía, pero le ayudaba a pensar con claridad.

Más últimamente, pensó, dando otra calada y expulsando el humo al segundo siguiente. Miró el reloj y se masajeó el cuello, tirando el cigarrillo al suelo y apagándolo con la punta del zapato. Se coló por la puerta metálica de emergencia, volviendo al movimiento de la oficina, móvil en mano.

Ojeó los mensajes y abrió la lista de contactos mientras se sentaba en su sillón. Deslizó los dedos por la pantalla y paró el movimiento por un momento ante un nombre. Pulsó sin darse cuenta sobre él y apareción un número de teléfono con las opciones de llamada o mensaje.

Había memorizado ese número hacía tres días, esperando encontrar el momento para llamar un día, al mismo que una parte de su cerebro esperaba que lo olvidase e hiciese borrón y cuenta nueva.

Le había entrado la duda cada una de las veces que se había encontrado queriendo llamar, pero sin hacerlo al final. Se decía, Solamente quiero saber qué pasó, pero en realidad pensando que era lo que menos quería averiguar mientras otro pensamiento diferente le pasaba por la mente y le dejaba confuso.

Yixing, leyó el nombre del contacto.

Por un momento, se preguntó qué pasaría si lo llamaba en ese momento, ¿estaría trabajando como él? ¿O a lo mejor estudiaba? Aunque lo más importante, ¿estaría bien?

No, se dijo pulsando sobre la pantalla. Tenía que centrarse en su trabajo y dejar aparcado el tema, aun cuando el recuerdo de ese joven se le colara en los pensamientos cuando menos se lo esperaba.

Las horas discurrieron tranquilas. Jongdae visitó el despacho un par de veces, agenda en mano para comentarle un par de temas de los que tomó nota. Al final de la jornada, se encontró saliendo del edificio de oficinas y entrando en el coche que le esperaba siempre puntual cerca de la entrada. Sin embargo, se llevó una sorpresa al encontrarse con alguien sentado al lado de él.

-Madre, ¿qué haces aquí?

-Pensé que hoy era un buen día como otro cualquiera para pasar la tarde con mi hijo -sonrió la mujer con el traje blanco que llevaba iluminándole el rostro-. No hace falta que pongas esa cara.

-No he puesto ninguna cara -replicó, molesto.

-Prometo que te gustará el sitio al que vamos a ir.

Una hora más tarde se encontraron su madre, Zitao y él sentados en los asientos de madera del Peak Tram, mientras éste ascendía hacia el Peak, la zona más alta de la isla.

La gente del vagón conversaba animadamente, unos señalando aquí o allá con el dedo, otros tomando fotografías, el clic de sus cámaras uniéndose al sonido de las voces. Una vez bajaron del tranvía, Yifan notó el cambio de temperatura respecto a la ciudad, más baja y fuera la humedad que se sentía siempre abajo.

[kray] Like a Typhoon in Mid-SummerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora