VII

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Había sido una mañana ocupada en el restaurante ya que era el día de la semana en que hacían dim sum, con lo que el restaurante se llenaba hasta los topes desde primera hora de la mañana. Los platos salían unos tras otros de la cocina mientras Mei, la chica que trabajaba de refuerzo en ese tipo de ocasiones, iba sirviéndolos en sus respectivas mesas. Las conversaciones y el ruido de los platos llenaban el establecimiento, las tazas de té y los cuencos de bambú las mesas. Yixing veía desde su puesto el exterior de la cocina cada vez que la puerta se abría y entraba Mei con prisas, empujando un carro lleno de platos vacíos. La madre de Yixing, a su lado, tomaba nota y empezaba a trabajar en la siguiente tanda de platos, juntado al momento los ingredientes, cortando verduras y pendiente del fuego. Su padre, detrás de él, servía la comida en los platos alineados.

El calor en la cocina era considerable entre el vapor y el movimiento continuo. La puerta lateral al patio de atrás estaba abierta pero no había brisa alguna que se colara al interior. Yixing se secó el sudor de la frente con un paño que guardaba en su delantal, llevando a continuación un cuenco de gambas hasta donde estaba su
abuela cortando masa.

—Deberías de salir a respirar un poco —le comentó.

Yixing negó con la cabeza.

—Estoy bien.

Había perdido la noción del tiempo que llevaba metido en la cocina, pero poco le importaba, había mucho trabajo y él siempre ayudaba todo lo posible. Se acercó a otro fogón, donde el agua hervía. A su lado, en la encimera, había una serie de botes con hierbas de té dentro. Lukcha,hungcha, oolong y sus respectivas variedades. Cogió uno de los cazos y empezó a echar el agua caliente en un cuenco con cuidado, el vapor dándole en la cara, el calor impregnándosele en la piel.

—Yixing —le llamó su madre y éste giró la cabeza, escaldándose la mano al despistarse. Se mordió el labio ante el repentino dolor.

— ¿Sí? —preguntó, soltando el cazo y abriendo el grifo para mojarse la mano con agua fría.

—Necesito que salgas y lleves un pedido.

Yixing arqueó una ceja.

—Ya sabes que el señor Won no viene este día de la semana porque no le gusta que esté el restaurante tan lleno.

A veces Yixing tenía muy mala memoria, se llevó una mano a la cabeza sin creerse que se hubiera vuelto a olvidar. El señor Won era un cliente habitual desde hacía un par de semanas en el restaurante y siempre pedía el plato especial. Solía comentar que le gustaba especialmente ese lugar porque era tranquilo y le recordaba un poco a su casa, que había dejado atrás hacía tiempo. Vivía a cuatro calles, así que no estaba relativamente lejos, sobre todo con el atajo que Yixing siempre usaba.

—Lo siento, se me había olvidado —se disculpó, agachando la cabeza.

—Tranquilo, hijo. Has estado muy ocupado — le dijo—, y se acerca la hora en que hay un poco de parón así que puedes salir a llevárselo sin problemas.

Yixing asintió. Se quitó el delantal y subió arriba para coger el móvil y las llaves. Cuando bajó de nuevo corriendo por las escaleras, su madre le tendió una bolsa con el pedido que notó caliente al cogerlo en las manos.

Salió del restaurante por la puerta trasera abierta, bolsa colgando en las manos y los ojos ajustándose a la repentina luz del exterior. Giró hacia la parte de delante del local saliendo a la calle principal, poniéndose los auriculares y emprendiendo el camino al ritmo de la música. No había mucha gente por la calle, el calor castigaba a los transeúntes que se atrevían a caminar por ella y Yixing intentó ir por la sombra lo más que pudo por la calle principal hasta que se internó por una secundaria, ésta siempre en penumbra por la altura de los edificios.

[kray] Like a Typhoon in Mid-SummerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora