Epílogo

86 19 1
                                    

Seúl le parecía una ciudad especial. No había tenido la oportunidad de viajar a ella demasiado, pero cada vez que volvía a ella había algo que hacía que se sintiera cómodo a pesar de que siempre había viajado allí por viajes de negocio. Ahora, pasado el tiempo, viajaba por primera vez por propósito propio.

Salió del apartamento que tenía en el centro, un piso que había adquirido en propiedad hacía años y en donde pasaba el poco tiempo que duraban sus estancias en la ciudad. Vestido de traje y ajustándose la corbata, se subió al coche que le esperaba y que le llevó por las calles húmedas de Seúl hasta su destino. La noche en la capital un espectáculo de iluminación, la gente disfrutando del fin de la semana laboral.

Hizo una señal a su conductor cuando llegaron a su destino, un chico de ojos afilados asintiendo desde el asiento delantero. Le vendría a recoger tras terminar la actuación. Se movió entre la gente que esperaba en la entrada exterior del auditorio, conversando animadamente vestidos con sus trajes de ocasión, algunos entrando ya en el interior. Dentro, las voces de la gente reverberaban en el pasillo principal que llevaba al salón de actos. Siguió moviéndose, sus zapatos caminando por la moqueta roja con una disculpa en los labios al tener que pasar por delante de alguien, su acento dejando entrever que no era de allí.

El patio de butacas estaba medio vacío, todavía quedaba media hora para que empezara el acto pero a él no le importaba esperar. De hecho se sentó en su correspondiente butaca en segunda fila, un programa que había cogido en la entrada en sus manos. Sus labios se curvaron en una sonrisa al ver la foto de un chico en la segunda página, un rostro que no había visto desde hacía mucho tiempo. Casi cinco años desde la última vez. Habían cambiado mucho las cosas para Yifan en todos esos años. Había aprendido a valerse por sí mismo más que nunca, a desconfiar, a tener que hacer cosas que no habían sido agradables. Pero ahora que su padre ya no estaba tras un incidente hacía unos meses y aún con la magnitud de las responsabilidades cayendo sobre sus hombros, intentaba cambiar el rumbo que había adquirido su vida. Empezando por estar allí.

Las luces se amainaron de repente, no se había dado de que la sala había terminado de llenarse. Se acomodó en su butaca, el escenario a meros metros de él, unos focos iluminando un piano negro de cola en el centro. La sala se quedó en completo silencio, todos esperando la aparición de la estrella de la noche. Uno de los pianistas más prometedores de los últimos años que pisaba ese auditorio por primera vez.

La luz del escenario se apagó dejándolos en completa oscuridad para, al cabo de unos segundos, volver a encenderse. Un chico apareció sentado en el piano vestido con traje, una pajarita al cuello y el pelo rizado cayéndole por delante de los ojos. Sus manos se colocaron sobre las teclas nacaradas, una primera nota sonando y resonando por la sala, el concierto empezando oficialmente.

Yifan no apartó los ojos en todo lo que duró la actuación.


♦♦♦♦♦♦


Yixing terminó la melodía deslizando sus dedos por las últimas teclas, el sonido difuminándose en el aire y la sala quedándose de nuevo a oscuras y en silencio. Cerró los ojos y entonces los aplausos empezaron. Yixing se levantó sonriendo, sintiéndose extasiado, la melodía todavía sonando en su cuerpo y en sus dedos. Se inclinó varias veces para darle las gracias al público que aclamaba su actuación, la primera de muchas según le había dicho su profesor.

Sonrió más ampliamente al público llevándose una mano al pecho, pensando que no podía sentirse más feliz en ese momento. Aunque una parte de él sabía que aún perfecta la noche, algo faltaba. Desvió la mirada hacia la primera butaca de la primera fila, vacía como estaba, aquella que siempre había reservado en sus pequeños recitales. Luhan, su amigo de la universidad, siempre le preguntaba la razón tras esa costumbre. Yixing nunca respondía, guardándosela para sí mismo. Esa butaca estaba reservada para aquella persona que tanto significaba para él y que le había ayudado a llegar ahí.

Abandonó el escenario dejando paso al receso y entrando en la zona de bastidores. La gente felicitándole por su actuación mientras iba de camino a la sala de descanso, Yixing agradeciéndoselo a todos con una sonrisa y con sendas inclinaciones. Finalmente se sentó en uno de los sillones, un vaso de agua en las manos del que bebió y al que se quedó mirando. Se llevó entonces una mano al cuello tirando del cordón que lo rodeaba, un colgante pendiendo de él. Lo movió entre sus dedos, no se lo había quitado ni una sola vez desde que se lo había puesto hacía años. Esbozó de repente una sonrisa, una muy diferente al resto de las que había mostrado esa noche, una que ser perdía en recuerdos del pasado.

Alguien le tocó el hombro llamando su atención, Yixing desviando la mirada del colgante a la persona que estaba de pie al lado de él. Se sorprendió al ver que le tendía un sobre. Lo cogió dejando primero el vaso sobre la mesa, el tacto del papel familiar para sus dedos. No había destinatario escrito en él, solo un pequeño sello con el dibujo de un dragón rojo en el cierre de la carta. Pasó un dedo por él, nervioso. Había pasado prácticamente un año desde la última carta, cinco desde la primera. Lo abrió y sacó una nota de él, cuatro palabras escritas en ella.

Fila 2, butaca 1.

En ese momento se le acercó uno de los asistentes informándole que tenía que volver al escenario para tocar la pieza final. Yixing asintió leyendo la nota otra vez, el corazón aleteándole en el pecho. Había recibido ese tipo de sobres durante años, el primero dándole la oportunidad de emprender su sueño, el segundo asegurándole que siempre velaría por él. Yixing guardaba cada una de esas cartas, pequeños retazos que significaban mucho para él.

Recorrió de vuelta el pasillo, sus pasos nerviosos. Alguien le cogió del brazo antes de abandonar la zona de bastidores, ajustándole la chaqueta del traje sobre los hombros y dándole una pequeña palmada de ánimo en la espalda. Salió tras ello de nuevo al escenario, esta vez iluminado de tal forma que podía ver las primeras filas mientras el resto permanecían a oscuras. Caminó hasta el piano buscando con la mirada la butaca vacía de la primera fila, sentándose delante del instrumento y levantando la mirada poco a poco.

Entonces le vio, sentado ahí, mirándole con la barbilla apoyada sobre una de sus manos en pose de curiosidad. Su pelo ahora corto y moreno, el rubio con el que lo conoció dejado atrás seguramente hacía mucho tiempo. Pero el rostro era el mismo, inconfundible, una sonrisa reservada en sus labios y un pequeño saludo con la cabeza al notar que Yixing le observaba.

Yixing sonrió ampliamente sintiendo de repente como si el tiempo no hubiera transcurrido, como si estuvieran de nuevo en aquel apartamento, el otro preguntándole si un día tocaría la melodía que había nacido esa tarde de verano. La misma que Yixing se disponía a tocar a continuación

Aquella que había compuesto en el fondo para Yifan.

FIN


¿De qué están hechos los sueños?

No lo sé.
Pero espero que de notas garabateadas junto a una ventana,
de una promesa vigente colgando del cuello de Yixing,
de la voluntad de Yifan
y de hoyuelos en la mejilla.

Mónica.

[kray] Like a Typhoon in Mid-SummerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora