Déjame enseñarte

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Volví a escuchar por duodécima vez el tono de mi móvil por una llamada entrante y comencé a ponerme más nerviosa. Volví a mirar el nombre del que estaba realizando la llamada y volví a encontrarme de nuevo con su nombre. Mi jefe estaba comenzando a enfadarse y ya sabía por experiencias anteriores que no debía tenerlo enfadado, así que apagué el teléfono y seguí colocando zapatos en el almacén. Era totalmente increíble. Hoy era martes, y en menos de veinticuatro horas Liam me había llamado más de dieciséis veces, y no venía con intenciones de parar.

Hoy había tenido que aguantar la insistencia de las chicas con que le cogiera el teléfono, algo extraño puesto que siempre era yo la que las animaba a hacerlo si discutían con sus parejas, y mucho más extraño porque yo no había discutido con nadie. Había tenido que aguantar a Thomas que, igual que el día anterior había sido un amor, ese día se había levantado con el pie izquierdo, y había tenido que superar un examen dificilísimo que sin duda habría suspendido. Y todo esto además sin Michael conmigo, al que empezaba a echar seriamente de menos sin nisiquiera haber pasado dos días en su ausencia.

Salí de la boutique con ganas de irme a la cama y no despertarme hasta que no hubiera pasado la tormenta como quien dice, pero aún me quedaba poner la lavadora e ir a recoger a los chicos a casa de uno de sus amigos.

Caminaba a paso ligero por la calle con la mente en blanco y el pensamiento en el cielo. No tardé mucho en llegar a mi casa. Pero para mi sorpresa Liam estaba allí.

Me paré un poco antes de llegar mientras aún no me veía y estudié detenidamente los pros y los contras de salir corriendo. Y cuando estaba a punto se hacerlo me miró. Se me quedó mirando durante dos minutos fijamente en los que yo le correspondía devolviendole la mirada. Por alguna extraña razón no podía apartar mis ojos de los suyos.

Durante un minuto lo observé de arriba a abajo. Llevaba sus típicos vaqueros caídos y una camiseta de los Ángeles.

Por algún motivo maldije el hecho de tener que llevar uniforme de trabajo cuando voy a la boutique.

-Hola- dijo finalmente. Pero la expresión de su rostro no cambió en absoluto.

-Hola- le devolví el saludo y de nuevo ambos nos quedamos en silencio.

Decidí sacar las llaves y subir a mi casa ya que él no hablaba y yo no iba a hacerlo. Metí la mano en mi bolso y me acerqué a la puerta pero noté la mano de Liam en mi brazo e inmediatamente frené y me di la vuelta mientras me rendía con un suspiro.

-Liam por favor- le supliqué y él negó con la cabeza.

-Cleo, te quiero- dijo mirándome a los ojos y yo hice lo mismo que había hecho él segundos antes. Negué con la cabeza.

-Liam ¿por qué no puedes ser un chico como los demás? Un chico que me presenten y que sólo salude y pase de mí el resto del tiempo o que simplemente ni se acerque.

-¿Por qué quieres que pase de ti? No lo entiendo- soltó mi brazo cuando estuvo seguro de que no me iría y me miró con gesto preocupado.

-No se trata de lo que yo quiero, pero ha sido así siempre y me cuesta creer que eso de verdad vaya a cambiar ahora- cerré los ojos por un momento intentando retener mis lágrimas.-Liam yo no estoy hecha para tener una relación. No se como van esas cosas, no se que se le dice a la otra persona, no se qué es lo que se hace cuando sales con tu pareja porque yo no he hecho eso en mi vida.

-Sólo respondeme a una pregunta por favor- me suplicó y yo asentí cansada -¿querías a Bradley?- me despistó un poco la pregunta pero asentí. -Soy el mismo Cleo, no he cambiado, ni tú tampoco lo has hecho. Seguimos siendo esos dos pequeños que se enamoraron.- paró de hablar y yo recapacité pensando en todas las palabras que había dicho y vale que tenía razón: yo no había cambiado tanto como parecía, y él seguia siendo ese adorable chico, pero más seguro de si mismo y sin ese temblor en las manos tan característico, Pero seguía sin entender que era lo que quería decirme con esto. -A lo que me refiero es que puede que no sepas todas esas cosas, pero sólo dame tiempo para enseñartelas. Sólo dime que no te has olvidado de mi y entonces haré todo lo posible porque te olvides de todo esto que sientes.

Mi pulso temblaba y mi respiración se agitó levemente.

-Es cierto que no se hacer ninguna de las cosas que te he dicho, pero se qué es querer tanto a alguien que hasta duela- suspiré pensando si debía decirlo o no -nunca me olvidé de ti Liam. Siempre serás mi primer amor- le dije.

-Haré lo posible por ser el único- me agarró de la cintura haciendo que me sobresaltara e hizo que mis pies se levantaran del suelo. Después juntó sus labios con los míos y me besó. Yo estaba más roja que un tomate y la verdad era que por algún motivo no podía parar de sonreír en su boca. Enredé inconscientemente mis manos en su pelo y jugué con uno de sus mechones. Era la primera vez que tenía esa sensación y es una de las mejores sensaciones que he tenido en toda mi vida.

Cambio radicalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora