Por una vez en tu vida.

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Me desperté sobresaltada por un golpe en el salón e inmediatamente me levanté y me dirigí hacia allí corriendo para ver que es lo que pasaba. Descubrí a Liam en el suelo.

-Oh Liam, ¿estás bien?- pregunté extendiéndole los brazos para ayudarle a levantarse.

-Si, siento haberte despertado. Es sólo que me he levantado y pensando que estaba en mi cama me he ido a dar la vuelta y me he caído.

Sonreí intentando contener la risa al imaginar al chico cayéndose y, por suerte él no pareció darse cuenta.

Se estiró abriendo sus brazos y doblando su espalda ligeramente hacia atras mientras bostazaba. Se rascó un brazo y me miró de arriba a abajo.

-Bueno, creo que me voy a ir- dijo buscando por el suelo supongo que sus zapatillas. Miré el reloj del salón que tan sólo marcaba las cinco de la mañana.

-¿Bromeas? ¿Dónde vas a las cinco de la mañana?- pregunté sentandome en el sofá y subiendo mís pies descalzos mientras me acurrucaba con la manta con la que le había cubierto a él horas antes.Aspiré el aroma que tenía la manta ahora. El olor de la colonia de Liam. Él se encogió de hombros.

-A mi casa supongo- sentenció y comenzó a ponerse los zapatos.

-No has desayunado- le confirmé lo que resultaría evidente para él.

-Ya- dijo como si nada.

-¿Ya? No te puedes ir sin desayunar.- dije mientras me levantaba de un salto del sofá y me dirigía a la cocina. Creí notar una pequeña sonrisa en esa cara que no me dejaba ver mientras se ataba los cordones pero obvié el detalle y seguí a lo mío.

-¿Qué quieres desayunar?- le pregunté ahora mirando de nuevo el reloj, pero esta vez el de la cocina. Las cinco de la mañana y desayunando. ¡Quién lo diría!

-Unos huevos- dijo y yo rodé los ojos abriendo la nevera para sacarlos. Lo que se estaba perdiendo por no desayunar colacao. Eché los huevos en la sartén y en un abrir y cerrar de ojos estuvieron listos. Calenté una taza de colacao para mi y cogí un croissant del armario. Lo llevé todo a la mesa y cerré las puertas de mís hermanos y del salón para que estos no se despertaran. Era demasiado pronto. ¡Nisiquera yo tendría que estar despierta!

-Bueno... ¿qué vas a hacer hoy?- preguntó tras un largo silencio.

-Iré a llevar a los chicos al colegio, luego al aeropuerto y después a hacer la compra. Vendré a casa, colocaré las cosas e iré a bucar a los chicos, prepararé su comida y los dejaré de vuelta en clase, luego haré tiempo hasta la hora de ir a buscarlos y poco más.- sentencié y Liam pareció sorprendido.

-Vaya, si que lo tienes todo en orden- Dijo y yo me encogí de hombros. Normalmente no solía planificar tanto mi vida.

-Oye, ¿qué querías ayer?- pregunté por lo que me había dicho por el telefónillo

-Nada, ver como estabas y eso, ya te lo dije.- le miré otra vez. De nuevo me estaba mintiendo.

-No era eso y lo sabes, no mientas.- dije y el me miró. En ese momento volví a ver al pequeño Bradley. -venga dímelo- Dije apoyando mís pies en el suelo mientras me sentaba un poco más cerca de él.

Él me observó durante unos segundos, se quedó mirándome fijamente y sin darme tiempo a reaccionar me encontré con una de sus manos en mi nuca mientras sus labios se movían en los míos. Mi corazón empezó a bombear sangre a una velocidad incalculable y por alguna razón que desconozco cerré los ojos y seguí con ese beso. Era mi primer beso. Bueno, el primero del que podría acordarme. "Qué triste" fue lo que pensé "diecinueve y éste es tu primer beso" me dije. El lado bueno de mi mente salió diciendo que ya me habían besado antes y que seguro que habría otras personas a las que tampoco habrían besado con mi edad.

Cambio radicalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora