Capítulo 10

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Entré al comedor y visualicé a los chicos sentados en la mesa de siempre. Mientras me encaminaba hacia ellos Jack se percató de mi aparición. Nuestras miradas se encontraron y su cambio de gesto no me transmitió mucha confianza. A unos pocos pasos de poder alcanzar la mesa él se levantó rápidamente y caminó hacia mí convencido.

—Hey Shawn. ¿Por qué no me acompañas a tirar esto a la basura? —dijo indicando la bandeja que sujetaba.

Me fijé en ella y aún quedaban unos pocos fideos chinos en la caja. Él nunca dejaba comida, y menos fideos. Fruncí las cejas extrañado.

—Claro...

—¿Cómo la pasaste ayer con tu hermana? —cuestionó.

—Bien… no ocurrió nada importante, solo me aburrí en casa —titubeé fracasando en la misión de parecer creíble.

—¿En serio? —inquirió sorprendido—. Porque yo te vi en la entrada de Forest Hill Figure Skating Club con Lindsay —declaró con ironía.

Cerré los ojos fastidiado y lancé un suspiro.

—Por favor no se lo digas a los chicos, no quiero empezar una lucha —pedí desganado ante la idea de otra pelea causada por mi situación con Lindsay.

—Calma Shawn, no soy Cameron. Te puedes quedar tranquilo —dijo él ladeando la cabeza divertido por mi reacción.

—Gracias Jack.

Él me dio una palmada en la espalda esbozando una sonrisa cómplice y seguidamente se paró frente a la basura. Vi en su cara como sufría al tirar el resto de la comida lentamente.

—Si me ven regresando a la mesa sin haberlo tirado sospecharían —aclaró él al ver mi cara de confusión.

—Lo siento… supongo —dije enarcando una ceja.

Nos dispusimos a volver cuando noté como alguien me empujaba por el costado y me estampaba contra la pared. Yo, aún aturdido me apoyé en el muro para no perder el equilibrio. Mi cerebro asumió la información y una oleada de furia invadió mi cuerpo. Alguien me había empujado con todas las intenciones de tirarme. Levanté mi mirada para saber quién lo había causado y me encontré con London acercándose velozmente hacia mí. Mi cuerpo se puso a la defensiva en cuestión de milisegundos y me enderecé esperando su siguiente paso.

—¿Quién te ha dado permiso para tocar lo que no es tuyo? —dijo él a unos pasos de mí.

«¿A este tío que mosca le ha picado?» pensé entrecerrando los ojos.

—¿Disculpa? —espeté enfadado y confundido a la misma vez.

—No te vuelvas a acercar a Lindsay, ¿entendido? No lo volveré a repetir.

Lancé una risa sin una pizca humor. No sabía de dónde había sacado tanta valentía para hacer eso, pero creo que no me importó mucho su presencia.

London enfurecido ante mi pasividad se abalanzó sobre mí y me agarró del cuello de la camisa para después estamparme contra la pared de nuevo.

—¿Crees que ella se quedará contigo? ¿Crees que no te abandonará? ¿Crees que no será como Holly? —susurró para que solo lo oyera yo pretendiendo conseguir que me enervara.

Y lo consiguió. Esas simples palabras desataron una furia interna que había retenido durante mucho tiempo. Nadie tenía el derecho de hablar de ella y de mí, y menos conmigo enfrente.

Por muy patético que podría parecer a todo el mundo, no era nada tonto.

Me zafé de su agarre y le empujé tirándolo al suelo. Me puse encima de él y sin darme cuenta empecé a pegarle puñetazos con todas mis fuerzas. Mi mente se desconectó y parecía que la razón de mi vida era pegar una paliza a London, solo podía hacer eso. Él al principio me devolvió algún golpe pero después de darse cuenta de que no tenía un ángulo bueno para hacerlo comenzó a protegerse con los brazos. ¿Ya no iba de tío duro?

Unos brazos me atraparon desde atrás y costosamente, después de haber recibido un par de codazos de mi parte, me separaron de London.

—¡Cálmate Shawn! —gritó Jack a mis espaldas, al parecer él era el que me había separado.

London se puso en pie dificultosamente con considerables marcas de mis puños en su cara. Una satisfacción creció en mi interior al observar cómo se limpiaba la sangre que le caía de la nariz. Me acerqué a él peligrosamente.

Quería haber dicho tantas cosas en ese momento como: «Tú no vas a decidir qué debería hacer» o «Lindsay no me importa, sin embargo no voy a permitir que hables por ella». Pero nada de eso salió de mí.

—No me vuelvas a tocar o dirigir la mirada —escupí con frialdad finalmente. Él se encogió en el sitio algo atemorizado pero lo disimuló bastante bien. Ni yo mismo me había esperado que eso sonase tan intimidador.

Miré a mi alrededor y todo el comedor se encontraba en total silencio observando el espectáculo que habíamos montado. La gente se giró de golpe al notar que los contemplaba.

London se alejó de mí después de dedicarme una gélida mirada. Salió del comedor empujando las puertas violentamente y posteriormente se escuchó un golpe y unas palabras ofensivas a mi ser. En la sala reinó el silencio, todos me observaban impresionados.

Incómodo ante tanta expectación, me volteé hacia mis amigos confundido. Ellos también me contemplaban de esa manera tan extraña.

—¿Por qué no paran de mirarme? —cuestioné a los chicos.

—Tío, has sido el primero en plantar cara a London y no acabar en la enfermería —aclaró Johnson.

Su confesión no me creó un orgullo o placer, sino que provocó que una inseguridad se estableciera en mí. Tragué saliva y me entraron ganas de que la tierra me tragara. Como esa no era una opción accesible recorrí todo el comedor con la mirada buscando una salida. Visualicé la puerta de emergencia que daba al patio y creo que casi salí corriendo por ella. No quería la atención de todo el instituto después de haber conseguido que no fuese así.

Llegué a mi casa frenético. Me había saltado las dos últimas horas de clase pero éstas eran plástica y deporte así que mucho no me saltaba.

«¿Qué has hecho?» me preguntaba una y otra vez dando vueltas por mi habitación.

Nunca me había peleado con nadie y después de la adrenalina producida por el altercado me sentí avergonzado y decepcionado de mí mismo. Ese no era yo. Yo no iba pegándome con la gente, y menos con personas como London. ¿Qué me se me había pasado por la cabeza? No debería haberle prestado ni una pizca de mi atención, y al contrario de mis principios, no me paré a pensar un segundo en lo que hacía. Actúe sin meditar antes, y eso no era propio de mí.

Me metí en la ducha y puse el agua helada. Mi cuerpo no se quejó del frío, sino que le agradaba las gélidas gotas cayendo por mi cuerpo. Me quedé bajo el agua unos minutos disfrutando la calma que me transmitía el líquido y el vapor.

Salí y até una toalla a mi cintura.

Me fijé en la palma de mi mano después de habérmela pasado por mí mojado pelo. Los dígitos del número de Lindsay se habían borrado y no los había copiado, mierda.

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Certain

Heartbreaker || Shawn MendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora