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Charles despertó con el canto de los gallos al amanecer. El sol recién asomaba y se levantó con lentitud. Se había dormido tarde pensando en que le propondría al Duque para sus hijos y lo cierto es que no tenía nada definido. Lo único que tenía claro es que esos pequeños necesitaban más libertad y menos reprimendas y él los ayudaría a conseguirlo.

Se levantó, alimentó a cada uno de los animales de la granja, limpió los desechos de la porqueriza, y agradeciendo el cálido clima de verano decidió darse un baño en el lago que tenía a poca distancia de la granja. Nadar en él era uno de sus pasatiempos favoritos y considerando que aún tenía tiempo antes de ir a Eaton Hall, decidió aprovecharlo. Llevó una muda de ropa limpia, se desvistió cuidadosamente y se me metió en el agua fresca, temblando un poco hasta que su cuerpo se adecuase a la temperatura. Aún era temprano para que el sol hubiese entibiado lo suficiente el lago pero no le importó.

Tomando un pequeño trapo comenzó a restregarse la piel suavemente para sacarse las manchas que había ganado limpiando y ordenando la granja. Disfrutó de la sensación del agua acariciando su piel y tras nadar por lo que a él le pareció una eternidad, decidió que era momento de salir. Sin embargo una presencia lo alertó y giró bruscamente para encontrarse de cara con el Duque. 

Su corazón comenzó a latir con fuerza y agradeció que la mayor parte de su cuerpo aún estuviese cubierta por agua. Sentía sus mejillas arder pero aún así decidió mantenerse sereno. No quería demostrarle al Duque todas las sensaciones tormentosas que le provocaba.

- Buen día, Charles. - El Duque saludó desde la orilla con una extraña mueca en su rostro y un estremecimiento recorrió el cuerpo de Charles que nada tenía que ver con el frío. 

- Buen día, milord. Disculpe la intromisión pero ¿qué hace por aquí? - Interrogó buscando la forma de salir del agua sin sentirse tan expuesto por la clara mirada de su visitante.

El Duque pareció meditar su pregunta porque tardó unos segundos en responder. 

- Volvía del pueblo y pensé en pasar para hablar sobre el asunto de mis hijos. Eaton Hall está llena de paredes que oyen y pensé que sería más apropiado conversarlo aquí, si es que estás de acuerdo. Lo estás, Charles? - Erik inquirió con un brillo malicioso en sus ojos.

- Yo... cla-claro. Si se da la vuelta, saldré de aquí y me vestiré rápidamente para que podamos conversar apropiadamente. - Charles sugirió con un leve dejo de súplica en su voz.

El Duque lo miró por un instante y Charles creyó que se rehusaría hasta que finalmente asintió y se dio la media vuelta, quedando de espaldas a él. El menor agradeció a todos los dioses y se apresuró a salir. Se secó con la mayor prisa que pudo y se vistió en primer lugar la parte de abajo para cubrir sus partes íntimas por si al duque se le ocurría voltear por alguna extraña razón.

Cuando estaba a punto de ponerse la camisola de lino, pisó una piedra que lo hizo trastabillar y hubiera caído al piso de no ser porque el duque lo atrapó hábilmente entre sus brazos. Se miraron por unos segundos, Charles sentía la calidez de las manos contrarias sobre la piel desnuda de su cintura y dejó escapar un suspiro. Se sentía atraído por el Duque como un trozo de metal se sentía atraído por su imán. Por más que intentara resistirse era imposible.

- ¿Estás bien...? - La voz ronca del Duque lo hizo estremecer. Al parecer él también se sentía afectado por la cercanía.

- Yo sí, lo siento... pisé algo y perdí el equilibrio. Lo lamento... - De pronto fue demasiado consciente de su propia desnudez y se cruzó de brazos intentando taparse el torso. Siempre había sido muy tímido, pero en presencia del Duque su timidez empeoraba.

Educando al Duque (CHERIK - AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora